Llegó uno de los discos más esperados del año y no estamos exagerando. Se trata del Sound and Color, de Alabama Shakes, el cuarteto encabezado por Brittany Howard que sorprendió en 2012 con un estilo vintage endulzado por una voz tan potente que enamoró a los oídos más exigentes.
Lejos de repetir la fórmula del Boys and Girls, la banda se muestra juguetona en la placa que inicia con el tema homónimo cuya introducción es un arreglo hermoso, lleno de detallitos que dan pie a la voz que nos canta sobre el nuevo mundo que cuelga sobre la ventana, y lo hace entremezclando coros con un vibráfono que se asoma con felicidad.
De ahí nos trasladamos a un rock más agresivo, iniciado con una desgarradora garganta que solo es el preámbulo a un estribillo digno de acompañamientos monumentales, o bien, de escucharse en la barra de una vieja taberna, esa que huele a hombres heridos y mujeres aventureras.
En Dunes encontramos un poco de calma, con puntuales notas de guitarra a cargo de Heath Fogg y remates de la bataca en manos de Steve Johnson, y claro, nunca demeritemos a los bajistas, encargados de orquestar el ataque, por lo que todos aplaudimos al quarterback de nombre Zac Cockrell.
Ahí, escondida tras la bocina, la cantante afroamericana explota, alarga la voz, luego como que se esconde y sale de nuevo para gritarnos que hay que darle todo el amor, y pues claro que se lo damos, faltaba más. Después se cubrirá de guitarrazos, de más rock verdadero y no esos jueguitos de los niños indie que tanto abundan en estos tiempos.
Si eres viejo esto te va a gustar, y si eres un jovenzuelo es momento de llamarle a tu tío y demostrarle que el soul, el blues, el rock y las poetas tienen un estandarte en pleno siglo XXI. Escúchalo sobrio o borracho, solo o acompañado, pero escucha una y otra vez a los Alabama Shakes; los amarás.