Por Antonio H. Vargas
La fiesta sonora anual más esperada en la ciudad dio inicio este fin de semana con la presencia de la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato (OSUG) y el arpista Edmar Castañeda, elegidos para arrancar con las celebraciones treintañeras del Festival de Música de Morelia. Pero antes de lo más importante, vimos pasar por la alfombra especial a distintas personalidades de la capital, que poco a poco arribaron al teatro Morelos hasta ocuparlo a un 80 por ciento de su capacidad.
Ya en el acto protocolario, el presidente del Consejo Directo del FMM, Ricardo Bernal Vargas, aseguró estar de fiesta por cumplir el sueño de Miguel Bernal Jiménez dada la importante presencia de este festival no solo en México, sino en la escala internacional. Le siguieron en palabras el secretario de Cultura del estado Claudio Méndez y el subsecretario federal de Desarrollo Cultural Saúl Juárez Vega, haciendo largamente innecesaria la espera para lo que queríamos escuchar: música.
El programa marcaba piezas de Alexander Porfírievich Borodin (1833-1887) con sus Danzas Polovetsianas; Edmar Catañeda (1978) con su Concierto para Arpa y Orquesta en tres movimientos: 1. A la tierra. 2. Tonada de los lirios 3. Morena Chipola, para finalizar con Sergei Rachmaninof (1873-1943) y su Sinfonía no.2 en mi menor op 27.
El director de la OSUG, Roberto Beltrán Zavala, comentó que el programa tenía “una combinación muy específica de folklore latinoamericano con una influencia muy jazzística en muchos aspectos: en el manejo rítmico, en el manejo armónico y en el despliegue portentoso que tiene Edmar Castañeda”.
Cabe mencionar Edmar Castañeda es originario de Bogotá, Colombia, tomó el arpa cuando era un adolescente para tocar la música folclórica de su tierra natal. El talento del arpista no tiene límites, ya que en la ejecución de su instrumento trasmitía el amor hacia éste y a la música, En los solos se entregaba de manera única y parecía que dialogaba con el arpa: hombre y arpa en comunión cósmica, en un abrazo infinito, hacían que los sonidos de las cuerdas deleitaran a los presentes.
Por su parte, el solista invitado dijo que su obra está “inspirada en la música tradicional llanera de Colombia, que es muy similar a la de Veracruz; son tres movimientos en los que utilizo el arpa llanera y otro movimiento en el que empleo el arpa de pedal o de concierto; se lo escribí a mi esposa y también me inspiré en uno de los libros más hermosos de la biblia que es el Cantar de los cantares”.
Con esa exploración de tintes continentales y bajo el cobijo del público, concluyó el primer concierto de un festival que promete tres fines de semana repletos de buena música, como ha sucedido en sus tres décadas de vida.