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Artem Kuznetsov y lo que se pierde en la traducción

Originalmente este espacio estaba destinado al concierto del Paquito D’Rivera Quintet que se presentó en el patio principal del Palacio Clavijero de la capital michoacana la noche del 21 de noviembre. Recordemos que este evento gratuito estaba originalmente programado en la Plaza Valladolid, sin embargo, apenas hace unos días se anunció el cambio de sede por motivos ajenos al Festival de Música de Morelia (FMM).

Pero el primer concierto de la jornada del viernes, en donde el pianista ruso Artem Kuznetsov ofreció un gran programa, dejó, además de una gran interpretación, algunas reflexiones sobre las posibilidades de este festival y su impacto en los ejecutantes profesionales, estudiantes y aficionados a la música.

Artem Kuznetsov es nativo de Balashov, una pequeña ciudad alejada de los grandes centros industriales de Rusia. Sin embargo, debido a sus estudios musicales, buena parte de su carrera ha transcurrido entre Europa y Estados Unidos. Con buen humor y sin hacer demasiado caso al calor ni a los ruidos provenientes del exterior, el pianista habló prolijamente de las obras elegidas para el recital. Fue una noche especial porque significó su primera visita de carácter profesional a nuestro país.

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El programa no tuvo desperdicio, inició con Gargoyles op. 29 del neoyorquino Lowell Liebermann. Una pieza que hace énfasis en lo gótico, con sus discretos apuntes que remiten a los clásicos del cine de terror de las primeras décadas del siglo XX.

El año pasado se llevó a cabo la primera edición del Concurso Internacional de Piano Blanca Uribe, en Colombia, que surgió como un homenaje a la trayectoria de la maestra bogotana. Uno de los finalistas fue el pianista ruso, interpretando una pieza compuesta ex profeso para el evento. La autora, Amparo Ángel, compuso Nocturno op. 42, y estuvo presente en el Centro Cultural Clavijero para escuchar nuevamente la interpretación de su obra.

El zacatecano Manuel M. Ponce escribió en 1914 Intermezzo, una obra que navega entre el romanticismo y la tradición mexicana. Se convertiría a la postre en una de las piezas más conocidas del renombrado músico mexicano. En el concierto también se escucharon algunos de los estudios de piano del maestro del minimalismo estadounidense Philip Glass y los Tres movimientos de Petrushka, una desafiante adaptación para piano que el compositor ruso Igor Stravinsky compuso para el afamado polaco-estadounidense Arthur Rubinstein.

La obra en tres movimientos 4’33’’ de John Cage es una de las piezas más célebres y polémicas del maestro estadounidense. En ella, el intérprete debe colocarse frente a su instrumento y permanecer en silencio durante 4 minutos y 33 segundos. Hay quien afirma que solo es una tomada de pelo, mientras que otros defienden la validez de una obra que se nutre con los sonidos que se escuchan en el entorno en donde se presenta la pieza.

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Durante el recital de Kuznetsov solo escuchamos la alarma de un carro y las risas de un grupo de adolescentes que caminaban frente al Clavijero. En tono de broma, el ruso afirmó haber practicado muy duro para poder presentar esa noche la obra de Cage, pero ¿realmente tocó la obra?, ¿la interpretó de algún modo? La duda queda en el aire.

El recital de Kuznetsov pone en relieve la importancia que tiene el FMM para acercar al público michoacano una serie de expresiones artísticas, no solamente musicales, que enriquecen el quehacer cultural de una sociedad que verdaderamente requiere algo más que malas noticias.

Y, ¿de dónde viene “lo que se pierde en la traducción” del título? En 2003 se estrenó la película de Sofia Coppola, Lost in translation, en donde un desconcertado Bill Murray lidiaba con sus intérpretes en un accidentado viaje a Japón. Entre lo que expresaban sus interlocutores y lo que decían los intérpretes había claramente una gran diferencia, muchas ideas se perdían durante la traducción.

Y es que de nuevo los estudiantes de idiomas puestos a intérpretes hicieron de las suyas en el FMM. Lo que inició como una interpretación insegura, muy pronto se volvió incompleta hasta perderse por completo. Evidentemente la joven lo intentó, pero no estaba suficientemente preparada para la labor. Afortunadamente tanto el público, como el propio Kuznetsov, se lo tomaron con humor, por lo que la situación no llegó a los niveles bochornosos del año pasado. En fin, son detalles que se pueden mejorar.

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