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Caifanes en Morelia

Crónica y fotos de Alejandra Quintero

Una tarde por demás fría amenazaba con un concierto bajo la lluvia, eran cerca de las 2:30 pm y ya se veían grupos de jóvenes juntándose a los alrededores de la explanada de la antigua feria. Para las cuatro de la tarde, la fila ya tenía varios metros lejos de la entrada principal. El lugar lucía con grandes charcos llenos de lodo, pero parecía no importarle a nadie, todos querían entrar rápido para acercarse lo más posible al escenario. Una regular organización, espacio bien distribuido, cerveza barata y un escenario digno del Corona Music Fest prometían una buena noche.

La temperatura bajaba cada vez más mientras la gente llenaba el recinto, “Esperan más de 30 mil personas, más que en León” escuché decir a una chica. Desgraciadamente Durazno Sangrante no pudo abrir este concierto por cuestiones de logística, aún cuando ya estaba todo listo para que empezaran a tocar, pero la amenaza de lluvia ameritaba tomar todas las precauciones, sin embargo, supimos que los programarán para alguna de las fechas de este festival.

La verdad es que no me di cuenta cuando el lugar se llenó a reventar, la gente se divertía coreando algunas rolas clásicas del rock mexicano para hacer más leve la espera. Alrededor de las 7:30 pm, desde donde estaba, no se veía ya mucho espacio, y menos porque Cuca comenzaba por fin el concierto, quienes con una energía y una vibra muy rockera contagiaron de volada al público, quienes coreaban “La pucha asesina”, “Qué chingados” e ”Hijo del lechero”, y se reían con las bromas de José Fors, vocalista de la agrupación. Cuando ya se sentía el final de su participación, se escuchaban los gritos “El son del dolor”, y claro, no podían irse sin tocarla.

Después llegó el turno de El Gran Silencio, que con su energía y sencillez encantaron a la banda, que muy apretados ya para ese entonces, intentaban bailar con “Duerme soñando” y el esperadísimo “Chúntaro Style”, además corearon con mucho sentimiento “Lo que un día fue no será” y “Déjenme si estoy llorando”, canciones que forman parte de los discos tributo en los que han participado.

Un lugar en donde más de 45 mil voces acompañaron a bandas emblemáticas del rock mexicano de los 90. Aunque sorprendentemente, la mayoría de los asistentes eran jóvenes que apenas si habrán tenido 10 años o menos cuando Caifanes sacó su último disco “El nervio del volcán” en el 94. Finalmente, entre gritos y mucha euforia, aparecieron en el escenario. Saúl Hernández agradeció estar después de muchos años de nuevo en Morelia,  quien por cierto contó que grabó una canción con Los Ángeles Azules.

Sabo, Diego, André, Alejandro y Saúl nos hicieron recordar los buenos tiempos de esta agrupación, las historias de su música que marcaron generaciones enteras, y que se negaron a su separación en 1995, que no se resignaron a no volver a verlos juntos y que agradecieron su reencuentro en el 2011 en el Vive Latino.

Pudimos encontrarnos con un Saúl que recordó su mensaje de paz y libertad durante todo el concierto, con ese tono de voz característico e inigualable, aunque los estragos del tiempo hagan lo suyo. Se mostraron entregados, de buen humor y agradecidos con el público, esos que se enlodaron hasta el cuello por ir a verlos, que llevaron ahora a sus hijos a presentarles a su banda favorita de la juventud, que cantaron desaforadamente “Viento”, “Piedra”, “La negra Tomasa” y “Afuera”, para cerrar con la esperadísima “La célula que explota”.

Incluso los chicos de El Gran Silencio decidieron disfrutar de Caifanes como espectadores, en medio de fotos que les pedía la gente y bromas como “Ya Sabo, no te va aumentar”, con ese acento norteño tan suyo, o “Esa guitarra está con madre”, ellos también hicieron divertida la noche incluso abajo del escenario.

La verdad es que fue un placer ver a la agrupación original que los llevó al éxito, yo apenas tenía doce años cuando ellos se separaron, y el recuerdo más vivo que tengo es el cassete de su última grabación, esos que llevaban por dentro todas las letras de las canciones, eso y “Ayer me dijo un ave”, canción que no podía dejar de escucharla en aquel entonces, y que debo confesar, me hizo falta la noche del sábado.

Las fallas

Pero no todo fue miel sobre hojuelas en este concierto, que como se apunta, reunió a más de 40 mil personas, por lo que el acceso no fue nada fácil. Algunos de los asistentes han manifestado en las redes sociales que tuvieron que esperar mucho tiempo para que las enormes filas avanzaran, lo que evidenció una mala organización. En nuestra página de Facebook ya hay algunas observaciones al respecto, como la de Vanesa Olvera, quien nos compartió que esperó formada por más de tres horas, además de atestiguar cómo la seguridad golpeaba a uno de los asistentes. Si a esto le añadimos que el terreno no era del todo firme y que los sanitarios resultaban insuficientes, el evento de la Cervecera se agradece por su lineup y su bajo costo, pero se van con estos taches, imperdonables cuando se trata de conciertos masivos.

 

 

 

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