La revista literaria Hotel ha convocado a su Segundo Concurso de Fotografía e Ilustración, el cual consiste en ilustrar un cuento titulado “La ciudad ardiente”. Deberán enviarse los trabajos al mail: reservaciones@revistacincoletras.com. El jurado escogerá solo cinco trabajos, los cuales serán sometidos a la calificación del público en facebook y google+. El premio incluye un paquete de libros, la publicación del trabajo y un diploma. La fecha límite para enviar los trabajos es el 25 de septiembre, y la votación cierra el 7 de octubre.
Aquí el cuento a ilustrar:
LA CIUDAD ARDIENTE
De cualquier manera ya no había miedo ni punciones adolescentes por el futuro de la humanidad. Hacer un pequeño balance de su vida no daba sino saldos a favor: era joven, trabajaba sin horarios fijos, sin competencia desleal con las compañeras y sin levantarse temprano. Tenía mucho tiempo libre con dinero manso y directo; ni siquiera había que desperdiciar esfuerzos para estar presentable ante los clientes porque estaba dotada de buena presencia, cosa que por lo demás no era muy necesaria en aquellas noches con hombres entusiastas que no daban atención a los detalles.
Los varones eran mayoría pero no faltaba alguna hembra de gustos perfumados que de cuando en cuando se acercara a solicitar sus servicios; no tenía ninguna importancia excepto que la rutina laboral se rompía en esas ocasiones. Si bien, era sorprendente que tuviera tanto éxito — ocho o diez personas por noche no eran cualquier cosa—lo más extraño era que atendiera una clientela internacional. Cuando empezó con este asunto pensó que estaría rodeada de borrachines simples y que debería armarse de valor para soportar las ordalías. Se encontró en cambio con muchos hombres bellos venidos del norte y del oeste que murmuraban en lenguas extrañas, deseosos de ella y de su compañera de ocasión (porque allí se trabajaba en parejas).
¿Cómo y por qué?, no tenía ganas de repetirlo ni de saberlo; ¿qué había antes? , un plagio de muchas historias: familia sin familia, adolescencia gris, golpes ardientes de varios puños (del padre, del desconocido, de algún hijo de puta). Hubo también un muchacho –más niño que hombre, más valiente que ingenuo—tan práctico y realista como una guillotina para ratones, así que se acabó. Ahora Marta era casi feliz, le gustaba la música y a veces la pereza; el trabajo ya no la intimidaba, era fácil.
Hoy, por ejemplo, frente a su compañera (porque allí se trabaja en parejas) no tendría más que sentarse a la mesa de algún lugar lleno de gente difusa, tomar el revólver, llevarlo a la sien izquierda (porque Marta es zurda), apretar el gatillo y, si tenía la coraza de la suerte, podría devolverlo a su pareja para que la operación se repitiera; y si la coraza aún estuviera allí, ambas podrían regresar vivas de aquel oficio furtivo para pasar algunos días más (cada quien por su lado) en pleno ritmo con su pereza. Si no fuera así y alguna de las dos muriera, estaría muy bien porque los clientes quedarían satisfechos de verdad y porque de todos modos los días no coronan a nadie y la ciudad ya las ha quemado bastante y porque Marta no tiene ganas de seguir todas las didascalias de la vida.
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Además la revista hotel tiene permanentemente convocatoria abierta para colaboraciones, para más información http://revistacincoletras.com/