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[[Eco de penetración]]

Por Darío Zalapa Solorio

—    Qué tal estuve.

—    Maravilloso…

—    Tú también te luciste.

—    Gracias, corazón.

—    Me pasas un cigarro, por favor.

—    Qué clásico… espera…

—    …

—    Toma

[Ruido de cajetilla de cigarros/Ruido de cigarro en la boca/Ruido de encendedor/Ruido de papel quemándose frente al rostro/Ruido de primera bocanada de humo]

—    Cómo me dijiste que te llamas…

—    ¿Importa?

—    Es verdad, lo siento.

—    … ¿Vienes seguido a estos lugares?

—    No. Espera, debo tirar las cenizas.

—    Eres casado, supongo…

—    Supones mal. Viudo, hará un mes.

—    ¿Cómo se llamaba?

—    ¿Importa?

—    Ja ja. Bueno: ¿qué tal te lo hacía?

—    Me gustaba. Siempre que se venía apretaba los ojos… bueno, no sólo los ojos, tú me entiendes…

—    Ja ja. Suertudote.

—    Ni tanto… murió.

—    ¿Y la extrañas mucho, corazón?

—    Por las tardes. Solíamos pasarlas juntos. Harán tres meses de nuestra boda.

—    Entonces todo duró muy poco.

—    No. Teníamos cinco años de novios, tres viviendo juntos.

—    ¿Cómo murió?

—    Tampoco importa.

—    Entiendo. ¿Quieres hacerlo de nuevo?

—    Me cobrarás de nuevo…

—    No: promoción para viudos, ja ja.

—    Está bien. Permíteme apagar el cigarro.

—    Qué formalidad la tuya.

—    Soy maestro.

—    Ya veo. No olvides el condón.

—    Aún ni me quito el otro.

—    Ja ja. Está bien, espero.

[Ruido de pies descalzos sobre el piso/Ruido de condón usado/Ruido de retrete/Ruido de condón nuevo/Ruido nuevamente de pies descalzos sobre el piso/Ruido de cama]

—    Listo.

—    Qué rápido. ¿Todo bien?

—    Sí. Oye, en verdad no vas a cobrarme algo extra, ¿verdad?

—    Ja ja. No corazón. Me has caído muy bien. Además, no quiero que te sientas tan solo, no justo ahora.

—    Disculpa si malentiendo, pero no quiero tu lástima.

—    Nada de eso. En verdad me gustas, y me gusta cómo lo haces.

—    Es que, tengo algo que decirte. Quizá no debería, pero quiero…

—    Dime, sin pena.

—    … eres la segunda mujer con la que me acuesto.

—    ¿El día de hoy?

—    No, en mi vida.

—    …

—    Era virgen antes de conocerla. Tú entiendes. No conocí otro sexo que no fuera el suyo; no hasta hoy, claro está.

—    No sé si debo alagarme…

—    Debes. En verdad pensé mucho en con quién quería hacerlo. Las demás chicas son guapas, unas más que tú, pero me excitó cómo manoseabas al tipo calvo con el que estabas…

—    Ja ja. Corazón, me has hecho el día… bueno, la noche. Oye, se va a secar eso si no nos apuramos.

—    Cierto, lo siento.

[Ruido de besos forzados/Ruido de manos entre las piernas/Ruido de pezones duros/Ruido de sexos húmedos/Ruido de penetración/

[[ Eco                         de                               penetración ]]

Gemidos de ruido/Ruido sin nombres/Ruido de ella que se viene/Ruido de él que se viene en ella/Silencio]

—    …

—    Ja ja. Siento como si te quitara lo virgen.

—    Algo así…

—    ¿Un cigarro?

—    ¿Me conoces?

—    Quiero que regreses.

—    No es seguro.

—    Hablamos de eso al rato. Ahora disfruta lo que te queda de orgasmo.

[Ruido de gemidos en la habitación contigua]

—    ¿Te has enamorado de algún cliente?

—    Procuro no hacerlo. Sería como si te enamoraras de alguna alumna.

—    Cierto.

—    Es lo mismo.

—    Entonces yo también vendría a ser una puta…

—    Ja ja. Yo no dije eso…

—    Perdón…

—    ¿Por qué?

—    Tú sabes; dije puta.

—    Ah, me acostumbré desde niña, no te apures.

—    ¿Y tu vida ha sido intensa como la de cualquier… puta?

—    Tendría que contártela para que tú me dijeras eso.

—    Hay tiempo…

—    No. En media hora veo al calvo.

—    Ya veo…

—    …

—    …

—    Ja ja. ¿Celos?

—    No.

—    Ay, corazón, no mames.

—    En verdad, no.

—    Sería muy clásico que te enamoraras de mí.

—    Para ti todo es clásico.

—    Ja ja. Ya. ¿Quieres pasar los últimos minutos peleando, o manoseándonos?

—    …

[Ruido de manos cansadas en cuerpos sudados/Ruido de besos rancios/Ruido de una erección a medias/Ruido de vagina seca/Ruido de bocas que se van separando/Ruido de olvido]

—    ¿Te pago?

—    Pagaste antes de entrar.

—    Algo extra…

—    Me ofenderías…

—    Fuiste buena conmigo.

—    Y qué…

—    Déjame hacerlo…

—    Vístete, mejor.

—    Ok…

[Ruido de cama vacía/Ruido de sostén/Ruido de cierres/Ruido de agujetas/Ruido de listo]

—     ¿Qué días trabajas?

—     Eso no te lo diré. Ven cualquier día, si no me encuentras, te acuestas con cualquiera que esté disponible. Puedo recomendarte con algunas, si quieres…

—     No estaría mal.

—     Salgamos.

[Ruido de más gemidos en la misma habitación contigua]

—     Bueno… dijimos que los nombres no importaban.

—     Así es. Oye, ¿me puedes regalas un cigarro?

—     Fumas cuando se va el cliente, qué clásico.

—     Ja ja. Algo así. Pero lo enciendo hasta que regreso al bar. Es una seña, así mis compañeras entienden que recién terminé con alguien.

[Ruido de cigarro regalado] [Ruido de otro cigarro que se enciende en la boca de él]

—     ¿Te acompaño al bar?

—     No, sólo son dos cuadras.

—     Está bien. Sabes, por estos rumbos vive una amiga de mi ex esposa. Quizá no sea buena idea salir juntos… tú sabes…

—     Ja ja. No te alteres corazón, entiendo.

—     Gracias. Sal primero tú, yo espero unos minutos.

—     Ok. Nos vemos, corazón.

[Ruido de beso en la mejilla y de labios que se van alejando]

—     Adiós.

[Ruido de viudo/Ruido de hotel/Ruido/Ruido, a final de cuentas]

Ella: Llega al bar y se sienta en las piernas del calvo.

Él: Llega a casa. Intenta dormir. Dolor de cabeza. Culpa del ruido, piensa.

dario.zal.lit@hotmail.com

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