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El alma oscura del universo plástico

Por Andrea Itzel Padilla Mireles

«Decir que nuestra sociedad se está desintegrando sólo quiere decir que está viva y goza de buena salud»

Marshall Berman

A principios de 1848, Marx y Engels proclamaban en su celebre Manifiesto: “Todo lo sólido se desvanece en el aire, todo lo sagrado es profanado”, frase que consigue reflejar de manera casi mística (si se me permite semejante paradoja) la permanente tendencia del siguiente siglo y lo que va de éste. Los rasgos característicos de nuestra sociedad moderna, aunque a menudo rechazada como tal, se manifestarían sin lugar a dudas en el cambio y la contradicción; lo anterior no debe asumirse en una forma ingenua, estos rasgos describirían, antes que una estadística histórica, la naturaleza propia de nuestra condición, valga decir humana (aunque de todo lo no-humano también), en el planeta. No obstante, las transformaciones políticas, científicas y culturales emprendidas en el siglo XX atraviesan de manera punzante las múltiples experiencias que han puesto en juego, precisamente nuestra presencia en el planeta.

Más cerca de la culminación del capital en sus múltiples variables del espectáculo, la dominación de los regímenes totalitarios, el colapso de los grandes ideales normativos y el dominio del mainstream en la cultura musical, llega la sólida prueba de que lo evanescente del underground también es político, curiosamente bajo la misma forma moderna que había observado Marx en el siglo XIX, como contradicción y movimiento continuo, como la proclamación de lo nunca terminado ni definido.

Se trata de las fuerzas producidas por individuos que, simultáneamente sujetos y objetos de la gran máquina social, apuestan por la afirmación de ser y crear como lo más efímero y perecedero del cosmos consiguiendo, al mismo tiempo, bajo esa misma fórmula, una prueba infalible de lo infinito. Eso fue precisamente lo que hizo la banda experimental de la ya desaparecida Checoslovaquia: The Plastic People of the Universe, quienes después de haberse formado en 1968 y atravesar la invasión rusa, vivieron a partir de1976 la persecución del régimen comunista que terminó por encarcelarlos en los campos de prisioneros del Estado, bajo la consigna de hacer “Disturbios a la paz’’.

Aunque para entonces Praga ya tenía sus antecedentes, una ciudad con una desbordante abundancia cultural que se hizo presente desde la música hasta la literatura. Fue en 1965 cuando la máxima fuerza anti-estatista fue inyectada por la presencia de Allen Ginsberg, quien para entonces ya cargaba con la persecución y censura de su propio país, y que terminó siendo echado por el ministro de Educación del gabinete comunista después de ser coronado como “Rey del festival de Mayo” por un grupo de estudiantes que había invitado al poeta a participar en varias actividades del festival de la Universidad Charles de Praga; los motivos salen sobrando, una acusación por abuso de drogas y otra por abuso de alcohol en la vía publica. La juventud estaba deseosa e inquieta, la censura se propagaba a todas las zonas del país, pero, sin poder evitar el trafico de música, los nombres más revelantes en el intercambio de EPs fueron The Fugs, The Doors, Captain Beefheart y Frank Zappa’s Mothers of Invention, todos ellos marcarían una importante influencia en los Plastic People.

Sin embargo, no podríamos hablar de The Plastic People of the Universe de no haber existido un The Velvet Underground and Nico (1967), como los mismos integrantes de la banda han expresado a lo largo de su trayectoria. Un factor común puede rastrearse en el sórdido sonido resultado de una búsqueda singular al momento de crear, y cuyo ingrediente posiblemente es el mismo que transformó a los Plastic People en exiliados y perseguidos sociales, el tinte más siniestro para afirmar la diferencia, la contradicción y la podredumbre ahí donde se quiere desaparecer el sustrato de “la(s) realidad(es) moderna(s)”: la tragedia de un “proceso” que jamás logrará resarcir las heridas que él mismo provocó y que de hecho se convierten en la plataforma de todo motor transformador, cabe decir, innovador.

Las perturbadoras y fascinantes letras proclamadas en Czech, la experimentación sonora en los saxofones y flautas bajo la imponente ejecución de Vratislav Brabenec, las asombrosamente oscuras ambientaciones en las guitarras, el bajo y eventualmente los teclados, hacen de Plastic People una propuesta altamente atractiva y envolvente, cuya música es capaz de permear la mente en una experiencia que al desvanecerse en el aire solidifica nuestra presencia en el cosmos.

Aquí es importante señalar que los Plastic People nunca pretendieron dar un mensaje especifico sobre ideologías o posturas políticas, ni sus letras ni su arresto estuvo relacionado con alguna declaración de índole anti-partidista,  sino con la reiteración de hacer lo que tú quieres y no lo que manda el partido, con la afirmación de una subjetivad capaz de crear, de provocar, aun estando inmersa en procesos incapaces de ser controlados por una instancia humana, el instinto básico de manifestar la existencia a través de la creación en un universo prefabricado y plástico.

Para lo experimental se necesita más que un genio creativo, por aquello de los seguidores ciegos del progre, lo experimental nace en el más puro sentimiento de la nada, del absurdo. Lo que quiebra barreras es el drenaje de las miserias, lo podrido es lo primero que resplandece ante la transformación de los paradigmas de la vida en “sociedad’’. Marx sabía esto, al igual que Nietzsche, Baudelaire, Kafka y sin fin de creadores cuya crítica constituye uno de los principales e inagotados focos que nos arroja la vida en la calle y que gente como los Plastic People y los Velvet Underground supieron extraer con el simple ímpetu de experimentar.

El progreso, la transformación y los valores de la “sociedad” se disuelven en la observación más poderosa hecha por Goethe en su mítico Fausto, que en resumen nos devela que no somos nada, sino movimiento. Desprotegidos de aureola, de títulos, de nobleza, de Dios. Nos encontramos con la máxima de aprender a sobrevivir a la gran vorágine que significa la existencia humana en el siglo XXI.

andrea_ipm@hotmail.com

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