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El futuro distópico de República Sorjuaniana

República Sorjuaniana

Luego de una entrevista rápida, charlamos con Víctor Loorman como dos comadres esterotípicas del cine de los setenta, aun siendo la primera vez que nos veíamos. Eso creo generó confianza, al menos la suficiente para que me invitara a la presentación de su libro República Sorjuaniana en el Museo del Estado.

El día programado para la presentación fue también el día en que Jodie Foster daría una clase magistral sobre cine a dos cuadras del museo. A la par de ambos sucesos, una fuerte e inesperada lluvia consecuencia de la cola de un huracán cayó sobre la ciudad. La presentadora estaba preocupada, y lo confesó al final, de que el salón que recibiría al escritor estaría vacío. Afortunadamente, Víctor cuenta con una audiencia y base de seguidores superior a la de muchos escritores morelianos.

Llegué como con una especie de rebeldía contra los ingleses que han saqueado tanto de la cultura mexicana, o sea, llegué tarde.

Apenas tomé asiento cuando reconocí algunas personas, algunas que igual me reconocieron y otras que no, pero más allá de eso, advertí que ya estaban en la etapa de preguntas. Es una etapa curiosa pero obligatoria en la que se da la oportunidad a los posibles lectores de juzgar qué tan bueno o malo es el libro que aún no han leído.

La voz la tenía un hombre mayor, con todo lo que implica la palabra “mayor”, es decir, barba cana, boina, saco y una dialéctica que oscila entre lo interesante y lo cansado. Quizá llegué en mal momento, pues el hombre decía “Soy cubano, y soy escritor y músico, y tengo muchos amigos escritores”, y luego dejó de hablar. Me surgieron muchas dudas: ¿acaso Víctor le hizo algún comentario como “bueno pues, y usted es escritor, músico y cubano?”. Nunca lo sabré.

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Luego se le dio la palabra a otra persona del público, quien dijo que más que una pregunta tenía un comentario. Dio unas palabras de felicitación y luego inició con un discurso de defensa sobre el feminismo moderno. Al fondo, un hombre de barba y audífonos negaba con la cabeza. Se quitó un audífono para escuchar lo que la chica tenía por decir, soltando breves “no” entre suspiros de reprobación.

Cuando creí que el tipo de los audífonos contestaría y aquel momento se convertiría en una campal entre géneros, Víctor respondió.

Verán, mentí cuando dije que en la presentación se va si haber leído el libro que se presenta, pues previamente había leído la mitad del texto que estaba disponible en “medios alternativos”, ya saben, de esos que odia Fernanda Melchor.

El libro República Sorjuaniana es una especie de distopía futurista donde las mujeres han conquistado el mundo, y todo sale mal. Momento, no coloque su reacción de “me molesta” aún en esta publicación, espere solo un poco. A pesar de que se trata de un mundo en el que se ha reivindicado el nombre de mujeres importantes de la historia, como Leona Vicario, Margarita Maza, Josefa Ortiz, Carlota… es una República en la que opera el patriarcado.

Pareciera contradictorio, como la vida, y pareciera nefasto también. sin embargo, en un sistema donde el hombre se ha convertido en un trofeo, un mero objeto de diversión para las mujeres, sin voz ni pensamientos propios, pero ambicionado por mujeres poderosas, se acerca mucho a una estructura patriarcal. Los trabajos de obreros están destinados para aquellos que tuvieron la mala fortuna de nacer con un miembro colgante entre las piernas.

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Conforme avanzaba en el libro más empatizaba con Lando Clark, el protagonista y narrador educado en artes amatorias, quien un día se da cuenta que no tiene que ser un juguete de las mujeres, pero es muy tarde, pues hay toda una persecución en su contra porque resulta imposible demostrar que sus toqueteos son consensuados, aun cuando recibió un pago por ellos.

La cosa es que no solo yo empaticé con Lando, sino también los redpils que consideran que las mujeres son realmente las triunfadoras de un sistema patriarcal, pues son ellas sujetos quienes pueden escoger a los hombres de mayor estatus, orillando a aquellos nacidos en condiciones precarias a un futuro de rechazo amoroso e ilusiones púberes, eso es un problema.

El cubano quiso participar de nuevo. Recuerdo que dijo:

-Víctor, yo quiero felicitarte por escribir este libro, pues  es importante que hables de este tema que es el feminismo, porque las mujeres son lo primordial y su reivindicación también. En las instituciones les pagan más a los hombres que a las mujeres por hacer el mismo trabajo, cuando debería de ser al revés… ellas son lo más hermoso.

El hombre no paraba de hablar.

-Yo vengo con una mujer -señaló a su pareja que estaba sentada junto a él- y ella es mi sustento, mi todo -ella quiso hablar-, permíteme tantito, mi amor, y es que ellas son nuestro complemento desde el origen del hombre, y bueno, digo “del hombre” como humanidad para no decir “hombres y hombras”, y todo lo hacen mejor, a una mujer le das una casa y ella lo hace un hogar, le das los recursos y ellas lo convierten en una rica cena… espérame tantito mi amor, deja termino. Aunque no estoy de acuerdo con el boxeo de mujeres, ahí si no, porque ellas son la belleza humana, y esas actividades violentas rompen el espíritu de la feminidad. Permíteme tantito, ¿sí?, yo soy feminista, pero en eso del box, eso sí que no lo apruebo.

Terminó de hablar. Víctor se notaba confundido, también sus colegas presentadores.

-Eh, sí… ¿alguien más quiere decir algo? -preguntó el autor del libro.

-Yo -levantó la mano una chica-, a mí me parece que tu libro nos da a las mujeres nuestro lugar, pues lo que busca el feminismo no es sobreponerse a los hombres, sino una verdadera igualdad, y a mí me gustó por eso, porque las mujeres podemos gobernar mejor y eso se nota en tu libro.

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El tipo del fondo entre más escuchaba lo que decían, más negaba con la cabeza y se aceleraba su respiración. Tuve miedo de que el encargado de ponerle música a la vida decidiera empezar a toca Pumped Up Kicks, pero en lugar de eso, Víctor acotó al comentario de la chica:

-Bueno, sí, pero la novela tiene una doble crítica: los extremos no son positivos para nadie.

La presentadora dio por terminada la etapa de preguntas y dijo que se tenían a la venta los libro firmados por el autor. Luego de ir por mi copia y abusar de café y pastelitos gratuitos, me fui a casa. Releí la novela, y al momento que escribo estas líneas lo hago con angustia. Quizá mi capacidad cognitiva esté disminuyendo por el exceso de videos en TikTok o por los comerciales de casinos en páginas virulentas de internet.

Por más que busqué en el libro no encontré las enseñanzas abordadas en la presentación, en cambio advertí una historia cautivadora con personajes desarrollados a tal punto que parecen personas que deambulan por las calles, personas reales. Escenarios descritos con mesura para no parecer descripciones victorianas ni minimalistas. Un mundo de tonos pastel donde nuestro héroe crece y crecemos con él, pero nada de lecciones sobre cómo ser mejor persona o un macho menos macho, quizá esas cosas las deba buscar en otros sitios, no en la literatura.

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