Conoce este inigualable proyecto de Jerónimo García Naranjo y José Isabel Cruz Orozco. Una obra multi-dimensional que mete al público al interior de sus entrañas…
“Nuestra poesía es ahora la percepción de que no poseemos nada. Cualquier cosa luego es delicia (ya que no lo poseemos), y por ende no necesitamos temer su pérdida”. John Cage.
Por Roberto Robles Campos
Jerónimo García Naranjo y José Isabel Cruz Orozco exponen una obra de múltiples dimensiones (in-tu-yo que sin tener conciencia del todo clara) que nos hace replantearnos el resurgimiento del des/orden caosmico a partir de la inminente caída o ruptura del “Gran” metarelato –¡Oh-Dios-Oh-Capital!- que con el estrepitoso ruido maquinal y sistemántrico con el que nace triunfante –anunciando a la vez su desgaste consecuente del fantaseado mundo (pos)moderno- la industrialización psicoplanetaria.
Al consolidarse la revolución industrial en el ámbito político y económico también se ven afectados los discursos sociales y psicoestéticos, surgen así, para resumir de manera BRUTAL, las primeras formas «dialécticas» de poesía-ruido en el ensordecido nuevo siglo XX, las vanguardias. Léase-escúchese, si así se desea: «RUIDOS Y SUSURROS DE LAS VANGUARDIAS. NOISES AND WHISPERS IN AVANT GARDES» 1909-45. Edita: Allegro Records, Valencia 2004.
(El) ritmo del alma (¡matematizada, pitagórica, controlada!) del mundo falocéntrico que impotente imponente, se resiste (tensión de tensores o impasse sonoro) al crac de (huey) Mecatl: Fig. profunda femenina que signa la cuerda que comunica o ahoga, la soga al cuello que anuda e impide que su voz que madura, queme dura, o linaje como línea comunicante que enlaza al cuerpo interior donde se hacen los sueños (cochinari en rarámuri) y se funden, con el mundo concreto en una “experiencia vital y vibrante que nos contiene a todos”.
Cuerda (Mecatl) tensa que desea emanciparse del-os sistema-s líder que la pulsa-n (Huey), que la controla-n, que la llena-n de brea, o ¿semen?
¡Pizzicato perverso! (Bukake ruidico en el rostro de la humanidad).
La obra es en sí misma la imposibilidad de ruptura con el pretérito inmediato al ser un “instrumento de GIGANTES dimensiones” (de gran metarelato) que necesita de “Ejecutantes” o artistas de la perversión.
Puesto que vanguardia damos por dado que mantienen una “continuidad histórica”. Este instrumentotem musical que está hecho de contenedores que viajan en barcos cargueros por mar y que luego atracan en muelles del puerto de Veracruz, poleas y demás materiales, instrumentos tradicionales adaptados y, ¡ah por supuesto, el engranaje humano!, esta hípermaquinaria desquiciada es también libro sonoro de poesciencia, instrumento-laboratorio ecológico y símbolo de la monstruosa cabeza capital devoradora de hombres/mujeres. Ya no es casualidad nada en esta microdescripción que hace José Isabel Cruz, co-compositor de origen Chihuahuense de Huey Mecatl: “es un arpa gigante de diez cuerdas afinadas de manera ¡pitagórica!, formada por diez contenedores ¡industriales! que sirven de resonadores, los cuales se emplazan en dos niveles ¡pentagonales! alrededor del público”.
Literalmente, el público está inmerso en las entrañas de la cosa que expulsa mensajes metálicos codificados y una voz pánica de mujer como venida de lejos, casi sagrada y emergente.
El pentagrama, entre otras cosas, es la representación del hombre (sistematizado), el diez el numero de la divinidad (dirigente). También diez porque ¡deux ex máquina! La posible evolución COMPLEMENTARIA del espíritu humano está presente a lo largo de toda obra en la lucha constante que quiere reventar la cuerda que lo ata, la ata.
Al intentar traducir-convertir el “paisaje” audiovisual en su conjunto, desde una perspectiva limitada y volante, de manera sintética no sin el esfuerzo honesto, gozoso e infructuoso de objetivizar la abstracción, nos resulta un cuadro de resonancia iluminatica cuasi mítica: diosa-hombre sostenedores de universo(s) y mundo(s) que se complementan, sublimación materica-espiritual posible únicamente en el espectáculo ritual del performance. Como todo ritual distópico (de caída) es preconfiguración para atraer a lo nuevo. Es ruido de angustia y ansiedad. Se aprecia también una huida, una nostalgia por el origen, el ruido queriendo ceder, ¿otra vez?, a la poesía fundacional, al silencio contemplativo porque es justamente que la industrialización del alma del mundo que pervirtió al tiempo transformándolo en espacio medible, y para rescribir de nuevo una posible “historia” del tiempo, hará falta describir primero como un testigo-profeta (¿el soñador?) la estructura ambivalente del mundo interior y físico.
La poderosa sonoridad, para bien o para mal, nos perturba. Puede ser experiencia tan aterradora como todo el siglo XX el mismo que parió hijos parias, músicos-poetas-locos, de los cuales este libro se nutre, de aquí que no me parezca una obra de su tiempo, también de aquí que la considere hija tardía de John Cage y me recuerde con cierta distancia los 4 capítulos de los libros (books) de su genial Music of Changes (1951).
Obra para espectadores activos, absténganse purista o amantes de dulces melodías y bestsellers.
Que la izquierda radical que emerge desde el infra ¡grite!
Me queda tan claro, como el carbón es negro, la necesidad “espiritual” de una re-vuelta a la silente original, a la Imagen Honda, a la caja de razonante resonancia espesa, profundo útero. Música musa que da luz al mecanizado cuerpo: «Probablemente el inicio de todo fue un ritmo muy simple” especula el poeta visionario Jerome Rothenberg en una entrevista para la revista española La vanguardia.com, 19/08/2011.
Poética catastrófica de distensión que quiere romper y rasgarlo todo.
Podríamos profundizar tanto en la obra, en eso creo que reside su grandeza PERO no seré ya quien lo diga.
Habrá que vivir la experiencia envolvente y telúrica para que cada sujeto tenga su propia des-lectura.
Te dejamos el promo de la conferencia y una probada del sonido.