Por Jesús Baldovinos Romero
Aquella tarde vimos cómo la Abuela bajaba la polvorienta y pedregosa cuesta, después de veinte años de muerta, agachándose y recogiendo algo de entre la polvareda. A ratos se acercaba a los paredones de las casas en altillo o, de los paredones del cerro, hurgaba, recogía y parecía echar tierra a su mandil. Sus pasos no habían cambiado tanto, eran los mismos titubeos que de hacía tanto tiempo.
La familia completa salió a verla. El pueblo parecía sumarse cómplice a su llegada, pues ni los animales hacían su acostumbrado barullo ni la gente se asomaba siquiera. Con trabajos subió el cerro donde quedaba la casa y las tierras que le había heredado a su hijo y que éste luego repartió entre los propios y así sucesivamente, al grado de quedar sólo un poco de espacio para la siembra, más por costumbre que por necesidad o gusto.
Algunos sacaron hasta sus sillas para mirar cómo la Abuela se enfilaba hacia la casa. Llegó hasta el extremo frontal del patio (limpio, por cierto), y luego de recorrer la zona sembrable, recogiendo algo indefinido para nosotros de entre la tierra, se acercó finalmente. Los perros no se inmutaron, ni siquiera levantaron el chuzo, sólo sus ojos seguían la figura de aquella anciana que aún en el patio se agachaba y con sus manos abría la tierra, la recogía y de nuevo la guardaba en su mandil.
El silencio entre los que contemplábamos era denso, tan denso que escuchábamos el susurro del aire, las respiraciones apretadas del grupo y el tenue paso –casi de aire- de la Abuela.
El tío Chabe, armándose de valor, salió del grupo y apostó su cuerpo achaparrado entre la imagen de la Abuela y el grupo familiar. Qué andas haciendo, Micaela… preguntó con voz más fuerte que de costumbre, como queriendo asustar su propio miedo. La Abuela miró al tío Chabe, su hijo… con una voz rasposa, casi como muchos la recordaban cuando vivía, exclamó… Vengo desenterrando recuerdos. Es natural cuando el olvido viene de ustedes, pero es un muy triste cuando los muertos comenzamos a olvidar.
Dicho esto, la Abuela atravesó el grupo y se dirigió al interior de la casa.
*Integrante del Taller Escritorio Público