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El Personal: No me hallo

Hay bandas que se han vuelto iconos del rock nacional, auténticos portavoces de una ciudad, un sector poblacional o toda una generación.

personal

Por Jorge A. Amaral

 

 Y no, no hablo de Café Tacuba ni de Caifanes; me refiero, como un ejemplo de estos grupos emblemáticos, a El Personal.

Este grupo nació en una ciudad grande pero provinciana, tan provinciana como conservadora, tan creyente pero tan libertina que mató a un Posadas Ocampo; sede del que fuera el cártel más poderoso de México y de donde saldría el dream team del narco: Caro Quintero, Ernesto Fonseca, Amado Carrillo, El Chapo, El Mayo y toda una pléyade de capos mexicanos.

Conocí a El Personal como se conocía la música antes de la era de Spotify y las descargas legales e ilegales: en el mano a mano, y es que un antiguo conocido puso en mis manos un casete bajo la promesa de que me gustaría y no se equivocó. Tiempo después pude conseguir una edición de Discos Pentagrama, y aunque suelo escuchar No me hallo en la misma tanda que Tiempos oscuros y Mis amigos muertos (ya hablaremos de ellos), de Real de Catorce, por tener la misma calidad, el espíritu de los comandados por maese Julio Haro es más lúdico que los entonces comandados por el Maestro José Cruz.

No me hallo inicia con ¡Niño déjese ahí!, un canto de censura a la masturbación, y es que aunque todos lo hagamos, muy pocos dirán abiertamente que la chaqueta es sana y que hasta ayuda a la economía del hogar. En esta cumbia reggae Julio Haro juega con todos los prejuicios, clichés y amenazas del onanismo: quedarse enano, la salida de pelos en la palma de la mano, que se va a caer en pedacitos y todo con que se amenaza a los chamacos puñeteros cuando notamos que empiezan a durar demasiado tiempo a solas en su cuarto: “Que va a venir un roba-chicos, / que va a venir Sigmund Freud, / que va a venir el tacuache, / que va a venir Margaret Tatcher, / que va a venir El Personal / y se van a poner a tocar”.

Considerado de manera no oficial como el primer sencillo de El Personal, No te hagas es una suerte de foxtrot a la tapatía en el que se pone de manifiesto el a veces infantil juego del flirteo, y si consideramos la homosexualidad de Haro, podría interpretarse esta canción como la incertidumbre de sentirse atraído hacia alguien y no saber si es, si no es, si nomás parece o no se acepta, pero independientemente de todo, el lenguaje corporal no deja mentir a nadie. Pero interpretaciones muñías aparte, todos hemos estado en esa situación: “No te hagas, que a ti te está pasando lo mismo que a mí, que a ti también te gusta estar junto a mí”, momentos que valen oro.

Dale de comer al conejito, igual que matar el oso a puñaladas, es una declaración de amor y, lo más importante, de intenciones: “Yo no quiero ser tu padre, / yo no quiero ser tu madre, / yo no quiero ser pariente, / ni siquiera un buen amigo; / yo lo que quiero contigo / es asunto muy aparte, / es a picarte el ombligo / a lo que aspiro yo tanto / y por eso yo te canto / para ver si lo consigo”, y esta cadencia, este ritmo, la hacen una excelente letra, y si a eso le sumamos ese ritmo de reggae jarocho, la canción se vuelve deliciosa.

El menjurje, bolero arrabalero y sórdido que constituye una súplica para olvidar el amor pero también el desamor, o como dijera Bronco: pastillas de amnesia, aunque obviamente que El Personal lo hace con más gracia: “De ese pechero que hierve, / de ese perol, / de ese alambique que tienes, / de ese licor, / dame una gota / para ayudarme a olvidar a mi amor”. Esto, más el solo de guitarra de Óscar Ortiz, lo transporta a uno a cualquier bar de mala muerte.

De las canciones que más me gustan de este disco es La tapatía, y es que cualquiera que conozca a La Perla de Occidente puede viajar con esta canción por las entrañas tapatías: “Vimos bicis, vimos motos / y en la calle muchos jotos. // Caminamos por la Juárez / rumbo al Cine Variedades, / nos dimos un toquecito y se le abrió el apetito”. De manera personal, cada que escucho esta rola casi puedo ver a mi abuelo, Jesús Amaral, deleitándose con un caldo de pescado en el Mercado de San Juan de Dios, donde podías tomar todo el caldo y bolillo que quisieras mientras no te comieras la carne, lo que para un hombre como mi abuelo, sin mucho dinero pero con la glotonería característica de los Amaral, era una gran ventaja.

A manera de reggae existencialista, No me hallo, la que le da nombre al disco, expresa un trauma ontológico marca Haro, y es que este personaje vivió negando la religión, la política, el futbol, la familia (a la que regresó pero sólo para morir) y todo eso que puede darnos, aunque sea ficticia, una identidad.

Nosotros somos los marranos es un canto antiecologista en el que, si tuviera un video oficial, seguramente participaría El Ecoloco, de Odisea Burbujas. No quiero abusar de la interpretación, así que el sentido real de la ironía en este tema se lo dejo a usted.

Broche de oro, ideal para cerrar un gran disco, es un delicioso reggae de amor y desamor que además juega con pasajes en las canciones de Agustín Lara, pero sin perder el sentido del humor que siempre caracterizó a El Personal: “Llámame Pedro, llámame Juan, / llámame ahora, llámame ya, / llámame por teléfono / nada más no me llames por cobrar”.

Es por eso que esta semana recomiendo No me hallo, esta joya del rock mexicano que a pesar de su marginalidad, de tan bueno se volvió un icono de una época. Salud.

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