La noche del 14 de Junio pudo ser recordada como la única en que el calor fue un factor climático muy disfrutable y ad hoc para recibir por primera vez en Morelia a Troker, la potente banda de funk y jazz fusión provenientes directamente desde Guadalajara, una de las capitales considerada como eje de la escena musical nacional.
Por Chito Wett
La noche comenzó con la presentación de Durazno Sangrante, banda moreliana que logra un sonido muy característico del rock en tu idioma de los 90’s con la potencia de la composición moderna, siendo de las pocas bandas con lírica, concepto y sonido muy bien logrado bajo estas huestes.
Poco después la frenética banda consentida del jazz michoacano Pollomingus nos presentó un delirante set como solo ellos saben interpretar, en los que el trombón, la guitarra, el bajo y la batería se armonizaron para poder lubricar nuestros oídos para lo que se avecinaba, ya que el tecladista de la banda tapatía se subió al escenario para hacer una amena improvisación muy bien lograda.
Troker posee una alineación poco convencional y considerada única para algunos; Frankie en la batería, Samo al bajo, Chistian en los teclados, dos metales a cargo de Tibu y Gil (saxofón y trompeta), así como el Dj Zero amenizando con samplers y scratches que se unen para formar los paisajes sonoros más potentes y extraños a la vez, en donde los ritmos sincopados reúnen géneros como el acid jazz, funk, drum’n bass, rock, hip hop y en ocasiones hasta cumbia y música clásica, logrando que los ejecutantes se vean como niños divirtiéndose en un parque de diversiones, en lugar de la clásica pose de rockero metrosexual que vemos en cada escenario de festival musical.
Nuevas canciones así como clásicos de su repertorio como “El novio”, “Chapala Blues” “Fíjate que suave”, “El loco” “Principe Charro” sonaron con renovados y a veces casi imperceptibles arreglos que evolucionaron dichos temas más allá de la grabación, en las que un solo de batería usando como percusión la cerveza del tecladista, la boca del baterista, cuatro cencerros, y hasta un largo puente con un arreglo dubstep que puso a bailar a todo el respetable mientras que Tibu, el trompetista repartía mezcal, saludos y agradecimientos toda la noche a los vecinos michoacanos por ser la primera vez en reclutarlos para esta gala musical en Cactux.
La banda se despidió efusivamente, pues esta era la última presentación en tierras mexicanas para luego partir a su segunda visita al festival inglés Glastonburry.
La historia de Troker es inigualable: provenientes de diversos proyectos previos como Eva Malva o Plástiko, formaron esta banda por la necesidad de tocar la música que siempre quisieron lograr; en conversaciones con el baterista Frankie Mares, señala que pudieron dedicarse al pop, a la música tradicional o al rock de estadios y soñar con ganar millones pegando en la radio; pero su bandera siempre fue la independencia musical y la autocomplacencia; sin entrarle a los estereotipos del rock ni a la estrategia de la payola, lograron a base de tocar y tocar sin descanso por todo México una posición privilegiada internacionalmente, ya que artistas de la talla de Medeski Martin & Wood han compartido con ellos el gusto de la improvisación y el reconocimiento mutuo, así como también numerosos festivales en Estados Unidos y Colombia han tenido el gusto de tenerlos como estelares.
No cabe la menor duda que los oídos michoacanos están despertando y acercándose cada vez más a propuestas honestas y ricas en música, más que a propuestas complacientes cargadas de marketing. Larga vida a los músicos arriesgados; larga vida a la escena independiente y larga vida a Troker.