Icono del sitio Revés Online

El Universo de Lados B

Si en el mundo de las historietas y sus respectivas películas o series existen universos como el de Marvel, donde un grupo de héroes y antihéroes nos cuentan sus increíbles vidas en las oscuras calles de (casi siempre) Nueva York, en la literatura mexicana se ha gestado un universo aparentemente ficticio reunido en las antologías de Lados B, editadas desde hace varios años por la chilanga Nitro Press.

Si Marvel tiene héroes y heroínas, Lados B tiene a escritoras y escritores, una comunidad de narradores que más que parecerse a Spiderman se podría identificar con Jessica Jones: borrachos y maleducados, pero en el fondo, buenas personas.

Y si Marvel es un Universo compartido en el que existen los crossover, en Lados B bien podríamos fusionar a los personajes que habitan en sus diferentes cuentos y relatos.

Dejando del lado las entregas anuales anteriores, concentrémonos solo en la antología 2015 en su versión masculina; no vayan a creer que hay misoginia en quien esto escribe, sino que simplemente aún no adquiero el libro de las chicas que, sin embargo, ya me contaron que está mejor, así que prometo correr por él y así contar el recorrido completo.

Arranquemos con Rogelio Flores y su cuento El Centinela, donde el pene erecto con súper poderes del protagonista no se intimida ante una cruda bestial y tendrá toda la disposición para entrar en la intimidad de una rubia escandinava que no se lleva muy bien con la regadera. Con todo y ese trasero de competencia, la güera terminará por irse sin que se consuma coito alguno, un acto heroico de prudencia si consideramos que esta clase de oportunidades no se le presentan a diario a un perdedor citadino.

En otros episodios veremos de reojo a un hombre que se descubre canoso mientras pide un corte a la Morrisey, seguido de dos hermanos que se van de putas con el poco dinero que han encontrado en una bolsa extraviada.

Enseguida, los villanos aparecen al menos en los turbulentos sueños de Nabal, el personaje escrito por Alfredo Padilla, un profesor universitario que se convierte en asesino cuando cierra los ojos en su cama. A diario, dice, mata a una persona distinta, pero no se trata de pesadillas, sino de un artificio que le produce placeres casi húmedos. Además, la pluma de este escritor potosino agrega formas sencillas de suicidarse porque, como se rebela en otros cuentos, el mundo es a veces una mierda en donde ya mataste a tus padres o a tu propio hijo.

Foto de Pedro Veneroso

En este Universo de buenos y malos no podrían faltar los asesinos a sueldo, que en la ociosa mente de Salvador Munguía son el espejo de la picardía y el desenfado mezcladas con caipiriñas que serán el preámbulo de un intento de aniquilar a cierto cronista deportivo en pleno mundial de futbol. Con el cuchillo del humor negro entre los dientes y los senos de mujeres jóvenes, el autor también nos cuenta su curioso infierno cuando recibe a quien será su futura cruz: el pequeño Nicolás, su única herencia tangible.

¿Podríamos, hasta este punto, mezclar a los personajes en un solo cuento? ¿Sería demasiado delirante? Mejor continuemos con la revisión.

En La última función del cinema Zeus, de Rodolfo JM, el dueño de una sala en decadencia decide rendirle tributo a Cecilia Montero, estrella del cine porno mexicano, sin imaginar que un misterioso espectador llegue a hacerle compañía y revele recuerdos familiares con olor a tragedia. Para cuando llegamos a los relatos de Roberto Colis hay un reposo, dejamos la ciudad y nos vamos al mar para luego excitarnos con las piernas de una mujer francesa. Sin embargo, las conspiraciones llegan con Mariño González y un Papa recién fallecido quien solo encontrará un cielo distinto en el cual Dios es una mujer súper buena, o sea, bien sabrosa. Tenemos pues, que el Universo Lados B ya nos llevó de la ciudad a la playa y del Mundial al Paraíso; los hijos ya mataron a sus padres, los padres a sus hijos y un Papa se cogió a Dios.

Hablando de seres longevos, Kin Navarro escribe los días de Blanca y Gertrudis, dos ancianas que se apropian de un parque para hacerse chaquetas mentales con los jóvenes que se ejercitan; tal vez anden cerca de la casa de otro sujeto que también se masturba, pero más bien pensando en un crimen perfecto que lo eleve a la fama mediática.

Flashback: vamos a los orígenes de este alocado país, vamos a las peleas entre los tlatoanis y los guerreros que describe Paul Medrano, un universo antiguo donde era posible comprar esposas como quien compra obsidiana. De ahí otra vez a la actualidad con Eric Uribares que pone en jaque a un Carlos Fuentes amenazado por sus fans inconformes; páginas emocionantes en las cuales los lectores secuestran a los escritores porque éstos han sido secuestrados por el estancamiento y el poco brillo. Iván Sierra se encargará de ensombrecer el panorama con un relato sórdido: el de un adulto que tuvo nalguitas de ángel que sedujeron a su tío Nacho, un enfermo que quizá estaba tan solo como el personaje que, en otro cuento, busca el amor en páginas hot o el que recuerda con fervor sus días de barrio con el Saiko y el Bujeritos.

El Universo Lados B es así: sus héroes andan en patineta, traen un revólver en mano, se calientan con las europeas y fornican en el cielo.

Y es más probable que aparezcan en la nota roja que un cómic de Marvel.

Salir de la versión móvil