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Entrevista con Insite, la banda que nunca quiso irse

Cada día que a este país se lo lleva el diablo entre casos de corrupción, crímenes impunes y políticos ladrones, alguna banda de rock ensaya en un garaje con la esperanza de que su música trascienda más allá de molestar a sus vecinos. Sin embargo eso casi nunca sucede, y sin embargo, en el caso de Insite sí sucedió.

Grabaron su primer EP en 2004 y desde entonces cautivaron a toda una fanaticada alrededor del país, pero la cumbre llegó en 2007 con el disco Una vida no es suficiente, del que ya ha pasado una década, pretexto ideal para emprender una gira que hace pocos días registró un lleno en el Plaza Condesa de la Ciudad de México y que este viernes 8 de septiembre aterriza en Morelia.

Johanan Lam Moreno, quien toca la batería desde que todo comenzó, atiende una entrevista para abundar en el presente de la banda, que ya planea meterse al estudio de grabación.

¿Cómo va la gira, el volver a tocar ese disco que los llevó a donde no sospechaban?

Estamos muy contentos, es un disco que nos abrió muchos caminos, que nos permite seguir tocando, por el cual grabamos varios videos y conocemos a mucha gente. Todo eso es gracias a Una vida no es suficiente, sin ese disco lo que siguió no habría sido posible.

En esto de la música no hay fórmulas, pero ¿cuál ha sido el factor que ha generado semejante conexión con sus audiencias?

Creo que algo muy importante han sido las letras, porque la gente se identifica demasiado con ellas. El compositor de la mayoría de canciones ha sido Kar, dejando siempre sus experiencias personales y gracias a ello conectó con mucha gente. Además nos tocó la buena época del MySpace y las redes sociales especializadas en música, digamos que todo coincidió para ser escuchados, incluso gracias a una de esas plataformas virtuales conseguimos conectar con una disquera.

¿Cómo lograron sobresalir en medio de otras bandas de géneros similares que también sonaban fuerte?

A nosotros nos catalogaban mucho por tocar música muy pesada, pero temas como Cielos que lloran creo que sí marcaron diferencia respecto a otros grupos como Thermo, por ejemplo. Nuestro tono siempre ha sido más agresivo y por ahí fue que la gente nos comenzó a ditinguir.

¿Y 10 años después qué tanto ha cambiado ese sonido?

De hecho estamos trabajando en eso, acabamos de sacar el sencillo Las cosas que dejamos atrás, donde queríamos mostrar que seguimos vivos y compartir con nuestros fans a qué estamos sonando. Digamos que nuestra etapa es la de componer canciones pensando en que el próximo año nos metamos a grabar al estudio. No tratamos de superar discos pasados, porque no se trata de eso, sino de seguir creando, de reinventarnos, y creo que sí se va a notar un gran cambio.

¿Qué fue lo más difícil en esos años en que se separaron?

Lo más complicado es no hacer lo que más te gusta, fueron como dos años parados y cada quien se puso a hacer lo suyo. En mi caso abrí un bar, pero extrañaba tocar, viajar, grabar, y sobre todo juntarte con tus amigos en los ensayos, esa parte creo que es la más difícil de superar.

¿Les sorprende que la gente no los haya olvidado?

Claro, y estamos muy agradecidos con esos fans que nos sigues desde el inicio, que ahora ya son un poco mayores, a los que vimos cantando durante el show del Plaza Condesa.

 ¿Se puede ser exitoso desde una ciudad pequeña?

Claro, no importa donde radicas, sino el empeño que le pongas a las composiciones y sobre todo a ensayar: esa es la clave, ensayar todos los días, no dejar nunca los ensayos hasta que obtengas algo convincente. La difusión es mucho más sencilla, tenemos las redes sociales y eso no existía hace algunos años. Nosotros empezamos desde cero, maquilábamos nuestros propios discos caseros, hacíamos el arte, cada quien quemaba sus copias y las vendíamos en las tocadas para así juntar dinero y grabar en estudio.

 

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