La cita fue el sábado a mediodía, justo durante la final de la Champions entre Real Madrid y Juventus. Instalados en un bar con pantallas gigantes, alitas extra picosas y un enfadoso animador, Raúl Mejía concedería una entrevista sobre su más reciente libro: Coloquio de Circunstancias con Gaspar Aguilera, recién salido del horno gracias a ABZ Editores.
Imposible charlar durante semejante encuentro futbolístico también atestiguado por el cineasta Adrián González Camargo, quien enfundado en una casaca de la Juve sufrió cada uno de los 4 goles como cuando su también querido Cruz Azul llega a las finales y las pierde. Otro presente fue Salvador Munguía, oscuro abogado y escritor negro quien siempre elige mal a sus escuadras, empezando por ese inexplicable amor que le tiene a Monarcas Morelia.
Luego de la goleada contra los italianos y ya sin atestiguar cómo CR7 levantaba la doceava Orejona para los Merengues, ahora sí comienza la entrevista que pretende ser uno a uno, pero a la que se integra el mencionado leguleyo y el joven escritor Oswaldo Árciga, a quien agradecemos haya capturado a una velocidad impresionante una charla que se extendió por 45 minutos.
¿Raúl, desde cuándo empezaste a concebir el libro y cuál fue la ruta para concretarlo?
Pues el asunto de hacer un mapa de lo que es o ha sido la cuestión cultural en Michoacán es algo que me surgió, de manera concreta y con posibilidades de realización, cuando fui jefe de Literatura (en el entonces Instituto Michoacano de Cultura) hace cerca de quince años, durante el sexenio de Lázaro Cárdenas Batel. Me parecía que el mecanismo seguido en el Distrito Federal para hacer ese mapa tenía que ver primero con los medios de comunicación que le daban espacio a las distintas generaciones, desde los Contemporáneos para acá hasta el momento en que Emanuel Carballo hace una serie de auto-biografías precoces, donde aparecen personajes como José Agustín. Creo que en Michoacán, o en Morelia específicamente, no había nada de eso, porque finalmente se reproduce el sistema centralista del país. Me parecía que cuando uno se empieza a meter al asunto de las letras o la música suele ser interesante saber qué pasó antes, y lo único que yo sabía, si me ubico en el joven que yo era en los setenta, eran anécdotas. Con ese puesto público invité a todo mundo para hacer las biografías y sólo aceptaron cinco, de los cuales ninguno era michoacano y en ese punto me desanimé. Pero en el 2012 yo vivía en Pátzcuaro y me manda un mail Gaspar donde me deja la impresión de querer hacer una autobiografía. Le propuse que lo hiciéramos y al mismo tiempo se lo propuse a la Secretaría de Cultura, pero no creas que les gustó la idea: sólo dijeron “pues hazla” sin otorgar mayores incentivos.
¿Entrevistaste a todos los personajes clave alrededor de Gaspar?
No. Era muy difícil hacer las entrevistas porque algunos cancelaban o no podíamos acordar una fecha, es por eso que no pudo salir Pepe Mendoza porque nunca coincidíamos. No creas que fue tan fácil. Ya cuando lo terminé noté que salió algo así como un mosaico de entrevistas en donde la intervención mía y de Jorge (Bustamante) muestran un panorama generacional de quienes ahora somos los viejos de la escritura aquí en Michoacán. Tengo la impresión que este libro llena un hueco, que yo espero que le interese a otras personas como para que hagan otros trabajos mejores. Me parece que personas como Alejandro Delgado, Arturo Molina, Gustavo Chávez y Pepe Mendoza hicieron mucho en la provincia que era Michoacán, y no hay nada sobre eso. Creo que Alejandro Delgado tuvo un papel muy importante en los setenta para abrir muchos caminos en la cuestión de las artes plásticas, y se encuentra olvidado; lamento mucho la muerte de Arturo Molina porque era una persona con bastante información sobre la cultura en Michoacán y es una lástima que no se haya hecho lo que comenté. A grandes rasgos esa es la ruta del libro.
A pesar de no ser un libro académico, supongo que tenías una hipótesis de lo que encontrarías en ese camino.
Efectivamente, yo no tenía ningún interés en que fuera un libro académico, pero sí tenía una idea en el sentido de que las opiniones o la vida de Gaspar deberían tener una parte central en donde se explicara por qué se hizo tan importante, es decir, ¿qué explica que Gaspar sea referencia por lo menos por treinta años? La idea que me motivaba era: ¿qué es lo que hace que una persona permanezca tanto tiempo al margen de si es bueno o malo? Gaspar tuvo unas claves que fueron muy importantes, una fue el vínculo con el grupo del maestro Víctor Sandoval, su relación con el Pollo Campos, y haber traído una serie de lecturas y talleres que no se hacían. En una parte de las entrevistas, Lourdes Villanueva menciona que Morelia era como un ranchito donde estaban leyendo a poetas como Amado Nervo, por lo que la llegada de Gaspar fue descubrir a otras voces como García Márquez, Vargas Llosa y demás. No creo que haya sido él quien los trajo pero sí el que los puso en la discusión. Eso fue una parte clave para que a mediados de los setenta nadie le discutiera el papel que tenía, aun así resulta interesante por qué no había relevos, para mí sigue siendo un misterio. Lo mismo pasa con Alfredo Zalce o con Miguel Bernal Jiménez. Me parece que nosotros queremos tener un referente y que si no se ha hecho es en parte porque no ha existido una política cultural que vaya en ese camino. Si uno se pregunta cómo fue con Octavio Paz o con Fuentes o con los de la Onda se da uno cuenta que en verdad fueron institucionales. En el caso de Octavio Paz, que viene de una familia de lana y tal vez lo hubiera hecho con o sin el Estado, pero evidentemente tuvo que ver la Secretaría de Relaciones Exteriores que los apoyó, y después las revistas y los grupos como el de Monsiváis, Nexos o Vuelta. Son productos diseñados, ¿pero esto quiere decir que se van a hacer de menor calidad los productos? No. Me parece que, por ejemplo, lo que hace ahora la Sociedad de Escritores Michoacanos es muy importante, al margen de simpatías o antipatías, creo que ese es el secreto para que se creen productos de calidad. Se tiene que soportar en una plataforma política o en una comercial, algo para que se vea, así salió Fuentes y así fue el boom. Pensar que alguien de no sé dónde te va a reconocer como chingón es una cosa estúpida, eso no ocurre. Son productos diseñados para que ocurra y ocurre también que a veces en esos proyectos hay mucha gente muy buena. Imagina: sin el aval de Arreola o sin la visión comercial de Emanuel Carballo la generación de José Agustín no hubiera resultado y fue una ruptura con la generación de Carlos Fuentes. Es algo que en Michoacán no ha pasado, en Michoacán ocurren las cosas por azar, grilla o quizá en camarillas pero sin un proyecto.
¿En provincia se le consiente a los escritores en vez de criticar su obra?
Creo que una de las cosas que en Michoacán no ha habido, hasta donde yo me acuerdo, es crítica. Se tiene una visión provinciana de lo que es el oficio de escribir, todavía tiene ese halo de misterio del que es poeta o el que hace novelas, el hecho de que sea así lo pone en un pedestal donde lo que haga, si está bien se le festeja y si está mal no decimos nada. Creo que mucho de lo que ocurrió con las generaciones que mencioné tiene que ver con estos grupos bien consolidados que evidentemente se atacaban entre sí, pero en ese ataque también había crítica y esto siempre hace que se mejore la producción.
Hasta entonces en silencio, el licenciado Munguía se mete a la plática: ¿Crees que la figura de Gaspar Aguilera, por su condición física, esté sobrevalorada? ¿En realidad es bueno?
Creo que es muy difícil tener una idea clara de si la condición de Gaspar ayuda a que se le trate con más consideración. No soy buen lector de poesía, pero me parece que Gaspar tiene algunos libros francamente muy buenos: Pírenico es uno, y sobre todo Los Ritos del Obseso. Ahora ¿qué erotismo es el que maneja Gaspar? Me parece que va mucho en el tono que en la narrativa usaba Juan García Ponce: contemplativo, un poco despegado del objeto del deseo, y eso lo hace como misterioso, algo que ahora no parece que venda. Pero sí hace falta crítica, es decir, si a alguien no le gusta mi libro, por ejemplo, creo que eso es normal, lo que no me parece normal es que no se haga público porque eso incluso haría una discusión más sana. Pero se queda en un chisme, todo se maneja por debajo y no se pone por escrito porque te expones y la cultura michoacana o moreliana no es de exponerse: es de chismear. Que a alguien le guste o no le guste me parece legítimo, pero lo que me parece muy necesario es que se exponga, porque al hacerse público le das permiso al autor para que también diga lo que piensa. Eso no ocurre.
Hablando de crítica, en tu libro me parece muy interesante la parte de los inicios de Gaspar, la tragedia, pero al final siento que es benevolente, como rindiéndole tributo a una figura de la literatura michoacana. (La observación es de Munguía).
Mira, estoy de acuerdo con lo que dices al final. Yo creo que en parte es eso y confirma lo que dije hace un rato. En el momento en el que me planteé hacer este trabajo sobre Gaspar no se había hecho antes, y cuando te enfrentas a una experiencia nueva hay una serie de prejuicios respecto de quién vas a tratar porque: primero lo conoces, otro, es tu amigo, le tienes aprecio, es decir, hay una serie de vínculos emocionales.
Valenzuela: ¿Eso es lo que impide la crítica literaria?
Exactamente. En lo personal no tengo algo contra Gaspar, y vaya que tuvimos problemas cuando trabajamos juntos, entonces cuando empecé a notar que varias personas hablaban de él, en términos no tan halagüeños, me pedían que no lo pusiera, eso me causó un problema, sobre todo cuando salió el asunto de que Gaspar se aprovechaba de los puestos públicos. Bueno, sí, se aprovechaba, pero en ese momento comienzas a preguntarte: ¿cómo manejo esto si es mi amigo? Y pues salió lo que salió en el libro. Sí, se aprovechó del puesto, pero finalmente para ciertas posiciones de trabajo, que son ejecutivas, se necesitan personas que tengan ciertas cualidades, que por supuesto ahora no existen en los nuevos cuadros ejecutivos: gente conectada en el poder, gente conectada con directivos que faciliten las gestiones. ¿En qué aprovechó Gaspar el puesto? ¿En ir a un congreso de escritores? Sí, ¿pero de verdad eso es aprovecharse? No se enriqueció, no desvió recursos, al contrario: hizo mucho por la cultura.
Munguía: ¿Eso es algo que no hay en los últimos años? ¿No hay un lenguaje con nadie que esté en ese puesto?
Si tú en este momento vas a la Secretaría (de Cultura) verás a personas que no tienen la trayectoria que avale su posición, entonces los jefes, los directores, o los secretarios, en lugar de tener personas que deben ser colaboradores se convierten en súbditos. Un trámite que quieras hacer de música o lo que sea se enfrenta a que tenga un papel no solamente subordinado administrativamente con el jefe, sino en la vida real es subordinado y no se puede hacer nada. Antes no era así. Antes a los puestos se llegaba igual: por dedazo. Yo llegué así, no creas que fue diferente. A mí Octavio Vázquez me dijo: “vas a ser tú” y aunque en la prensa se decían varios nombres yo ya sabía que iba a ser yo. Pero antes, sin hacer apología del pasado, había una trayectoria que al final por dedazo a veces te tocaba, pero llegaba alguien que cuando tenía que hacer algo podía hablar con fulano y éste sabía quién estaba hablando y era paritario; ahora no, y eso se puede bajar al nivel que quieras, por eso me parece interesante que se hayan abierto posibilidades al margen de las instituciones, pero que sean factores de presión en las instituciones para que en algún momento, no digo que pronto, esto cambie.
El joven Árciga también tiene su pregunta: En el libro se maneja con cierta humildad a los escritores michoacanos, por ejemplo, en la opinión de Darío Zalapa, él menciona que Gaspar sí es bueno, pero no para ser un representante de la literatura Michoacana. Es decir, de sus mayores éxitos era traer a autores como José Emilio Pacheco a Morelia… ¿Crees que sí haya un referente en Michoacán en cuestión de literatura?
Pues el hecho de traer a esos autores ya por sí mismo significa que existía alguien que podía fungir como interlocutor, y no solamente era Gaspar, era una inteligencia colectiva, es decir, estaba la familia Próspero y demás funcionarios que eran letrados, y sin duda el encargado de todo ello era él. Pongámoslo así: ¿quién era el Ronaldo de ese Real Madrid? Era Gaspar. Eso ya no pasa.
Munguía: ¿Cómo tomó Gaspar Aguilera el libro?
A Gaspar lo vi recientemente y al parecer se sintió mal, y eso es normal. No estamos acostumbrados a que nos digan la crítica. Me parece que la crítica que le hacen a Gaspar en el libro es muy comedida, pero aun así es una crítica, sobre todo la que le hace Rafael Calderón. Me parece que a Gaspar le gustó mucho, además de que creo que el libro resultó divertido y eso es una de las cosas que yo perseguía, que fuera divertido y fácil de leer; lejos de mí estaba la idea de que se convirtiera en un precedente para algo más. De hecho ninguna de mis obras tiene como aspiración pasar a la historia. Si lo que yo hago entretiene, para mí está bien.
Valenzuela: ¿Qué tan abierto encontraste a Gaspar para las entrevistas?
Me parece que Gaspar fue muy precavido en el asunto de sus mujeres. La historia amorosa de Gaspar es rica. Tengo la impresión de que era muy cuidadoso, incluso les cambiaba el nombre. Por otro lado, la relación con los grandes escritores, como su relación con Cortázar, y en el libro explica cuál era su verdadera cercanía con él. Sin duda, no creo que ahorita haya una figura del peso de Gaspar. No la hay.
Da la impresión de que esa figura del escritor respetado hoy se ha esfumado por completo. Hoy se le ningunea, se le trata mal.
Mira, hay casos como el de Ramón Lara. A él lo conozco desde hace veintidós años y para mí ahora es de los mejores escritores, pero además es de perfil bajo, en términos de que él se promueva, pero es muy bueno, ¿por qué nadie habla de él? Y a eso es a lo que me refiero con “hace falta gente como Gaspar”. Gente que detecte, pero no sólo eso, sino que también tenga el poder de canalizar. Ahora ya no existe esa capacidad de gestión, además no hay dinero.
¿Qué tan satisfecho estas con el libro?
Me hubiera gustado que fuera más novelada, pero la misma naturaleza que hubo de las entrevistas no lo permitió. Me gustó el resultado y hasta donde he escuchado, las opiniones han sido buenas y una no buena.
¿En los escritores jóvenes que entrevístate encontraste un real conocimiento sobre Gaspar?
Sí. Creo que los que entrevisté tuvieron una relación con él, por ejemplo Armando Salgado habla mucho de esa sensación de llegar a la capital y conocer a grandes figuras de la literatura y la dificultad para colocarte. Él sí tuvo una relación cercana con Gaspar. No tanto Omar Avilés; su opinión sobre Gaspar es muy cuidada, es como a manera de reclamo de lo que Gaspar no hizo por la literatura en Michoacán, pero creo que es difícil porque si tú le pides ayuda a una persona que está un poco alejado ya de la esfera del poder, será muy complicado que pueda ayudarte.
¿Qué distribución va a tener el libro?
La distribución del libro se hace a través de los canales de distribución de ABZ, una editorial enfocada a temas jurídicos que pertenece a Jorge Orozco y él en esta ocasión decidió meterse al asunto de la literatura e iniciar con autores que desde su punto de vista tengan potencial, y consideró que conmigo era el caso. ABZ tiene distribución en los puestos de periódicos del centro de la ciudad, en la librería Madero, la librería Hidalgo y en Uruapan. Digamos que, salvo al libro que me publicaron en Estados Unidos y en CONACULTA, es el libro que más distribución tiene y esto nos habla de la necesidad enorme, urgente e impostergable de que se haga un cambio en el diseño de políticas estructurales, porque estamos hablando como si no hubiera cambiado el mundo.