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Escribo para negociar el aplastante paso de las horas: entrevista con Luis Panini

Luis Panini es un escritor oscuro y cerebral, un novelista que sabe muy bien como dibujar sus novelas, y un autor colmado de fetiches y culturismos; creador de una literatura que puede ser habitable como la arquitectura misma, aquella “pondeadora creación de espacios”, como dijera Luois Isadore Kahn. Panini, como arquitecto también, piensa que el espacio físico es finalmente donde el juego se juega, por eso la arquitectura y el espacio es tan importante en su escritura.

            Hablé al respecto con él.

La arquitectura es una profesión peligrosa, solía decir Rem Koolhaas, el arquitecto neerlandés, figura fundamental de la arquitectura contemporánea; ¿por qué decidirte en un inicio por esta carrera?

En realidad, justo antes de decidir estudiar arquitectura pensé que estudiaría medicina. Esa siempre fue mi intención, desde pequeño. La obsesión que tengo por la anatomía humana siempre ha marcado mi desarrollo intelectual. Elegí estudiar arquitectura porque varios años antes ya había comenzado a escribir y deseaba que mi área de estudio estuviera un tanto vinculada con las artes. Mi intención era, y lo sigue siendo, estudiar filosofía, pero no era esa carrera una que me ofrecería demasiadas oportunidades laborales, así que decidí estudiar arquitectura. Y no me arrepiento, pero aún conservo la esperanza de algún día obtener una licenciatura en filosofía o, por lo menos, dedicarle mucho más tiempo del que puedo dedicarle ahora.

¿A qué se debió tu emigración a los Estados Unidos a los veintiún años?

Tuvo que ver con estudios. Después de terminar la Licenciatura en Arquitectura me interesaba realizar estudio de posgrado fuera de México, tener una visión distinta de mi profesión. Así fue como terminé estudiando una maestría en arquitectura en Estados Unidos y Alemania.

¿Por qué elegir Los Ángeles para vivir, esa ciudad revulsiva y literaria?

Creo que mi opinión sobre la ciudad de Los Ángeles difiere un poco de la tuya. No me parece una ciudad revulsiva sino todo lo contrario. Quienes la visitan no tienen oportunidad de conocer su verdadera esencia. Tienes que vivir aquí para descubrir su encanto. Los Ángeles tiene que ser una de las mejores ciudades para vivir a nivel mundial. Y tampoco la veo muy literaria, al menos no en el sentido estricto del término. Cada vez que menciono que soy escritor me preguntan qué guiones he escrito, nunca ha sido qué novelas o relatos o poemas.

‘Terrible anatómica’ es un libro muy Bret Easton Ellis en el sentido de la deshumanización, un trasfondo puramente oscuro y sosegado, con violentos reflectores literarios; ¿cómo surgió esta línea narrativa?

No creo que exista una unidad temática obvia en ese libro. Si acaso puede existir una, creo que sería la anatomía humana, esa obsesión a la que ya me referí. Si algo tenían en común los relatos que conforman esa colección es el protagonismo de la anatomía humana y diversas formas de violentarla.

¿Cómo es ser nombrado en el 2014 por la revista ‘La Tempestad’ como un “Escritor Emergente”, cuando ya tenías varios años escribiendo?

Escritor novel y emergente son dos conceptos distintos. Fue en 2014, con la publicación de mis primeras dos novelas, que mi trabajo comenzó a llegar a más gente gracias a su amplia distribución nacional. Mi nombre era cada vez más mencionado, comenzaba a emerger. Creo que por esa razón ‘La Tempestad’ me eligió como el escritor emergente de ese año.

¿Es ‘Esquirlas’ una novela tanatológica, encontraste con ella un sentido al proceso de la muerte, sus ritos y su significado?

Detesto adjudicarle a la escritura propiedades terapéuticas, pero debo admitir que escribir ‘Esquirlas’ me ayudó mucho a procesar la muerte de un ser muy querido. En ese sentido de encontrar a través de ella una especie de descanso mental. Creo que una vez terminado el libro mi mente encontró una especie de paz, porque ya no se veía obligada a recordar constantemente todo lo que temía olvidar si aquello no hubiera sido escrito.

¿Cómo llegaste a lo homoerótico en ‘El uranista’ y cuál es la verdadera historia contada?

Creo que en ‘El uranista’ no existe lo homoerótico. Es cierto que el protagonista de la novela es una anciano homosexual, pero el texto se enfoca, sobre todo, en su vida cotidiana, en el hartazgo constante que provocan las rutinas. Me interesaba presentar a un pedófilo de una manera muy distinta de cómo la literatura tiende a presentarlo. No deseaba convertir la historia en un proceso policíaco o condenar su conducta de ninguna forma. Sólo me interesaba presentarlo como cualquier otro ser humano.

¿Cuánto hay de morboso y cuánto más de mórbido en ‘Mala fe sensacional’?

Creo que mucho. El detonante de ese libro fue una imagen que vi en el televisor. Un noticiario mostró a una liebre parcialmente carbonizada, víctima de un incendio forestal. No comprendí porque un noticiario se sintió orillado a elegir esa imagen. El sufrimiento animal es algo que no puedo tolerar. Entonces comencé a pensar en la mala fe, de que manera la practicamos día a día. Así que decidí armar un libro con viñetas que exploraran este concepto: la mala fe al prójimo, a la pareja, a los animales, incluso al lector.

El escritor escribe su libro para explicarse a sí mismo lo que no se puede explicar, dijo García Márquez, ¿crees estar bajo esta definición?

Alguna vez mencioné que escribo para negociar el aplastante paso de las horas y lo sigo creyendo, pero también es cierto que escribo para concederle sentido al mundo que me rodea. Es tan difícil comprender lo que sucede, a la gente, por eso veo en mi escritura una oportunidad de crear mi propio universo, para entender lo que sucede fuera de él.

¿’Destrucción del amante’ coquetea con el concepto de afecto en ‘La Llama doble del Amor de Octavio Paz’, en donde la sexualidad y el erotismo se conjugan como lo más primitivo del ser humano?

No he leído el libro de Octavio Paz que mencionas. Creo que no era tanto la búsqueda de la sexualidad y el erotismo lo que me llevó a escribir ese libro de poemas, sino un impulso por destruir la posibilidad de la autocensura, el peor pecado que un escritor puede cometer. Durante años me pregunté si yo era un escritor que practicaba la autocensura, pero no es fácil hallar esa respuesta porque uno mismo nunca puede ser objetivo con lo que escribe, así que decidí hacerme una pregunta: ¿Qué es lo que no deseo que mis padres sepan de mí? La pregunta obtuvo tres respuestas. Cada una de esas respuestas se convirtió en un libro. Dos de ellos aún siguen inéditos. Así fue como nació ‘Destrucción del Amante’, como un desafío de contar un episodio sobre mi vida íntima que no me gustaría que mis padres conocieran. Esa fue, para mí, la única manera de lograr sacudirme la posibilidad de la autocensura.

¿Cómo es ser un autor incluido en la antología ‘Lados B. Narrativa de Alto Riesgo’ de Nitro/Press?

Siempre que un editor, sobre todo si es escritor, me contacta porque le interesa incluir mi trabajo en un proyecto de antología lo tomo como un halago. ‘Lados B’ es una antología que ha tenido varias ediciones y los textos que compila son muy divertidos.

Infinitas son las controversias de los magos. ¿Qué fue lo que te llevó a la figura del taumaturgo en ‘La hora mala’?

Aún no lo sé. La escritura de esa novela fue muy orgánica. El personaje al que me refiero como “el mago” llegó porque tenía que llegar, porque embonaba perfectamente. La figura del mago puede tener tantas interpretaciones que me pareció ideal que fuera una especie de protagonista en la novela.

¿De qué manera convergen la arquitectura y la literatura en tu narrativa?

El espacio físico es, finalmente, donde el juego se juega. Por eso la arquitectura y el espacio es tan importante en mi escritura. Para mí es un personaje más, no sólo unas cuantas líneas de descripción que sirvan a manera de escenografía. Siempre he tratado de concederle valor simbólico al espacio que mis personajes habitan.

¿Por qué comenzar una saga en ‘Los Cronopolios 1. “Las espirales del tiempo”’ y cuánto hay de Wells, Oesterheld, Asimov y Benford en ella?

Porque sólo me interesa escribir los libros que no sé si puedo escribir. El proyecto de escribir una historia que se prolongara a lo largo de varios volúmenes me parecía imposible, pero también terriblemente seductor, así que decidí intentarlo. A Wells le rindo un pequeño homenaje en una de sus páginas. De Oesterheld, Asimov y Benford no hay nada en esa trilogía, son autores que aún no he leído. Si lo hay, se trata de una coincidencia.

¿A qué otro escritor recomendarías para ser entrevistado por Mixar López?

A Franco Félix, a Gabriela Torres Olivares, a Alejandro Badillo.

Luis Panini es Escritor y arquitecto. Su primer libro obtuvo el Premio Nuevo León de Literatura 2008. Es egresado de la licenciatura en Arquitectura de la Universidad Autónoma de Nuevo León y realizó estudios de posgrado en la Universidad de Kentucky y la Herbstakademie en Estados Unidos y Alemania, respectivamente. Textos suyos han aparecido en publicaciones periódicas del país y del extranjero: ‘Luvina’, ‘La Tempestad’, ‘Arquitrave’, ‘Casa del Tiempo’, ‘Vice’, ‘Metrópolis’, ‘Pez Banana’, ‘HTMLGIANT’, ‘Posdata’, ‘Guardagujas’, ‘Shandy’, ‘[out of nothing]’, ‘Construction’, etc. Ha publicado tres colecciones de ficción breve: ‘Terrible anatómica’ (Conarte, 2009), ‘Mala fe sensacional’ (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2010) y ‘Función de repulsa’ (Libros Malaletra, 2015). También es autor de las novelas: ‘Esquirlas’ (27 editores/UANL, 2014) y ‘El uranista’ (Tusquets, 2014). Fue incluido en ‘Cuentos desde el Cerro de la Silla’. Antología de narradores regiomontanos (Anagrama/UANL, 2010) y ‘Lados B 2012: Narrativa de alto riesgo’ (Nitro Press, 2012).

 

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