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Estos bares desaparecieron mientras tú envejeciste  

Estábamos en plenos dosmiles, éramos jóvenes, guapos y hasta simpáticos, pero el tiempo pasó rápidamente y ahora recordamos los mejores bares de nuestra juventud cual abuelos sentados en una mecedora al lado de sus nietos. Así es: la mayor parte de lugares donde bebimos tanta cerveza y hasta nos besamos con gente desconocida ya ni existen, ahora son casas particulares, bodegas abandonadas o antros con un giro diferente. ¿Quieres ver qué fue de ellos mientras envejecías? 

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La Caldera 

A principios del año 2000 este era el bar obligado no solo para los fines de semana, sino para un martes cualquiera, y es que la cerveza era tan barata que podías salir arrastrándote sin gastar mucho presupuesto. Poco importaba que la banda en vivo siempre tocara las mismas rolas de Los Cadillacs y compañía, lo interesante era reunirse con los cuates y hasta vivir aventuras extremas, como aquella noche en que una chica cayó desde el segundo nivel hasta el piso, sin consecuencias graves. Además, tuvo conciertos memorables, incluyendo uno de Amandititita.

 

Mukai 

Refugio de poetas, amantes del reggae, marihuanos, rockeros y uno que otro hipster, el Mukai se convirtió en el bar alternativo de la ciudad, donde lo mismo podías ver a una banda de punk en vivo con 200 personas amontonadas que estar solo y tu alma, mientras los meseros ni te hacían caso. Casi todo era infame: latas de sardina en vez de ceniceros, tambos habilitados como mesas y sillones roídos por los ratones, pero ese carácter cutre quizá era su mayor atractivo. Su época dorada la vivió en Madero Poniente, aunque tuvo un segundo capítulo frente a la antigua central de autobuses.  

En pleno 2018, esa segunda planta es una casa habitación que está encima de una paletería.  

 

Plur/Dj Café 

Acá se vivía un ambiente más tranquilo y hasta cierto punto sofisticado. Si no te gustaba el rock y preferías los sonidos electrónicos, este sitio se convertía en el punto ideal para tomarte unos tragos mientras la noche avanzaba con lentitud. Como toque único, el bar contaba con camas para que de plano te echaras un coyotito y en su patio llegaron a armar conciertos con bandas de rock local.

 

 

La Casa de la Salsa 

El lugar por excelencia para todos aquellos que nacieron con la bendición de mover sus piernas y cintura a ritmo de géneros como la salsa, la cumbia y todo lo tropical. Con música en vivo a cargo de buenas orquestas, era el mejor sitio para conquistar parejas mientras se escuchaban rolas de Willy Colón o Joe Arroyo. En sus últimos años el concepto se fue deteriorando y había de todo: desde show streaper hasta concurso de karaoke e imitadoras de Paquita la del Barrio. En otras palabras, ya no estaba chido. 

 

Chillout 

A mitad de la década pasada se abrió un bar bonito, enclavado en una casa del Boulevard Arriaga Rivera, con mesas de billar, sillones elegantes y una buena barra. Comenzó con tendencias electrónicas y poco a poco se abrió a otros géneros, incluyendo presentaciones de bandas de rock original en vivo. Lamentablemente la aventura no duró mucho y terminaron por cerrar.  

 

La Leyenda 

Nunca fue el hit de la ciudad, pero La Leyenda era de esos bares discretos donde la pasaban bien mientras jugabas al billar, aunque no fueras bueno para eso. Sus tarros con tragos nacionales eran sumamente baratos y la música era buena, aunque a veces exageraban en ciertos temas que oías en cualquier lado. Para llegar, había que subir unas escaleras que se convertían en un peligro si acaso bajabas en mal estado, pero mientras existió nunca se supo de algún incidente.  

Tiempo después se convirtió en un bar de karaoke, de esos donde suenan las peores voces de la noche.  

El Quelite

El lema de este bar era “Chiquito pero grandioso”, se trataba de un pequeñísimo bar que abrió sus puertas sobre avenida Madero en donde se reunía la banda fiestera de Morelia, sólo que la mayoría de las veces para poder entrar tenía que salir alguien, literal. Aunque tenía un segundo piso donde apenas había tres mesas, varios nos aferrábamos a quedarnos ahí en esas noches de dj los fines de semana, además que la cerveza de barril era sumamente barata y servía perfectamente para un precopeo. Fueron varios años los que estuvo ahí y luego se mudó a Bartolomé de las Casas, donde finalmente desapareció. Hoy, en Madero hay una zapatería.

El Quelite. Foto tomada de Facebook

 

Limbo

Este fue un lugar que todos los treintañeros recordarán con nostalgia, tuvo varias locaciones en toda la ciudad pero quizá las que más recuerden sean la de Aquiles Serdán, el Boulevard García de León y avenida Madero, el cual fue el último en sobrevivir. A pesar de sus muchos contras se convirtió en un lugar emblemático, un foro para las bandas locales, para grandes fiestas de donde salíamos fumigados, tuvo incluso su propia galería y fue de los primeros lugares en Morelia en hacer ciclos de cine. Seguro cuando vean esta lista, varios tendrán muchos recuerdos de ese lugar que se sentía muy cercano a su propio nombre.

 

Quinto Elemento

Ubicado sobre avenida Universidad, era el lugar a donde caían los universitarios en sus horas libres o cuando querían empezar la fiesta desde el miércoles. Tenía varios pisos en donde en cada uno tocaban música diferente que, sumado a los litros de cerveza que vendían, seguro terminabas bien enfiestado. Los fines de semana en su terraza había djs y era seguro que te encontrabas a alguien conocido, en su última época tenía unos cuartos con karaoke que inevitablemente hacían que las noches terminaran con las más dolorosas rolas de Juan Gabriel y José José. Después de ello, distintos giros comerciales han ocupado ese edificio.

 

Los ídolos

Hace más de 10 años que este espacio abrió sus puertas en la calle Allende en el centro de Morelia, se trataba de un lugar ambientando por afiches de lucha libre, bastante ecléctico porque podías escuchar dese reggea, ska, punk, rock, pop, alternativo hasta electrónico, quizá el único sitio en ese entonces donde también rifaban las cumbias. Su concepto de cantina fue refrescante para alejarnos un poco de los clásicos covers noventeros de otros bares. Se armaban fiestas tan buenas que la casona de cantera quedaba chica y finalmente se convirtió en el Rojas Pop.

Los ídolos. Foto tomada de Facebook

 

Raven

Morelia siempre ha tenido casi por tradición lugares en donde la cerveza es sumamente barata, este era uno de esos espacios. Era un lugar muy pequeño que pronto se convirtió en el punto de reunión diario para echar una cerveza tirados con los amigos en uno de sus sillones viejos, fue de los primeros bares en donde vendían caguamas y de las primeras producciones de cerveza artesanal en Morelia. Además, podías poner tu memoria para apropiarte de la música.

 

Foro 38

Uno de los primeros sitios para amantes de la electrónica, el rave y los dulces psicotrópicos fue El Foro, una elegante construcción sobre la calle Pino Suárez que todos los fines de semana se atascaba de gente para bailar con los mejores djs de Morelia y otras ciudades del mundo. Su balcón, el escenario principal y cada rincón labrado con cantera lo hacían un antro único en su tipo, y desde luego, la cueva perfecta para conocer dealers de ocasión. Cerró sus puertas hace algún tiempo, pero de vez en cuando lo vuelven a abrir para eventos especiales.

Imagen tomada de Facebook

 

 

Indie Pub

En un momento en que todos los bares eran más con lo mismo, se abrió un muy pequeñito espacio entre las avenidas Solidaridad y la Ventura Puente. Su nombre: Indie Pub, donde la distinción era la música, pues podíamos escuchar bandas nuevas como Arctic Monkeys, The Strokes, The Hives o The Killers, es decir, toda la movida indie que rompía con el rock convencional de otros bares. Entre semana tenían sus buenas promociones y aquello se retacaba de chaviza sedienta de cervezas, desafiando toda regla física del espacio. Ante su éxito, posteriormente cambiaron de local a uno muy grande en el centro, pero ya no fue lo mismo y cerró al poco tiempo.

 

*Foto de portada: Stereoadicta en La Caldera. Tomada de Facebook.

 

 

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