Por Antonio H. Vargas
Alguien me dijo que “la música es universal” y cuánta razón tiene, ya que ésta es la más pura de todas las artes según el filósofo y melómano español Eugenio Trías. La música tiene la magia de encontrar sentimientos que nos recuerdan algo o nos llevan a sitios insospechados.
Interpretamos la música según nuestro estado de ánimo, ya que ésta no tiene intencionalidad, es decir, el compositor la escribe pensando o sintiendo algo, pero al momento de llegar al oyente esta intencionalidad se pierde y uno la puede interpretar según su sentir. Esto viene a cuento por la presencia de Pandit Hariprasad Chaurasia, renombrado músico del norte de La India que llegó al Festival de Música de Morelia.
La presentación fue en el Centro Cultural Clavijero, una noche fría pero con una calidez visual para ver al maestro ejecutar el bansuri, rodeado de una esvástica adornada con flores de Cempazúchitl; la palabra esvástica vienen del sanscrito y significa “buena fortuna”, y las flores representaban la fiesta por la vida.
A sus 67 años de edad, Chaurasia es un referente de la música clásica hindú; el instrumento que toca y ama es el bansuri, una especie de flauta que ahora domina a la perfección gracias a sus estudios de música, algo que en su momento contravino la tradición familiar de practicar la lucha.
Oriundo del estado Uttar Pradesh, inició con la música vocal, luego estudió flauta en Varanasi y además trabajó en una estación de radio como intérprete y compositor. Bajo la influencia de una maestra que le sugirió tocar la flauta de forma inversa (con la zurda) recomenzó el estudio desde cero.
Sin duda una noche mágica con sonidos de La India, una ambientación armónica y un espíritu que apaciguó la sed de movimiento bajo las notas de la tambura, bansuri, tabla y flauta, un concierto que duró aproximadamente dos horas y en donde se interpretó “Alaap” (pieza de Raga en largas anotaciones); “Jod” (el tempo de la música se acelera) y “Badish” (composición basada en un raga en particular que toma la pieza entera in crecendo)
Un buen concierto empañado solo por el retraso de casi 30 minutos, detalle que deberá cuidar el FMM para las últimas presentaciones de esta edición 2015, pues si el público paga un boleto, se merece absoluta puntualidad.