Kinky se presentó en la Expo Feria Michoacán 2014, ahora caracterizada por ofrecer un elenco que combina el pop y el rock, desplazando a las bandas de narcocorridos que eran la norma en otras ediciones. Aquí la crónica.
Por Francisco Valenzuela
Dejamos el auto en un estacionamiento improvisado que costaba 40 pesos y ofrecía como principal atractivo una poética capa de humo que hacía toser a todo mundo. Salimos de prisa, pagamos 10 pesos cada uno y ya estábamos en la Expo Feria Michoacán 2014, con gran afluencia de público. Entre venta de churros, quesadillas gigantes, litros cerveceros de a 40 y cobijas ofrecidas por merolicos, una voz institucional salía expulsada de la bocina más potente para decirnos que todos somos Michoacán y representamos algo único e irrepetible, cosas como “Soy tu arquitectura, soy tu bella cantera, soy tus danzas y tradiciones”. Un amigo parodió el asunto y ajustó: “Soy la deuda que dejó el gobierno anterior”, a lo que agregué: “Soy el secretario de Gobierno encarcelado”, para que él contraatacara: “Soy el comisionado Castillo”.
Luego de estos chistes sin mucho sentido, entramos al famoso teatro del pueblo (del pueblo bueno) y nos dio gusto que sobre la hora no hubiera tanta gente (aunque más tarde casi se llena) para ver a Kinky, pues eso nos permitió llegar sin nada de problemas a las primeras filas y ver a esta banda regia surgida allá por los nostálgicos dosmiles.
Gil Cerezo y compañía fueron la tercera banda rockera al hilo en actuar en este escenario, después de Fobia y Molotov. Un viraje que muchos agradecieron en las redes sociales, pues por primera vez no hubo una invasión de narcobandas con letras de Buchanas, buchonas, muerte y destrucción.
Kinky es de esas agrupaciones que disfrutas mucho más en vivo que en discos. La potencia que imprimen a cada tema se refuerza con visuales coloridos que no dejan a nadie sentado, sino al contrario, provocan una euforia que no cede hasta que termina el concierto.
Así lo dejaron ver con temas muy conocidos por sus fans: desde las vaqueras Soun tha mi primer amor y Cornman, hasta el tributo al aferre de Más y Después del after. No faltó esa que hicieron con La Mala Rodríguez, invitada virtual que nos mostraba su rostro hermoso y oscuro en la pantalla led. En lo particular disfruté Ejercicio No. 16, sobre todo por el excelso scratcheo de Gil, y desde luego Coqueta, Hasta quemarnos y A dónde van los muertos, que dejaron para el último, cuando la gente les exigía el regreso.
Más discretos en su discurso en comparación con las mencionadas bandas chilangas, los Kinky no se desvivieron por agradecer a ninguna autoridad, pero sí pidieron al respetable levantar el puño como una demostración de fuerza civil contra la violencia. Guitarras, bajo, batería, percusiones, tornamesa, teclado, trompeta y un imponente acordeón armaron una fiesta enorme, hicieron que todos bailaran y gritaran, que se preguntaran a dónde van los muertos en un estado donde los muertos aparecen todos los días en las páginas sangrantes de los periódicos.