Por Antonio H. Vargas
La voz es el instrumento musical por excelencia, a través de ella podemos reconocer a personas, lugares, incluso momentos de alegría o tristeza. Además, tiene la cualidad de crear musicalidad y armonía. La voz como fuerza creativa, la voz como poesía. La música sacra dentro del Festival de Música de Morelia no podía faltar, por lo que tocó el turno a la voz humana acompañada por el piano que deleitan al público que se dio cita en el templo de San Agustín, una construcción barroca edificada entre 1550 y 1626.
El recital estuvo a cargo del barítono Juan Arnulfo Tello, oriundo de Guadalajara, quien a su corta edad ha participado con la Filarmónica de Jalisco, la Orquesta Sinfónica de Michoacán, Los Músicos de su Alteza (España) entre otros; en 2013 ganó el concurso para formar parte del elenco del Pequeño destornillador, de Britten.
La soprano Nohemí Jaime Delgado, originaria de Tamaulipas, cursa el cuarto año de licenciatura el Conservatorio de las Rosas, ha estado bajo la tutela de grandes maestros del canto como Eva María Santana, Francisco Araiza, entre otros, y ha participado en la ópera de Puccini Sour Angelica.
Los acompañó al piano Rigel Miravete Reyes, quien en 2004 ganó el Concurso Infantil de Piano Pretof, además de participar en varias ediciones del Festival de Arte Joven. De manera altruista, colabora en los talleres de Arte y terapia para niños y jóvenes que padecen cáncer.
El programa del recital, en palabras del barítono, “es un repertorio del cielo a la tierra” ya que primeramente se presentaron obras de Miguel Bernal Jiménez donde hizo una armonización de canciones populares: 1. Adiós oh Virgen incomparable, 2. Adiós Reyna del cielo, Madre del Salvador, 3. ¡Oh, María, madre mía, consuelo del mortal, 4. Yo te amo Dios mío, de mi corazón.
La siguiente interpretación fue poesía pura que se escribió y musicalizó según la enmienda del Papa Pio X, todo ello dedicado a la Virgen María. Primero se interpretó Venid, de Felipe Aguilera (alumno de Bernal Jiménez); posteriormente continuaron con obras de Miguel Bernal Jiménez como Con aroma de mirra, Mater Amabilis y Mater Purísima; en total, 14 partes interpretadas también por barítono y pianista.
La segunda parte fue más terrestre, es decir, se cantó poesía musicalizada al amor, a la vida, a cargo de alumnos del propio Bernal Jiménez. Arrancaron con un texto de Magdalena Hurtado: Mami, musicalizada por Rubén Valencia Cortés y con la aparición de la soprano, sorprendiendo al público con la fuerza de su voz. Harían lo propio con Bajo tu manto, pieza musicalizada por Delfino Madrigal adapatando el texto de J. De la Luz Ojeda.
Finalmente tocó el turno al compositor José Jesús Carreño, que acompañado de la soprano interpretó Madrigal Romántico, con versos de Luis G. Urbina; Morelia, de Máximo Tovar; Madrigal, de Samuel Calvillo; Canción de los martillos y Anoche cuando dormía, de Antonio Manchado.
Al final el público ovacionó debidamente a tres jóvenes talentos que estudian en el Conservatorio por su interpretación limpia, pura y bella de música consagrada.