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Logan Hate: somos poesía, somos resistencia, somos el absoluto

No es el amor a la fama lo que preocupa, ni el dinero; es que lo vendan como hip-hop, un producto que caduca, y que luego digan: “no pasa nada, es parte del proceso”. Y así fue con la droga, y hoy están en el Cereso muchos. Escribe magistralmente Logan Hate en “Menos Hate y más Logan”, el segundo track de su nueva producción discográfica, ‘Leftlovers’.

Letras agudas, provenientes de un pragmatismo crudo y la filosofía urbana de la bala, que bien podrían ser la carta de presentación de este poeta y rapero innegable, al que le concierne la preservación del género, el rap, y no la sublimación por el dinero o el precepto de Warhol: la fama.

Mientras que otros raperos buscan ofender y humillar a sus posibles “contrincantes”, Logan Hate tiene una propuesta diferente a ese tipo de verborrea dialéctica; este rapero ilustrado busca el bien común, sabe que el enemigo verdadero es el sistema, no el rapero que escribe de la calle y desde la calle; se debe buscar el enfrentamiento pacifico, pero no por el terreno de la lengua, que es patrimonio cultural de todos los raperos; se debe evitar, en todo caso, aquella galimatías trivial que puede encajar en una rima, que eso no es rap, sino modorra intelectual.

El rap debe generar un mensaje motivador y no alienante.

Logan Hate regresa desde el sur con una nueva carta bajo el brazo, y así como Ulises Carrión revolucionó el libro, este rapero de Tabasco propone nuevas alternativas para escuchar un material discográfico. Un prosista que redirecciona los vértices de una producción musical, dotándola de nuevas narrativas auditivas; trece tracks que forman un hilo conductor que puede leerse como un poemario redondo. Logan Hate no sólo está rapeando, está escribiendo, forjando una obra literaria.

Rap y poesía se enlazan. Logan parece haber encontrado la formula que establece definitivamente sus diferentes latitudes. Se identifica con las fuerzas del universo literario, las atraviesa y trata de alcanzar, detrás de ellas queda la impotencia inmóvil de otros raperos que han muerto en el intento, Logan actúa sobre ellos sin límite de lo absoluto.

Ese deseo de lo absoluto se puede constatar en “Bitácora de Renki, Expedición al Monte Ural”, que constituye el motivo esencial de sus experiencias. A través de una continua búsqueda de palabras, el rapero consigue penetrar a un mundo externo que, al serle revelado en su totalidad temporal, ensancha su conciencia creadora, llevándolo a un estado de plenitud. Pero a través de ella, también toma contacto con un ser no personal, con un Yo literario que ya no es el suyo, y en el cual queda inmerso. Ese Yo es ‘Leftlovers’, una expiación de la conciencia en la que Logan Hate llega a percibir una realidad más vasta, infinita e invisible que asemeja a la poesía.

Ante tal percepción, el lenguaje del hip-hop se siente rebasado por un sentido inexpresable que es el beat, y los dos: beat y lírica, arriban al silencio: “Sin ambiciones tenues./ Un equilibrio entre villano y héroe”.

Poesía y resistencia, alcanzar lo absoluto.

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