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Los libros también se enferman, pero se pueden curar

Por Alfredo Martínez Martiñón

El papel de los libros arde a los 451 grados Fahrenheit, anota el escritor estadounidense Ray Bradbury en una de sus obras de ficción. Lo cierto es que requieren una temperatura agradable para sobrevivir, así como otros cuidados a fin de mantenerlos saludables.

Muchos factores provocan enfermedades en los libros. Como ejemplo tenemos a esas hojas oscuras debido al papel óxido y aquellos puntitos negros que conforman los hongos dañinos para ellos, e incluso a quienes los tocan. Sin embargo, pueden prevenirse.

Sigifredo Salvador Flores, quien fuera parte del equipo de restauración del material bibliográfico en la Biblioteca Pública Central “Francisco J. Múgica” de Morelia y actual encargado de la sala general en el turno matutino, señala en entrevista que los libros deben estar expuestos a un ambiente no extremo.

Entre 20 o 21 grados Celsius es la temperatura idónea, aunque no siempre es posible. Tampoco es recomendable alojarlos en bodegas, en cajas sin ventilación, ni en sitios fríos o, al contrario, bastante cálidos.

No dejarlos por mucho tiempo a los rayos del sol, que decolorarán la portada de los ejemplares. En la biblioteca adherida a la Secretaría de Educación en el Estado (SEE), los estantes se encuentran alejados de ventanales, precisamente para prevenir esa situación. No obstante, debido a su ubicación -anexa al Planetario “Lic. Felipe Rivera”, en la colonia Félix Ireta-, durante época de lluvia sufre inundaciones que han dañado varias obras literarias, en cuyo caso las retiran de estanterías y de los usuarios. La humedad es causa de los hongos y del papel óxido en los libros.

“Yo estuve en Procesos, espacio donde le ponen (a los libros) las etiquetas de clasificación. Entonces cuando llegan, estaban mucho tiempo en cajas y los libros no reciben ninguna ventilación. El libro guardado y en humedad se va contaminando, le van saliendo los hongos”, sostiene Salvador Flores.

Los hongos son como manchas amarillas que se apoderan de las hojas y no sólo afectan a los textos. Algunas personas son alérgicas y si las tocan son víctimas de comezón o de estornudos. Hasta enfermedades provocarían, de acuerdo al empleado bibliotecario, profesor de carrera.

“Porque a veces tenemos el hábito de estar hojeando el libro, mojándolo con saliva y pasando las páginas. Si eso hacemos con un libro contaminado, se dice que hasta una hepatitis se puede adquirir con el hongo”, sostiene.

Para “matar” al hongo del papel, agrega, la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH) tiene un horno donde dejan las obras dañadas a determinada temperatura, pero no de forma directa. Entre los daños que se ocasionan por eso y ante el papel óxido, está que las hojas se rompen fácilmente.

Así que además de evitar la exposición a humedad, al sol, de malos hábitos como “ensalivar” para cambiar de página e igual la falta de una ventilación y temperatura adecuadas, los libros necesitan una limpieza frecuente.

Para hacer tal tarea no debe utilizarse una tela o trapo húmedos, pues si quedan mojados propicia la llegada de hongos. “Se usa una franela húmeda, se pone en la mesa o en una parte plana, y con una brocha pequeña, de dos pulgadas, se le sacude para que ese polvo no vuele y se quede en la franela. Puede realizarse cada mes, cada dos meses, depende del lugar donde estén”, apunta el entrevistado.

También hay otras “enfermedades” provocadas por los propios humanos, que mutilan los libros, desde agarrarlos en forma incorrecta para sacarlos de los estantes o libreros, de la parte superior del lomo, y al paso del tiempo se deterioran.

Aun en tales casos es posible repararlos. Sigifredo Salvador enlista al menos tres formas: se utiliza una broca muy delgada y se perfora en el lomo. Después se cose con un hilo especial de seda, y de esa manera las hojas quedan sujetas de nuevo.

Otra, con un pequeño serrucho o segueta se ranuran partes del lomo, y entonces se le unta un pegamento especial para encuadernación y un plástico que debe adherirse en el área afectada. Pero si el libro no pasa de 100 páginas, con engrapar las hojas quedan listos, subraya.

“Lo único que podemos hacer es mantener los libros limpios y darles mantenimiento, como hacemos con los automóviles, por ejemplo, para que nos duren mucho tiempo”, finaliza.

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