Desde hace algunas semanas, la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo ofrece el ciclo El Espacio Literario, donde se pretende recuperar la tradición de hablar de literatura, así de simple, así de bonito. Sus coordinadores son Rafael Calderón y Sergio J. Monreal, con quien conversamos acerca de estos encuentros que tendrán su próximo capítulo este jueves en el CCU a las 6 de la tarde con la presencia de la poeta Lucía Rivadeneyra, que dará una charla sobre Stella Inda.
¿Cuál es el objetivo de este ciclo?
Creo que puede hablarse de dos objetivos centrales. Primero, recuperar, honrar y actualizar a las conferencias literarias como una actividad fundamental para la vida cultural de una ciudad, un estado, un país. A nivel nacional, los ciclos de conferencias del Ateneo de la Juventud constituyen un momento y un fenómeno crucial para la cultura mexicana del siglo XX. Y hablando de nuestra entidad en específico, los recientes festejos por el centenario de la Universidad Michoacana vinieron a recordar la importancia que a su turno tuvieran las charlas impartidas como parte de los cursos de la llamada “Universidad de Primavera Vasco de Quiroga”, y que nos concedió el privilegio de compartir de viva voz el pensamiento de un Alfonso Reyes, un Joaquín Xirau, un Xavier Villaurrutia o un José Gaos.
Todavía para mi generación, y creo que para la siguiente, el hecho de asistir de modo presencial al modo en que un escritor disertaba sobre un tema reflexivo (un tema que le apasionaba y en torno al cual había venido trabajando de manera crítica), constituía un elemento formativo básico si querías dedicarte a la literatura. Ese elemento se ha ido perdiendo; como que se asume como una práctica optativa, no indispensable, o en todo caso como algo que les corresponde vivir —siempre de la academia hacia adentro— a aquellos que estudian carreras humanísticas institucionalmente certificadas.
El segundo objetivo fue, para Rafael Calderón y para mí, como escritores independientes y como equipo de trabajo, colaborar con el Departamento de Difusión Cultural de la UMSNH superando la viciada y algo claustrofóbica inercia de que “es una institución, tiene recurso y algo hay que sacarle”; este es un evento de la Universidad, de Difusión Cultural y del Centro Cultural Universitario, en el que nosotros fungimos como coordinadores, programadores y responsables generales.
No cobramos un peso por el trabajo que estamos haciendo (contactar a los escritores, recabar las conferencias, acompañar su impresión en plaquette, promocionar el evento) ni pretendemos hacerlo. Nos honra saber que, sin ser nicolaitas en activo (Rafael estudió en la Facultad de Derecho y yo di clases durante varios años en Bellas Artes), podemos retribuirle algo de lo poco o lo mucho aprendido en el camino. Nuestra personal convicción es que a la Universidad es tiempo de darle y no de pedirle, desde todas las trincheras.
¿Cómo se eligieron los primeros temas y sus conferencistas?
En una mesa de café. Se antojaría que en una ciudad como Morelia sobra gente a la mano en condiciones y disposición de impartir una conferencia literaria a la vez rigurosa y accesible, pensada para un público no necesariamente especializado, con un plazo de entrega estricto y una extensión predeterminada. Pero no es tan sencillo como parece.
Por supuesto, a Rafael y a mí nos interesaba compartir parte del trabajo crítico que hemos venido realizando desde hace años; eso a nivel práctico nos resolvía de antemano dos fechas. Al maestro Jorge Bustamante, sin ser alguien de nuestro círculo más próximo, le tenemos gran admiración y respeto por su trabajo, y creo que fue el primer nombre que pensamos. Con Raúl Eduardo González hemos colaborado antes, durante un breve período fue parte del consejo editorial de la revista Palabrapoesía, y sabíamos que respondería con creces al perfil que pretendíamos.
Con Lucía Rivadeneyra tenemos años de amistad y generosa colaboración por su parte, y nos aportaba el nada desdeñable ingrediente de ser una escritora reconocida a nivel nacional para darle otro empujoncito a este primer ciclo. Con Larissa Torres atendíamos también perfil que nos parece imprescindible: los escritores jóvenes; sobre todo aquellos que están tratando de generar pensamiento crítico original.
Ya sobre la marcha de este primer ciclo, fue apareciendo la posibilidad de nuevos nombres y nuevos temas. Y creo que a estas alturas de marzo ya podemos hablar de que tenemos bastante claro lo que sería el programa del segundo ciclo.
¿Se está perdiendo, de alguna manera, la tradición de reunirse para hablar de literatura?
Sí. El auge de la web y de los medios virtuales ha traído cosas maravillosas, hasta hace unos años impensables para la divulgación de la literatura. Pero de manera alarmante ha contribuido también al deterioro de cuantas actividades literarias dependen del contacto interpersonal directo. Hay valores y aprendizajes que la palabra poética y la palabra crítica sólo refrendan frente a frente, cara a cara, cuerpo a cuerpo, de viva voz.
¿La universidad necesita involucrar más a sus estudiantes en foros como estos, fortalecer la comunidad?
Yo creo que este tipo de foros, aunque por supuesto constituyen una oferta formativa complementaria para los estudiantes, son ventanas a través de las cuales las universidades se vinculan con la ciudadanía en general más allá de las aulas, las oficinas administrativas y los centros de investigación.
La tarea de decirle a la señora, al señor, al joven, al anciano, al autodidacta, al curioso, al profesional independiente: “Ey, acá estoy, soy tu Universidad; soy tuya y me debo a ti, independientemente de que estudies o no en alguna de mis escuelas, o de que trabajes o no en alguna de mis dependencias; me necesitas y te necesito para repensar, para releer, para preguntar, para elucubrar, para proponer, para imaginar, para ser”.
Tener a Lucía Rivanedeyra hablando sobre Stella Inda es un lujo por partida doble. ¿Qué más podríamos decir para que nadie se pierda esta conferencia?
Me parece que con eso está dicho todo. Que Lucía viniera a compartirnos cualquier otro tema, o a leer su poesía, ya sería un lujo. Que venga a hablar de Stella Inda, en este año donde justo se conmemorará un cuarto de siglo de su muerte, representa, tal como lo dices, un lujo doble.
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