En busca de una comunidad artística
Por Ireri Campoy
Es muy fácil como ciudadanos quejarnos de las faltas y omisiones que las instituciones gubernamentales se destacan en cometer, exigimos, insultamos, nos burlamos… y cuando existen propuestas o alternativas pocas veces respondemos. Y digo esto por las múltiples situaciones que orillan a la comunidad artística de la ciudad de Morelia (Michoacán) para buscar medios alternos de difusión, generando sitios independientes, medio independientes y privados.
Bien sabido es que la falta de presupuesto es el escudo favorito de las instituciones para justificar las carencias abismales en la oferta cultural de la ciudad y el estado. La falta de criterio, conocimiento y sentido común para organizar tanto eventos de calidad como exposiciones propositivas, ha provocado que el ambiente cultural se sienta a “medias”. Esto es evidente al detectar que son las mismas personas las que asisten a las actividades artísticas y culturales, ya sea porque están involucrados en el tema por cuestiones profesionales o por gusto; no hay interés ni estrategias por incluir o involucrar mayor cantidad de grupos sociales a dichas actividades.
El gusto por difundir y exponer la obra de todos menos de los artistas locales es tan común que muchos artistas actualmente ya ni desean ofrecer propuestas de exposición, pues saben que serán bateados (después de una buena cantidad de requerimientos), tendrán que esperar mucho tiempo para lograr un sitio en salas, ser amigo de funcionarios o de plano lograr ser reconocidos al menos en la escena nacional. No hay sitio para artistas emergentes, ni siquiera para una exposición colectiva de ese tipo, todo queda en la buena intención.
La cultura en Morelia es vasta, pero poco amable
Y no solo debemos adjudicarle a la institución la responsabilidad de todo. La comunidad artística en esta ciudad es muy creativa y trabajadora, pero no es comunidad. Como menciona el neólogo Felipe Ehrenberg, es menester desarrollar un sentido gremial entre los artistas, hacer equipo, estrategias de comunicación y relaciones públicas, ayudarnos en lugar de crear envidias, conocer y reconocer el trabajo de cada quien, salir del aislamiento en el que todos estamos inmersos (o al menos una buena parte), producir. Tiene razón.
Esta realidad empuja al establecimiento y la organización de diversos organismos que trabajen al margen de la institución. En Morelia existen muchos sitios alternos: galerías privadas, centros culturales de inversión privada o gestionados por artistas con recurso propio o mediante becas, restaurant-bares que ofrecen sitios para exponer obra, cinemas independientes… la lista de oferta es larga, la demanda se queda corta.
Buena parte del éxito o fracaso de estos sitios alternos, que permiten que artistas locales puedan explayar sus ideas y su obra, depende del público que lo apoya, del interés social que le damos a lo que se nos ofrece. La conciencia que exista sobre la importancia inmanente que tiene el arte y el conocimiento para el desarrollo humano y por consecuencia social.
Dejando las exigencias y las quejas (que son a bien realizadas), no podemos sentarnos a esperar a que una institución de pronto comience a evidenciar que intenta trabajar bien, si se están (o estamos) desarrollando alternativas de difusión, gestión y desarrollo, hay que unir fuerza, proponer y seguir el curso.