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Existe en Las gatas, playa de Ixtapa, Zihuatanejo, una escultura metálica de Cristo, sumergida a más de cinco metros de profundidad para disfrute de los turistas, quienes practican el buceo con y sin tanque de oxígeno.

Nos vamos enterando en Revés que en Cancún, Quintana Roo, existe un museo de arte completamente sumergido en el océano y que Jason de Caires es el artista plástico responsable de 400 esculturas humanas en tamaño real,  que ilustran la evolución del ser humano a lo largo de los siglos.

Los moldes de la obra fueron tomados de personas de todo el mundo, máxime mexicanos, de una amplia gama de sectores de la sociedad; sus edades varían desde los cuatro hasta los 85 años de edad, y sus ocupaciones son consignadas (contador, maestra de yoga, pescador, estudiante, acróbata, carpintero, etcétera).

La Evolución Silenciosa, nombre de la exposición, describe cómo la humanidad enfrenta las cuestiones ambientales el impacto que nuestra vida tiene en la naturaleza. Se espera que las esculturas cambien su apariencia con el paso del tiempo mientras el coral se adhiere a las mismas.

El proyecto, fundado por Jaime González Cano del Parque Marino Nacional, Roberto Díaz de la Asociación Náutica de Cancún y Jason de Caires Taylor, consistirá en la exposición permanente de 400 esculturas y las obras de otros artistas locales e internacionales, convirtiéndose en una de las más grandes y más ambiciosas atracciones subacuáticas artificiales del mundo.

Con información de agencias

 

 

 

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