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Odhecanton en Morelia

El ensamble vocal Odhecanton se presentó en el Centro Histórico de la capital michoacana como parte de las últimas actividades del Festival de Música de Morelia. Aquí la crónica.

 

¡Oh vosotros, que deseosos de escucharme

habéis seguido en un pequeña barca tras mi bajel,

que navega cantando,

virad para ver de nuevo nuestras playas!”

Dante Alighieri

Dedicado a mi hermosa Calíope

Por Antonio H. Vargas

 

La noche es agitada, con una cartelera muy nutrida en la capital michoacana, sin embargo el frío no cesa y nos incita abrazarnos de algo o de alguien; un sinfín de personas desfilan por las inmediaciones de la plaza, algunas bellas mujeres con tacones hacen un ruido estridente y engalanan la vista con sus vestidos de noche, algunos hombres con zapatos estilo oxford y de estricta etiqueta se encaminan hacia el templo de las Rosas que está al máximo de su capacidad para albergar feligreses.

Y es que en este recinto religioso, con uno de los dos retablos de madera estilo barroco que hay en Morelia, se presenta el ensamble vocal Odhecanton, en la recta final del Festival de Música de Morelia.

Esta agrupación vocal italiana fundada en 1998 por el director Paolo Da Col es conformada por doce voces, entre ellas cuatro contratenores, tres tenores, un barítono y cuatro bajos. Sus cantos son a la polifonía renacentista y al barroquismo, la polifonía es una armonía, ya que con sus distintas voces cantadas simultáneamente alcanzan ritmos diversos y armónicos

Degustando a un público moreliano iniciaron con Sicut Cervus, a 4, de Perluigi da Palestriana; cabe mencionar que los anfitriones del FIMM advirtieron a la presa que después de esta pieza debían salir porque querían que las demás piezas interpretadas no fueran interrumpidas con los ruidos de sus cámaras.

Fotos: Cortesía FMM

Esta pieza fue un preludio hermoso de lo que se avecinaba, y es que un tenor desde la mesa de eucaristía comenzó a cantar, sus compañeros desde las inmediaciones del altar le respondían algo, doce voces votando y rebotando en la cúpula y los arcos del templo de las Rosas

Continuaron y terminaron con Missa papae Marceli, de Perluigi da Palestriana, obra compuesta por la sugerencia del Papa Marcelo II que creía que la música que se utilizaba en la iglesia debía de ser pedagógica para los feligreses, pues según él la música litúrgica que se escribía en su tiempo era demasiado elaborada y compleja para la comprensión de las masas, es decir, la polifonía de esa época oscurecía los textos cantados al grado de volverlos incomprensibles. En algún momento el papa Marcelo expresó que “primero las palabras, después la música” (Primo le parole, poi la musica).

Después del concilio de Trento (1562-1563) Palestriana tomó muy en serio la preocupación litúrgica-musical que expresó en algún momento Marcelo II y respondió componiendo esta obra que ha sido fechada en 1562.

Al escuchar la misa y ver alrededor el templo abarrotado de humanos, algunos sentados, otros más parados, pero todos sumidos en los cantos, ver el lugar tan pequeño, la imaginación abre sus alas, las imágenes, los retablos frontal y laterales adquieren movimiento, tocando los instrumentos los cuatro querubines del retablo frontal. La voz humana participa de la divinidad, porque nos lleva al mismo cielo, en donde Dante encuentra a Beatrice.

La misa del Papa Marcelo es dar una vuelta al renacimiento, es morir, pero en ese morir se renace-ser, mientras que el ensamble polifónico lanza sus notas al aire; uno se pregunta por la existencia y reconoce lo afortunado de poder disfrutar el viaje del infierno al cielo, es recordar a esa musa que en algún tiempo inspiró la más pura poesía, es recordar a Calíope. No hay distractores el silencio entre el público es absoluto.

Adentro se siente un calor acogedor, ya casi para el final se comienzan a sentir el sopor de las personas que ahí hay, brota un caldo de aromas, como presagiando el final del éxtasis. El último cantante calla y explotan los aplausos, de vuelta al infierno, de pronto un ruido muy grave se escucha, el rechinar de las bisagras de las puertas del templo que se abren, un frío recorre el templo, es el frío de otoño, el concierto ha terminado.

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