Jaime Garba y Luis Backer, ambos michoacanos, sostienen una charla que gira en torno al libro Paraíso en la Tierra, donde la ironía, la crítica, el humor negro y la violencia se mezclan para contar una muy buena historia.
@jaimegarba
Antes de que en el México de hoy, todo (o casi todo), se fuera al carajo derivado de las crisis económicas, sociales y de seguridad –principalmente-; existían dos clases de paraíso a los cuales aspiraban los mexicanos: los católicos, a ese ubicado en una geografía ficticia al que se accedía al final de la vida por acto de fe, pero que poco a poco se ha estado cayendo a pedazos con los recientes casos que han salido a la luz en todo el mundo de abuso sexual infantil por sacerdotes, supuestos representantes de Dios; el otro (otros) estaba aquí en la tierra, incluso dicen algunos que todavía se puede encontrar en rincones del país pero ya no existe garantía de que entrando a él uno no sea víctima colateral o directa del crimen organizado; de ser así entonces sería todo lo contrario: el infierno; sírvanse como ejemplo Acapulco, ciudad cuyo esplendor turístico alcanzó fama mundial y ahora vive la etapa más violenta de su historia; o Michoacán, Oaxaca, Colima… estados que han visto oscurecida la belleza de sus tierras, tradiciones e historia. Ejemplos hay montones, paraísos terrenales que fueron tomados a la fuerza por criminales que cobrando cuotas, extorsionando, matando, secuestrando o usando los territorios como rutas de trasiego y traslado, los volvieron territorios inseguros. Vaya, así las cosas, parece que de una forma u otra los paraísos se encuentran en peligro de extinción.
Luis Backer, escritor michoacano (aunque en la solapa de su libro no lo especifica por una idea, interpretación de quien esto escribe, de alejarse de esa figura localista con la que algunos autores se sienten cómodos pero que en realidad es mero conformismo. Luis es ambicioso, como Paz, escribe no sobre México sino a partir y tal vez a pesar de México, desde aquí y desde otras latitudes) ironiza un poco al respecto en su novela Paraíso en la tierra (Librosampleados, 2018), aunque de la ironía a la crítica y de esta a la reflexión hay una delgada línea. Parte de la atmósfera de su obra son las bellas tierras michoacanas, la otra, una Ciudad de México que de región más transparente no tiene nada y se percibe más bien como distante a los problemas apremiantes del resto del país, donde un grupo de intelectuales, artistas, snobs, pasan sus días entre vidas cuya monotonía para muchos podría ser envidiable: alcohol, fiestas, sexo, aspiraciones de éxito. “Paraíso en la tierra” cuenta la historia de un guionista frustrado que circunstancialmente se encuentra con un tema para, junto a un incipiente director, realizar y filmar el guion de un filme que los podría catapultar a la fama.
En la ficción el tópico luce seductor (porque en la realidad en muchas partes es, desafortunadamente, algo cotidiano): “Cierta mañana, y sin recordar muy bien por qué, me encontré con un reportaje publicado en una modesta agencia de noticias. La nota hablaba sobre una red criminal que operaba en Michoacán… Dicho grupo, según la nota, celebraba rituales satánicos y ceremonias medievales en donde se practicaba el canibalismo…” Así el protagonista se embarca a realizar el scouting en aquel paraíso hostil que le dará lo que busca no sin dejarle una marca y un remordimiento que se quitará sólo con su cotidianidad citadina.
Mucho se ha escrito sobre el narco, y aunque Backer considera su novela no es sobre ello, me parece lo es en el mejor de los sentidos: una escritura que no está centrada en la descripción minuciosa de los acontecimientos atroces sino más bien logra un muy buen trazo de los personajes que ante sus circunstancias, ya sea formen parte de ambientes decadentistas o parte de dinámicas impuestas por el narcotráfico, son el canal para transmitir al lector las crisis humanas y sociales de nuestro tiempo.
Punto y aparte: Luis es un gran amigo a quien tengo el gusto de conocer desde la secundaria, por ello es para mí un placer haber leído su obra y conversar sobre ella, acá el resultado.
Platícame un poco sobre tus inicios en la literatura…
Bueno, se remonta, como en muchos casos, a la adolescencia. Comencé escribiendo relatos, poemas, cosas así…
Pero, ¿cuál dirías que fue el detonante para comenzar a escribir?
Creo fue la imaginación. Cuando era niño siempre estaba imaginando historias. Me las contaba a mí mismo; imaginaba la vida de mis familiares cercanos o de los conocidos de mi familia. Era una necesidad contarme esas historias y claro, tiempo después descubrí los libros, el mejor descubrimiento por aquellos días.
Sé que te mueves entre género, has pasado por el cuento, poesía, ensayo, ahora novela. ¿Qué te ha llevado de uno a otro?
Creo que cada género ofrece distintas posibilidades de expresión. Básicamente me gusta la experimentación entre géneros, incluso me agrada la idea de los géneros híbridos o mezclar un poco el ensayo con el monólogo dentro de la narrativa o introducir algunos versos de poesía.
La escritura de una primera novela tiene múltiples percepciones, para algunos marca un estilo en el autor, para otros es una experiencia que se va dejando atrás con las subsecuentes. Lo que sin duda es que debe existir un impulso poderoso para que, de entre todos los temas del mundo, el escritor elija ese con el que comienza. ¿Cómo te decidiste a iniciar tu carrera como novelista con esta obra?
Fue un camino muy largo que comenzó ya hace algunos años en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. En una de las pocas clases que abordaba el aspecto creativo de la literatura presenté la estructura para una novela pero no la escribí sino hasta mucho tiempo después, principalmente durante un invierno en Berlín, y lo que me interesaba era contar una historia sobre desapariciones de periodistas y a su vez quería explotar algunas anécdotas que se fueron acumulando durante los años que trabajé como periodista de cultura, principalmente en cine.
Sobre el tema, para muchos la literatura de la violencia –si se le puede llamar así- más allá de la narcoliteratura, como género me parece se diferencia de obras que no se centran en el narco sino en cuestiones derivadas de, o visibilizando más a las víctimas… Retomo, para muchos el tema está sobre explotado –a mí no me lo parece- o se quejan de que la realidad es de por sí tan cruel como para hacer libros sobre ello. ¿Por qué no soltar este tópico? ¿Qué piensas al respecto?
Bueno, yo no pienso que mi novela sea precisamente sobre el narco, pero lo que me parece inevitable es hablar de la sociedad mexicana contemporánea sin tropezar con la violencia, el narco o la corrupción, entre otros temas. De hecho creo que la novela trata sobre las peripecias de un guionista emergente y que intenté contar con un poco de humor negro. En cuanto a que esté sobreexplotado el género, no lo sé. Finalmente cada quien tiene la libertad de escribir sobre lo que le interesa, independientemente de que ese género en particular funcione muy bien debido al gran número de lectores que les atrae el tema, sobre todo extranjeros.
Claro, de hecho me refiero a que tu novela, desde mi perspectiva se aleja de esa tendencia a la narcoliteratura pero sí sigue una línea ramificada, que es la violencia derivada de ella. Yo no comparto esa visión de algunos lectores o críticos, como escritor me parece interesante y hasta en ocasiones una obligación escribir sobre la realidad del país. Lo que dices respecto a la trama, me parece que para algunos lectores será inevitable asociarlo con una obra de denuncia, de exposición (en buen sentido) de la violencia del país; no se diga quienes viven en Michoacán y conocen de primera mano lo que narras. ¿Qué piensas de cómo la podrán interpretar los lectores?
En mi opinión es imposible separar a los personajes del contexto donde se desarrolla la historia, en este caso México, y por lo tanto salen a relucir temas de corrupción en las instituciones de cultura, como también surge el tema de la violencia o el narco. En realidad yo terminé esta novela en 2015, poco tiempo después pasó algo parecido a lo que cuento del helicóptero y, desafortunadamente, la violencia está en su punto más alto desde 2012. A mí me hubiera gustado se leyera en clave de documento histórico y que se recordara lo que allí sucede como algo que pertenece al pasado, pero lamentablemente no es así. Sin embargo, creo que hay un tema del que poco se ha hablado y que algunos lectores, muy oportunamente, me han comentado, y es el vacío que experimentan los personajes, sobre todo en sus relaciones personales, ese sí me parece un tema. El resto es el contexto en donde los personajes, principalmente de la clase media alta o con recursos, vislumbran un país en llamas mientras buscan la fama o el reconocimiento personal.
Muy buen punto, justo creo tu novela toma distancia o se diferencia de muchas otras en que se enfoca en los personajes y no en el contexto, existe un equilibrio perfecto entre uno y otro. Ese trazo de personajes me parece fundamental para la novela, allí veo yo su valor porque de lo contrario creo pudo correr el riesgo de atorarse en el cliché, mas el tratamiento que le diste le permite virar al lector hacia un panorama más extenso y profundo.
¿Cuál fue el proceso para encontrarle editorial?
Antes de buscar editorial formalmente lo mandé a un par de concursos nacionales: dos en México y uno en España. Solía enviar los manuscritos en cajas de pizza (nuevas) desde Alemania. Desafortunadamente no ganó en ninguno de estos tres. Después mandé el manuscrito a varias editoriales pero como suele suceder nunca tuve respuesta. Cuando regresé a México, el escritor Daniel Espartaco, que es un buen amigo, me invitó a una carne asada para ver un partido (del Cruz Azul, creo). Allí conocí a Nahúm, el editor de Librosampleados y Ediciones Periféricas. Le mandé el manuscrito el domingo y el martes ya estábamos en un café hablando de la publicación.
¿Estás trabajando en alguna obra actualmente?
Sí. Estoy escribiendo una novela que fue seleccionada por el FONCA, se llama La cabeza de Lenin y sucede en Berlín, Brandemburgo y Estambul, y la cual espero que no sea profética, ya que trata sobre la llamada “crisis de refugiados” en Europa y el regreso de la extrema derecha al poder en Alemania.
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Luis Backer tiene un Máster en Literatura comparada. Ha cursado estudios en la UNAM y en países como Alemania y España. Ha sido incluido en distintas antologías en Latinoamérica y Europa. Su Twitter es: @backerluis