Revés Online

«Pensé que mis canciones serían escuchadas en cafés y bares»: Bob Dylan y su carta sobre el Nobel

 

Cuando se dio a conocer que Bob Dylan era el nuevo acreedor al Premio Nobel de Literatura el mundo se debatió en una discusión muy intensa respecto a si un compositor de canciones puede considerarse o no escritor. Después, la pelea parecía sin sentido porque el susodicho no aparecía por ningún lado, ni siquiera para contestar las llamadas de la Academia Sueca.

Incluso hubo especulaciones sobre si el nacido en Minnesota se atrevería a rechazar la distinción, para que finalmente dijera que sí lo aceptaba, pero que por razones personales no podría estar presente en la ceremonia. ¿Qué cosa más importante podría tener que recibir el Nobel? Cuestión de genios, pero este fin de semana la embajadora de Estados Unidos en Suecia fue la encargada de leer una carta de agradecimiento firmada por Dylan, quien simplemente se encuentra ocupado en procesos creativos, en componer y mejorar nuevas canciones.

En la misiva, Dylan se muestra humilde y acepta su sorpresa con semejante reconocimiento, a pesar que desde hace varios años era candidato de muchos fans alrededor del mundo:

“Si alguien me hubiera dicho que tenía la menor posibilidad de ganar el premio Nobel, tendría que pensar que tenía las mismas probabilidades de estar en la Luna”; así de lejos la veía, pese a que también había recibido premios como el Príncipe de Asturias y el Pulitzer.

“Lo siento, no puedo estar con ustedes en persona, pero por favor, sé que estoy definitivamente en espíritu y honrado de recibir un premio tan prestigioso. Ser galardonado con el Premio Nobel de Literatura es algo que nunca podría haber imaginado o visto venir”, agrega en la carta.

“Me causa una profunda impresión verme junto a gigantes de la literatura como Kipling, Shaw, Thomas Mann, Pearl Buck, Albert Camus, Hemingway”, agrega el compositor, quien añade: “No sé si estos hombres y mujeres alguna vez pensaron en el honor del Nobel por sí mismos, pero supongo que cualquiera que esté escribiendo un libro, un poema o una obra de teatro en cualquier parte del mundo podría albergar ese sueño secreto en su interior. Probablemente esté enterrado tan profundamente que ni siquiera saben que está allí”.

A diferencia de muchos músicos consagrados que solo viven de sus obras pasadas, Bob Dylan en una máquina de creatividad que no para de hacer nuevos temas y girar por todo el mundo sin que su edad sea ningún obstáculo. Ese trajín ha sido el principal pretexto para que no estuviera presente en la premiación; incluso cuenta en la carta que estaba en plena carretera cuando se enteró de la noticia.

Sobre la polémica citada, el viejo Bob señala el caso de William Shakespeare: “Creo que se consideraba un dramaturgo. Sus palabras fueron escritas para el escenario. Con el significado de ser hablado, no leído. Cuando escribía Hamlet, estoy seguro de que estaba pensando en muchas cosas diferentes: ‘¿Quiénes son los actores adecuados para estos papeles? ¿Cómo debería hacerse esto? ¿Realmente quiero establecer esto en Dinamarca?’. Su visión y sus ambiciones creativas estaban sin duda en la vanguardia, pero también había asuntos más mundanos que consideraba y trataba. ‘¿Cómo será la financiación? ¿Hay suficientes asientos para el público? ¿Dónde voy a conseguir un cráneo humano?’. Apuesto a que lo más lejano de la mente de Shakespeare era la pregunta: ‘¿Es esto literatura?».

En otra parte de la carta, Dylan mira al pasado, cuando solo aspiraba a que sus canciones fueran escuchadas por unos cuantos: “Pensé que podían ser escuchadas en cafés o bares, tal vez más tarde en lugares como el Carnegie Hall o el London Palladium. Si realmente me ponía a soñar mucho, tal vez podría imaginar llegar a hacer un disco y luego escuchar mis canciones en la radio. Eso era realmente el gran premio en mi cabeza. Hacer discos y oír mis canciones en la radio significaba que estaba llegando a una gran audiencia y que podría seguir haciendo lo que había planeado hacer”.

dylan-2

En esa misma reflexión, el norteamericano indica que no necesariamente los conciertos masivos son los más complicados, sino al revés: “Como intérprete he tocado para 50 mil personas y he tocado para 50. Y puedo decir que es más difícil tocar para 50 personas. 50 mil personas son una sola persona, no así con 50. Cada una de esas 50 tiene una identidad individual, separada, un mundo en sí mismas. Pueden percibir las cosas con mayor claridad. Su honestidad y cómo se relacionan con la profundidad de tu talento se juzga más severamente. El hecho de que el comité del Nobel sea tan pequeño no lo puedo obviar”.

Para concluir, Dylan se excusa en el trabajo y culpa a éste de no poder asistir a la entrega de su Nobel: …”como Shakespeare, yo también estoy a menudo ocupado con la búsqueda de mis esfuerzos creativos y tratando todos aspectos de los asuntos mundanos de la vida. ¿Quiénes son los mejores músicos para estas canciones? ¿Estoy grabando en el estudio correcto? ¿Esta canción está en la clave correcta? Algunas cosas nunca cambian, incluso en 400 años. Ni una sola vez he tenido tiempo de preguntarme: ¿Son mis canciones la literatura? Por lo tanto, doy las gracias a la Academia sueca, tanto por tomarse el tiempo para considerar esa misma pregunta, y, en última instancia, por proporcionar una respuesta tan maravillosa. Mis mejores deseos para todos”.

Por acá la carta íntegra.

Salir de la versión móvil