Por Antonio H. Vargas
Hace más de dos mil años los griegos implantaron un lugar para que los hombres libres tuvieran un espacio público dónde discutir la problemática de la polis (Ciudad-Estado). A este espacio le llamaron Ágora y ésta llegó a ser un centro importante de las polis, ya que: a) en aspectos económicos y comerciales se albergaba el mercado; b) ahí se concentraban lugares de culto de la deidad protectora; y c) los ciudadanos libres se reunían para discutir sobre los problemas de la comunidad.
Es importante recalcar que la griega era una sociedad esclavista y que no todos tenían derecho al voto y expresar libremente sus ideas, tal era el caso de niños, jóvenes y mujeres. Así surgieron los edificios públicos necesarios para albergar todas las actividades de la polis.
A través de los años el ágora se transformó en la plaza pública y el asunto relacionado con la ciudadanía pasó al Senado (en los romanos) o a decisión directa del rey (en las sociedades feudales) y en la época moderna hay una infinita división de los asuntos relacionados con la sociedad, pero lo que los griegos heredaron fue el ágora como punto de reunión de la ciudadanía. Ahora se llama plaza pública, plaza de armas o plaza mayor.
Es precisamente al punto al que quería llegar, a la convivencia en la plaza pública. En Morelia hace aproximadamente siete años se hace cada domingo un ciclovia en la principal arteria: la avenida Madero, en donde puede verse a gente caminando, corriendo, en patines, patinetas, en distintos tipos de bicis; personas comunes y también las pertenecientes a las subculturas: punks, roqueros, raperos, skatos, etc.
¿Pero qué pasa cuando se rompe la armonía de esta convivencia? El domingo pasado ocurrió un incidente, probablemente mínimo. Cuentan los que ahí estaban: un joven en su patineta hacía algunos trucos, algo le salió mal y probablemente su patineta golpeó los pies de alguien, éste fue con uno de los muchos policías que sitian el centro de esta ciudad, el agente hizo un llamado de atención al joven, y como es natural en todo joven (“ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”, diría Salvador Allende) ignoró al policía, a éste no le gustó la actitud rebelde del skato y lo sometió con lujo de violencia.
Algunas personas intentaron abogar por el patineto y al sentirsse acorralado, el oficial llamó por radio a toda la jauría de policías. Otros agentes cruzaron palabras vulgares con una señora que abogaba por el joven y entonces todo se salió de control. Las personas comenzaron a grabar los hechos, donde salieron a relucir actitudes de prepotencia por parte de la policía moreliana, además de violencia física y verbal.
¿Es necesario un despliegue de esa magnitud para llamarle la atención a un skato? Se supone que la policía esta para velar por el bien de la ciudadanía, se le otorgan las armas y autoridad para defender a los indefensos, no para atacarlos. La plaza pública fue vulnerada no por delincuentes, sicarios o terroristas, sino por la misma policía.
Los derechos de la sana convivencia entre los ciudadanos que frecuentan la plaza también fueron vulnerados, no sólo de los arrestados, sino de todos por el caos que se generó.
Habrá que manifestar nuestra inconformidad contra esta prepotencia policial y suspender a los agentes que abusaron de la autoridad que el pueblo les confirió por el desorden que ocasionaron. La plaza pública es nuestro punto de encuentro y no nos la quitarán.