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Poncho Sánchez: Conga Blue

Por Jorge A. Amaral

Para muchos son vacaciones, para otros no, pero de todos modos, más allá del cristiano arrepentimiento propio de la época, se siente en el aire un ambiente festivo, por lo que esta semana les aconsejo escuchar algo sabrosón, guapachoso y tropical.

Conga Blue

Así, para estos días de recogimiento les recomiendo a Poncho Sánchez, ese mexicoamericano maestro de las congas; el disco: Conga blue, una joya de 1995.

Siendo junto a Tito Puente, Mongo Santamaría, Irakere, Malo y El Chicano de los más importantes exponentes del latin jazz, Poncho Sánchez ha sabido explotar esa veta que hay en los sonidos afroantillanos y caribeños para redimensionar el jazz, con lo que se ha generado un fenómeno interesante, pues a la fecha, aunque se habla de latin jazz, no sé si es jazz con elementos latinos o música caribeña matizada con elementos jazzísticos.

Como sea, la teoría se las dejamos a los especialistas, que suelen ser bastante celosos, y como no es mi intención llegar a tirar rostro, vamos directo a la materia que nos ocupa: el disco.

A ritmo de salsa el álbum inicia en lo que será un viaje por el Caribe con Black stockings, cadenciosa y sensual, con un solo de saxofón a cargo de Scott Martin y las congas de Poncho Sánchez. Este ritmo me hace recordar algunos duetos que hizo con Tito Puente, que son imperdibles.

“Bésame mamá como tú sabes, déjame mamá como te gusta a ti”, dice la breve letra de Bésame mamá, segundo tema del disco, más cargado hacia el son, en que el piano de David Torres sólo marca el preámbulo para un majestuoso, orgásmico, casi pornográfico solo de trompeta de Stan Bebop Martin.

La palabra chévere queda perfectamente para definir Mambo de Cuco, en que los timbales de Ramón Banda y el trombón tocado por Alex Henderson aderezan de manera encantadora la gran calidad de Poncho Sánchez en las congas y Stan Martin en la trompeta. Sin estruendo, sin mayores aspavientos, sólo virtuosismo puro.

Como una irrechazable invitación al baile alrededor de una hoguera llega la pieza que da nombre al disco, Conga blue, un jazz picante, y más cuando lo condimenta de esa manera el saxofonista Scott Martin. Ya casi para el final de sus poco más de siete minutos esta rolita en realidad parece un ritual, se vuelve hipnótica, trance que bien puede prolongarse en ese bolero titulado Dulce amor, que remite a las grandes bandas. Así, la conjunción de toda la orquesta, la precisión de las percusiones, unos metales imponentes pero jamás estruendosos y un piano que nos transporta a mediados del siglo XX, logran en Dulce amor una atmósfera en la que si usted no está enamorado, seguramente querrá estarlo, aunque lo niegue.

Retomando los aires del inicio del disco, Manila tiene ese no sé qué que nos hace mover la cadera y los pies a ritmo de salsa, y es que esa flauta en juego con una letra sencilla pero juguetona y los timbales de Ramón Banda son el marco perfecto para seguir la fiesta hasta el amanecer.

A lado del legendario percusionista Mongo Santamaría, Watermelon man es un cambio de aire en el disco, pues no es tan festiva como Manila ni tan edulcorada como Dulce amor. Esta pieza, más que del repertorio afroantillano, es un jazz guapachoso, bastante ligero, como para descansar en el inter lo que se esté haciendo.

Retomando el hilo conductor, Happy now nos regresa al Caribe lleno de salsa, con un saxofón con olor a Coltrane pues como buen solista, sabe llevar a la perfección el peso de la pieza en conjunción con un piano muy a lo Take five, de Dave Brubeck. Una belleza pues.

Mon pa mon po pareciera haberse compuesto única y exclusivamente para que Poncho Sánchez y sus músicos se luzcan en las percusiones, pues a ritmo de chachachá este músico nos demuestra por qué está considerado entre los mejores percusionistas hispanos a pesar de su formación autodidacta y por ello se ha rodeado de músicos excelentes, lo cual le da un plus a su música. En vivo ha de ser la locura.

Para cerrar con broche de presión y al son de “si tú me quieres te quiero, como yo te gusto tú me gusta’ a mí”, Para ti es de esas cosas que uno le agradece a cualquier músico, que más que decir las grandes netas o presumir solos endemoniados, a veces sólo necesitan ritmo, cadencia, buen gusto, buena ejecución para que una pieza poco a poco se vaya convirtiendo en un pinche rolononón.

En fin, Conga blue es un discazo que hay que escuchar y Poncho Sánchez es un músico al que igual hay que estudiar más de cerca, pues no sabemos qué otras sorpresas nos tenga guardadas. Salud con mezcalito de Villa Madero.

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