Ya es habitual escuchar cuestionamientos sobre las finanzas del Festival de Música de Morelia (FMM), en las ruedas de prensa de inicio o cierre del evento. Es un tema que siempre genera polémica o curiosidad entre los medios, pero de momento no hay información oficial que me permita dar una opinión al respecto, por lo que solo referiré lo que pude observar como espectador.
Las actividades de este Pre FMM giraron en torno a la Sinfonietta. Es un proyecto donde se invita a jóvenes músicos de todas partes de México (que residan en territorio nacional aunque no sean mexicanos de nacimiento), a una residencia de quince días en Morelia. En ellas reciben asesorías de músicos y profesores de alto nivel, además se les brinda la posibilidad de presentar su trabajo ante la audiencia del festival.
Es la primera vez que el FMM organiza una actividad de esta envergadura en verano. Así que influyeron, entre otras cosas, las condiciones del semáforo epidemiológico que permitió una mayor cantidad de asistentes en los recintos y el déficit de actividades culturales en la capital michoacana.
El desempeño de la Sinfonietta fue mejorando progresivamente desde un pasable concierto pre inaugural el 25 de junio, pasando por la colaboración con el trompetista Alexander Freund hasta llegar al recital de clausura con Eleanor Weingarter, la clarinetista principal de la Orquesta Sinfónica Nacional. La mejoría se debe obviamente al tiempo de trabajo con los asesores, una mayor integración de los músicos y a la sobria dirección del colombiano Juan Felipe Molano.
En el escaso tiempo libre de los músicos era común encontrarlos recorriendo el centro de la ciudad o tomando algo en las cafeterías. Al platicar con algunos de ellos destacaron el trabajo de sus asesores, la hospitalidad del festival y la facilidad para desplazarse a pie por el primer cuadro.
El resto del programa estuvo integrado por el Cuarteto White, quienes ofrecieron un gran concierto junto a la flautista Megan Maiorana, con una gran interpretación del Cuarteto de cuerdas no. 3 de Schumann. Menos vibrante resultó el concierto con localidades agotadas de Alexander Pashkov en el Centro Cultural Clavijero, que dicho sea de paso, es un gran foro para las expresiones artísticas cuando no se utiliza como salón de fiestas.
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El evento gratuito de la Orquesta y Coros de la Transformación de Jesús del Monte y Tiripetío, en la Calzada Fray Antonio de San Miguel, cumplió con su cometido al brindar un espacio para que estos niños y adolescentes practiquen ante un público los conocimientos adquiridos. También estuvieron presentes los coros de la UVAQ, de la UdeM y el Fides Ensamble Vocal.
El cierre del Pre FMM fue con el concierto vía streaming del Auner Quartett, en donde el programa inicial que contemplaba obras de Mozart se cambió por uno que incluía a Joseph Haydn y a un par de compositores austriacos del siglo XX. Tristemente el número de espectadores en Youtube live solo oscilaba entre cinco y siete espectadores en el tiempo en que se transmitió el recital de cámara, aunque todavía se puede apreciar en las redes sociales del FMM.
En su mayor parte se cumplieron los protocolos de seguridad con la toma de temperatura y la aplicación de gel antibacterial a los asistentes. En el concierto inaugural, mientras el acceso y la distancia entre el público de lunetas y palcos era la adecuada, la zona de prensa lucía abarrotada. De igual manera, pasamos de conciertos con evidente sobrecupo como el del Cuarteto White en el Palacio Municipal (con todos los asientos ocupados y muchas personas de pie alrededor del patio principal), a la gran cantidad de espacios vacíos en el evento de clausura en el Teatro Ocampo.
Hubo algunos incidentes menores como la falla de iluminación en el recital de Pashkov que tardó mucho en ser atendida. También un par de personas que llegaron tarde y sin tapabocas en ese mismo evento. En general, poco hay que reprochar a la organización. Aunque llamó la atención que el propio Juan Felipe Molano anunciara antes del concierto de clausura que haría una pausa si el ruido de los cohetes que acompañan el encendido de la catedral era demasiado fuerte. Al final no fue necesario y el director se lo tomó con calma, pero es algo que ya ha sucedido en otras ocasiones y que pone en evidencia la falta de coordinación entre las autoridades locales y los organizadores del FMM.
En términos generales el balance fue positivo, la conjunción entre músicos de alto nivel y jóvenes promesas cumplió sus objetivos en la parte artística, pero habrá que poner atención a los detalles de logística para que todo salga bien, si las condiciones lo permiten, en la edición 33 del FMM el próximo mes de noviembre.