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¿Puede un artista vivir de su obra?: una entrevista con Erandi Ávalos

Ser un artista visual y no vivir de su profesión es algo común en un estado como Michoacán, donde la cantidad de creadores no se corresponde con la demanda de arte original. Sin embargo, no debe imperar el sentimiento de frustración, sino al contrario, hay que hallar las mejores herramientas en este contexto complicado. La exploración de dichas oportunidades será parte del taller Aprendiendo a Volar, que impartirá Erandi Ávalos a partir del 17 de febrero en El Traspatio Cafebrería.

“El taller está pensado para compartir la experiencia que tengo como artista y curadora, pues a lo largo de varios años he colaborado con artistas tanto nacionales como extranjeros y ese tiempo me ha enseñado cuáles son las herramientas, las actitudes, los pasos y el material que puede ayudar a que un creador sea exitoso en su carrera y sobre todo que pueda vivir de lo que hace”, nos detalla quien además está a la cabeza de Núcleo, Artes y Letras.

¿Son muchos artistas para muy pocos consumidores reales?, le preguntamos.

“Vivimos un momento en que Michoacán tiene tantos artistas como quizá nunca los había tenido, muchos de ellos jóvenes gracias a carreras tanto de la Universidad Michoacana como la reciente de la ENES. Sin embargo, todo egresado experimenta un periodo de crisis postuniversitaria que en ocasiones se alarga hasta por años, y en vez de que sea un tema tabú, lo tenemos que hablar, porque no son los únicos que pasan por eso. He detectado que es una situación que afecta la vida de los artistas, causando depresiones y frustraciones, lo que impacta de forma negativa en la creatividad. Así pues, este taller está creado para encontrar soluciones personalizadas para cada asistente, ya que cada persona puede experimentar distintos problemas, desde bloqueos de creatividad hasta trabas económicas”.

El taller está diseñado para que lo tomen artistas emergentes, estudiantes y recién egresados de artes visuales. Pero le volvemos a insistir a Erandi, ¿hay mercado para que los artistas visuales de Michoacán vendan su obra?

“Hay gente que compra arte en la ciudad y artistas que venden su obra no solo aquí, sino en otras partes. Pero sí es algo que se tiene que reforzar: hay que implementar estrategias de marketing. El consumo del arte no es tan exclusivo como pareciera, si tú vas a cualquier casa seguro ves colgado algún cuadro, ya sea originales, réplicas, posters, cuadros comprados en tiendas departamentales… porque a la gente le gusta tener algo en su hogar. En este sentido hay que acercar el arte, vuelto mercancía, al consumidor, y eso es lo que no está ocurriendo. Estamos trabajando con varios compañeros para hacer un encuentro estatal de artistas michoacanos en el cual busquemos justamente este tipo de soluciones. Yo me inspiro en la experiencia del Salón de la Plástica Mexicana, fundado hace 69 años por un grupo de artistas para crear una galería de compra y venta de arte en beneficio de la propia comunidad. Entonces podemos hacer una galería de artistas michoacanos para venta de obra, y buscar la venta en todas partes, con los coleccionistas de la ciudad, que los hay. Creo que estamos en el momento justo para hacerlo”.

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Decía Felipe Erhenberg que el primer paso es asumirse como artista, lo que increíblemente a veces no ocurre…

“Ser artista debe de asumirse, aceptarse. Sí, está relacionado con planos espirituales pero también materiales, y eso no demerita al proceso de creación ni la calidad de la obra que se produzca. Por un lado podríamos decir que si un artista es malo, pues es malo, y viceversa. Sin embargo hay un ciclo comunicacional cuando se enfrenta al público, y es ahí cuando un artista deficiente en su técnica de cualquier forma vende, lo que provoca el celo y la ira de los demás que hacen obras maestras, pero encerrados en sus casas. Por otra parte, existe el mito del artista como el gran creador que debe ser admirado, supremo, exitoso e inmortal, pero no todos estamos hechos para eso, somos parte de un engranaje donde cumplimos distintas funciones. Si yo soy una artista cuyo trabajo funciona para vendérselo a mis tías, a las amigas de mis tías y a mis vecinos, pues qué maravilla. A veces es una cuestión de ego pensar que nuestras piezas deben de exhibirse en el mejor museo y no es así: obra de Felipe Ehrenberg lo mismo está en el Tate de Londres que en casas de Tepito”.

¿Crees que los artistas aprovechan al máximo la tecnología, como las tiendas virtuales donde pueden colocar obra?

“Las herramientas tecnológicas ayudan muchísimo a la venta de arte, rompen las barreras geográficas, pero se trata justamente de aprovechar las redes para eso y no para publicar que eres un artista incomprendido. En Michoacán nos fortalecería aprender a cocinar sopa de piedra, que entre todos trabajemos para no depender de una sola institución. Otro tema que tocaremos en el taller es el papel de la universidad, entender que ésta no forma artistas: te da herramientas teóricas, históricas y técnicas en manifestaciones diversas, pero el artista se forma en la vida, en la experiencia; cuando entiendes eso, alivias las frustraciones. Si te casas con un solo modelo, la escuela te puede joder la vida, de ahí que a un autodidacta disciplinado le pueda ir mejor”.

No todo es la escuela, entonces…

“Una persona que lleva años en su cubículo difícilmente puede enseñarle sobre experiencias a sus alumnos. Esto es de temperamentos, los verdaderos artistas visuales no están toda la vida en la academia, al menos los que yo conozco en la historia del arte y personalmente se forman en la vida, no en la burbuja de los posgrados”.

¿Qué artistas viven de su obra? ¿Nos puedes contar algunos casos?

“Claro, hay ejemplos como el de Fernando Llanos, que sabe promoverse y vender su obra; está Eduardo Bautista, quien defiende hasta lo máximo su modo de vida. Soledad Tafolla vende bien, al igual que Ana Pellicer. Todos ellos viven de ser artistas y lo han logrado con talento y persistencia. A nivel colectivo está Nurite Gráfico, quienes se organizan muy bien y parece que pueden dar más”.

Las inscripciones para el taller Aprendiendo a Volar siguen abiertas y su costo es solo de 500 pesos, con cuatro sesiones incluidas. Se puede pagar en dos exhibiciones.

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