¡Puesto que muero existo!, esa frase que alguna vez escribiera Xavier Villaurrutia en su poema “Décima Muerte”, sirvió como título para la ofrenda de los días de muertos que cubrió el Zócalo de la Ciudad de México, aunada a otras actividades con homenaje a Octavio Paz, Efraín Huerta y José Revueltas.
Texto y fotos: Jesús Valencia Farías
Solo una semana atrás el primer cuadro de la metrópoli capitalina había estado inundado de libros y escritores por la Feria Internacional del Libro en el Zócalo, y ahora se llenó con “La Ofrenda de Todo México”, que mostraba fotos de personas fallecidas que previamente habían sido enviadas por familiares con una respectiva descripción de los gustos de sus muertos, también de 24 calaveras de cartón, cada una, una obra de arte por sí sola de más de dos metros, pintadas e ilustradas de diferentes colores, que brillaban con luces de neón por la noche en memoria a escritores fallecidos en años recientes como José Emilio Pacheco, Juan Gelman, Federico Campbell, Gabriel García Márquez, Emanuel Carballo, Carlos Fuentes, Carlos Monsiváis y Alejandro Aura; había un escenario para presentaciones musicales, de danza folclórica y recitales poéticos, y hasta un ring de Lucha Libre.
El ambiente del Zócalo era festivo, lleno de colores, turistas extranjeros deambulando, flores de cempasúchil, audios de textos que salían de la calavera dedicada a José Revueltas, recitales poéticos, música en el fondo, decenas de jóvenes disfrazados peculiarmente entre lo anglo y lo mexicano, fotógrafos y gente tomándose fotos con sus calaveras favoritas: niños y adultos a la par interactuaban con los luchadores que “peleaban” en el ring, se decían majaderías y todos reían alrededor.
Hicieron aparición también jóvenes estudiantes que gritaban a un mismo tono: ¡Todos somos Ayotzinapa!, reclamaban la aparición de los estudiantes normalistas, habían salido desde una pinta que decía “Nos faltan 43. Fue crimen de Estado”, justo enfrente del Palacio Nacional donde se encontraba Peña Nieto en ese momento protegido por la guardia presidencial.
El Distrito Federal es la ciudad donde más actividades hay en torno al Día de Muertos, lo que genera el arribo de miles de turistas; se dificulta decidir a dónde ir entre el 31 de octubre, 1 y 2 de noviembre, y es necesario seguir un itinerario para no perderse y escoger una ruta de acuerdo a la preferencia de cada quien. Hay lugares para visitar que no solo son interesantes por las actividades que se hacen para los difuntos, sino porque a su vez comparten historia, diversidad cultural y conocimiento, lo cual es interesante en cualquier fecha del año.
Con un grupo de periodistas de diferentes partes de la república nos dimos a la tarea de recorrer actividades organizadas o apoyadas por el Fondo Mixto de Promoción Turística de la Ciudad de México, como la que se realizó en el Zócalo, de esa manera seguimos un itinerario apoyados por un equipo de capitalinos conocedores de la ciudad.
Después del Centro Histórico el 31 de octubre fuimos a visitar el Panteón de San Fernando, se trató de una visita guiada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), nos hablaron de su arquitectura, pero sobre todo de los importantes personajes de la vida política y cultural del siglo XIX que estaban sepultados ahí, como el expresidente Benito Juárez.
Cerca del Panteón también se encuentran las iglesias de San Fernando, San Hipólito, San Juan de Dios y la Santa Veracruz que son importantes para entender esa fusión entre lo prehispánico y lo llegado de Europa a México que hace del Día de Muertos una festividad que sincretiza dos mundos que conciben de manera diferente la muerte.
Siguiendo un itinerario ya armado, el 1 de noviembre fuimos a visitar el Espacio Escultórico de la Universidad Autónoma de México (UNAM), ahí diferentes escuelas, instituciones, colectivos y asociaciones montaron un total de 128 ofrendas con el tema Tzompantli a Frida Kahlo, como parte del Festival Universitario de Día de Muertos. El recorrido era circular, colorido, lleno de creatividad que mostraba muchos de los aspectos de la vida de Frida Kahlo como símbolo de la mexicanidad, también algunas cosas chuscas como “La ofrenda a los que nos dejaron plantados” que al verla nadie podía evitar reír, pero también destacaban las ofrendas que sin dejar de lado a Frida, hacían alusión a los 43 normalistas desaparecidos.
“Nos faltan 43”, se repetía sin cesar por todas partes, con las fotos de los estudiantes normalistas. El Staff del Festival calculó 10 mil visitas por día, el 30 y 31 de octubre, y el 1 y 2 de noviembre, la fila para entrar sin exagerar era de cerca de un kilómetro.
Otra actividad apoyada por el Fondo Mixto, fue el Catrina Fest 2014 en el Monumento a la Revolución; 509 Catrinas y pocos Catrines reunidos en un solo lugar rompieron el Record Guiness de Catrinas. El ambiente era diverso, en muchos sentidos, hasta en el género sexual que no solo reunía hombres y mujeres, sino también homosexuales disfrazados de catrina, algunos pequeños perros con atuendo de Día de Halloween, pequeñas brujitas, diablitos, la novia de chuky, vampiritos, zombis y monstruos pidiendo para su calaverita, chicos jugando con sus patinetas, charros pintados de catrín, una catrina que hizo todo su atuendo de periódicos, una señora escandalizada que gritaba molesta al ser sacada del concurso por presentarse extravagantemente sin pintar su cara y con mascara, y además un escenario donde se presentaban grupos musicales para todos los gustos.
Del Monumento a la Revolución, ya por la tarde del 1 de noviembre, fuimos trasladados por la bella avenida Paseo de la Reforma (en donde había una exposición de guitarras gigantes) hacia el Bosque de Chapultepec para un recorrido en trenecito en la Calzada de los Poetas por las ofrendas de Octavio Paz, Efraín Huerta y José Revueltas. Había alguien que nos iba narrando el recorrido, nos hacía lecturas de la vida de los escritores, leía textos, explicaba acerca de la historia del Bosque y la Calzada que transitábamos.
Pasamos por un lado de la residencia de Los Pinos, había gente que rutinariamente hacía ejercicios físicos en el bosque. En la ofrenda a José Revueltas, la muerte, con su cara pintada de catrina nos sorprendió y nos contó una triste historia de amor. Al llegar al final del recorrido una calavera gigante apareció para hacer reír a la gente burlándose de la muerte.
Para el domingo 2 de noviembre, última día de nuestro itinerario, visitamos el Museo Dolores Olmedo, donde hay una vasta colección de obras de Diego Rivera y Frida Kahlo, pero que para la ocasión había una exposición de ofrendas de Día de Muertos con escenas y personajes de las diversas fiestas tradicionales que se celebran en México a lo largo del año, y que están relacionadas con las celebraciones religiosas y los ciclos agrícolas.
Entre los que habitan el museo hay una familia de perros xoloitzcuintle que posaban amablemente para ser fotografiados, una de ellas era maya y se acercaba a saludar a los visitantes. Antes de que termináramos el recorrido por este bonito recinto que también fue la casa de Dolores Olmedo, estaban premiando a las catrinas ganadoras por su originalidad en el concurso efectuado desde horas antes. En este Museo también es posible degustar deliciosos platillos y bebidas de la cultura mexica como el Huauzontle, el agua de Chía, el Pulque, y antojitos mexicanos como las Enchiladas de La Antigua Hacienda.
Para terminar el paseo por la Ciudad de México fuimos al centro de Coyoacán a pasear por la Plaza Hidalgo, donde continuaban las actividades con el lema !Puesto que Muero Existo!, en memoria a los escritores mexicanos nacidos en 1914. Una exposición de ofrendas coloreaba la noche, las velas y veladoras iluminaban calaveritas, estatuas de catrinas, panes de muerto, frutas, ollas de barro, calabazas, papel picado y un etcétera de elementos que conforman las ofrendas tradicionales que se hacen para los muertos que durante esos días visitan el espacio terrenal como es la creencia de los antepasados.
La mezcla de olor a flor de cempasúchil, copal, chocolate, pan, café, incienso fusionaban un aroma único, que solo puede ser esos días del año para la nostalgia de quienes recuerdan a sus difuntos.
Finalmente, con un poquito de frío, y ya caída la noche, otros olores despertaban el apetito: se trataba de la segunda edición de la Feria del Chocolate y Pan de Muerto, con platillos de la gastronomía nacional en 105 stands y 15 más de países como Bolivia, Marruecos, Chile, Honduras, Tailandia, Grecia, Guatemala, Rusia, Cuba, Venezuela, Colombia, El Salvador, Bélgica y España. Entre los platillos mexicanos destacados se encontraba la Ensalada Kahlo, Corundas en salsa negra, Carpacho de trucha y los Chongos de Fresa zamoranos. Sin embargo todo parecía tan delicioso que era difícil decidirse por qué comer, o de plano salir de ahí sofocado por tanta comida, en su mayoría tradicional, lo bueno es que esta oferta gastronómica tan variada estará hasta el próximo 9 de noviembre para degustar sin atragantarse en un solo día.
Así fue como llegamos al final del recorrido que en todo momento evocaba a “Puesto que muero existo”; este es un fragmento de poema de Villaurrutia “Décima Muerte” de donde viene la frase:
“Qué prueba de la existencia
habrá mayor que la suerte
de estar viviendo sin verte
y muriendo en tu presencia!
Esta lúcida conciencia
de amar a lo nunca visto
y de esperar lo imprevisto;
este caer sin llegar
es la angustia de pensar que, puesto que muero existo…”