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Secum: cuatro meses sin pagar sueldos y una orden de desalojo

Silvia Figueroa

Silvia Figueroa

Después de cuatro meses de este 2017, más de 50 trabajadores de contrato en la Secretaría de Cultura de Michoacán (Secum) continúan sin cobrar una sola quincena y ya piensan en organizar alguna manifestación para que la dependencia cumpla con su obligación.

Y es que de nada ha servido que algunos de los empleados afectados hayan levantado la voz en distintos medios de comunicación, pues comenzarán mayo en las mismas condiciones: trabajando gratis para una secretaría comandada por Silvia Figueroa, quien recibió este encargo como un premio de consolación luego de su gris desempeño como titular de Educación en el Estado.

“Es difícil soportar tanto tiempo sin cobrar y sin embargo aquí seguimos, cumpliendo con nuestro trabajo, pero hay límites y no sé cuánto tiempo más podamos sobrevivir en esta situación”, comenta uno de los empleados que prefiere conservar el anonimato, pues en otros casos ya se han dado despidos injustificados por externar el incumplimiento laboral de la Secum ante los medios de comunicación.

Con adeudos también a proveedores y artistas, la Secum enfrentaría incluso una orden de desalojo de su inmueble sede, ubicado en la calle Isidro Huarte 545, según lo reveló una fuente a este portal. La denuncia habría llegado ante la impaciencia de los dueños del edificio, quienes también han enfrentado pérdidas derivadas de la ineficiencia administrativa que caracteriza a la secretaría desde hace varios años. Con este escenario, entre los empleados ya se corre el rumor de a dónde serían trasladadas las diferentes direcciones y departamentos de la dependencia.

A pregunta expresa, el trabajador entrevistado adelanta que de no obtener una respuesta favorable a la demanda de pago, se estaría programando una toma simbólica de la institución, “pues tampoco caeremos en medidas extremas, aunque nuestra situación sea muy grave”.

El salario de los trabajadores de contrato varía, hay quienes perciben 7 mil 500 pesos mensuales y en el rango más bajo obtienen mil 500 pesos, equivalente al sueldo de una edecán, aunque sus funciones sean otras. En cualquiera de los casos, nadie ha podido cobrar nada, ni un solo peso, y nunca han obtenido respuesta directa de Silvia Figueroa, con todo y que ya se le hicieron llegar peticiones formales para obtener audiencia.

La falta de pagos no es nueva; en diciembre pasado los empleados recibieron sus sueldos con tres meses de retraso, pero el aguinaldo no llegó completo. Desde entonces no entra nada en sus bolsillos, así que se la deben ingeniar, conseguir trabajos extras, pedir prestado o regresar a casa de sus padres si es que son jóvenes con iniciativa de una vida independiente. En otros casos es imposible solventar necesidades como la escuela de sus hijos o el mantenimiento de los servicios más básicos del hogar. En ese mundo al revés, los trabajadores de contrato cumplen sus tareas sin percibir a tiempo su sueldo, mientras que los sindicalizados viven protegidos, algunos de ellos sin ninguna función especial, contemplando las cuatro paredes de sus respectivas oficinas.

Hay también a quienes se les adeudan meses no solo de este año, sino de 2016, e incluso un trabajador vio con sorpresa cuando le notificaron que ya había llegado su aguinaldo… ¡de 2015!

Oídos sordos

“Desde hace dos meses hemos hablado con el delegado administrativo, Edgar Rodríguez González, y con el secretario particular, Alino Zúñiga, pero las respuestas son las mismas: palmadas en la espalda y una supuesta empatía sin que den ofrecimientos claros de cómo solucionar el problema; es una suerte de desgaste emocional y un laberinto burocrático con muchos trámites que no nos quedan claros, es decir, no sabemos qué pasa, por qué no nos pagan”, señala nuestro entrevistado.

Bajo este contexto, el trabajo diario en el interior de la secretaría se torna cada vez más tenso, uno donde los jefes de departamento ya no pueden exigir mucho a un personal que lleva un cuatrimestre sin pago, uno donde los teléfonos suenan a diario con reclamos de proveedores que exigen se les liquide por sus servicios, uno en el que los artistas ya saben que trabajar con la Secum es sinónimo de entregar todo su talento y ser pacientes, muy pacientes para recibir sus pagos.

En la foto, Silvia Figueroa inaugura con algunos académicos la Fiesta del Libro y la Rosa. Archivo Secum

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