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#TextosAislados: Días cortos, noches largas

#TextosAislados: Días cortos, noches largas

Por Carmen Boullosa

 

Salvo excepciones (biblioteca, avión, sala de espera) escribo en casa. El encierro es lo mío. Me gusta, y mucho. Nunca me alcanza el tiempo. Los días se me hacen cortos.

Estos días de encierro obligado no debieran alterar mi rutina. Sí, me privaron de lo planeado para celebrar la traducción al inglés de una novela (El libro de Ana), con ansiedad y con alegría esperaba la presentación con Siri Hustvedt el 14 de abril en The Fiction Center de Brooklyn, la feria del libro de Los Ángeles Times, el diálogo con mi querido Phillip Lopate en la McNally de Soho – ¡qué fiesta!-, entre otros broches de oro. Hubiera sido padrísimo.

Esas cancelaciones sólo han hecho la rutina más rutinaria: no me alcanza el tiempo -es lo de siempre-, los días, desde hace ya unos años, se me han vuelto cortísimos. No lo entiendo por qué. Siento que me tocan días más cortos, más estrechos, menos flexibles. Trabajo, trabajo y no parece que trabajo.

Las noches son otra cosa. Las noches se me han vuelto largas, duerma poco, o duerma como la gente, son noches densas, espesas, difíciles de cruzar. Qué noches, temibles.

En parte porque estos días de encierro (o de subrayado de la rutina), me cuesta aún más trabajo dormir. Eso que se da entre el sueño y la vigilia, ese trechito de vida tan indescifrable en el que apenas se asoma, como de puntitas, un tipo de conciencia oscuroluminosa que mucho tiene que ver con Los Otros – con ustedes-, con la vida comunitaria, con lo que está pasando (y muy a menudo también con lo que estoy escribiendo, trabajando) se me ha vuelto zona de guerra. Preciso: se me ha vuelto zona de muerte. No: se me ha vuelto zona de enfermedad. No: zona de ansiedad. No: zona intransitable.

¿El fantasma del coronavirus se ha colado ahí? ¿El fantasma del asombro colectivo, la incertidumbre, la inestabilidad económica, la desazón, los cadáveres, la fragilidad? Presentes, todos presentes, de noche, mientras que de día (en estos días míos flacos y rígidos) sigue la vida, tal cual.                                                              

Coyoacán, Ciudad de México, marzo del 2020

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