He de admitir que este disco me llamó la atención, en primer lugar, por la portada, dado que de Lightnin’ Red no sabía gran cosa, salvo algunas piezas sueltas que había escuchado en compilaciones.
Por Jorge A. Amaral
Pero si alguien me ofrece que escucharé una súper guitarra, la más grandiosa del mundo, con un sonido festivo y, además, para anunciarlo se recurre a una rubia de piernas largas y unas letras rojas que me traen recuerdos de Starsky & Hutch y The Dukes de Hazzard, ¡carajo!, ¡debo escucharlo!
The super guitar of Lightnin’ Red. The party sound of the world’s greatest guitar with brass and strings, de 1972, es un disco de covers, como el que les recomendé la vez pasada, pero ahora no es un baterista japonés, sino un guitarrista de Chicago que obviamente tiene ese sabor del Chicago blues pues nunca deja de ser bluesman.
El primer corte es “America”, en que la batería, el wah-wah y la sección de cuerdas hacen de esta pieza un funky extraordinario, que de repente hace pensar en la Love Unlimited Orchestra, de Barry White. Pero antes de encariñarnos con el funky y el soul aparece “Put your hand in the hand”, que entre el rocanrol y el blues deja patente por qué Lightnin’ Red es un gran guitarrista.
Su estilo, aunque es muy de Chicago, no tiene esa apabullante fuerza de Buddy Guy, es más bien suave, como la entrañable Lucille, de BB King, que llega a ser más bien dulce pero expresiva, y eso se nota a la perfección en el tercer corte, “Frankie & Johnny”, un blues que, de verdad, me deja con un excelente sabor de boca cada vez que lo escucho.
Pero antes de que uno destape el bourbon suena una tonadita a-go-go muy por el estilo de “Twist and shout” (pieza adorable del soul), se trata de “La bamba”, que no suena ni siquiera parecida a la de Ricardito Valenzuela ni mucho menos a Los Lobos, sino que es una interpretación más gabacha, un tanto playera, pero en la que la guitarra va subiendo su intensidad hasta apabullar los oídos.
“Papa’s got a brand new bag”, el clásico de El Rey del Soul, James Brown, retoma el sonido funky del inicio del disco dado que es una pieza completamente bailable, aderezada con las cuerdas y metales que reflejan perfectamente esa atmósfera pre-disco, aunque sabemos que el resultado de esa evolución en los años siguientes fue terrible para la música.
Aunque las versiones que este guitarrista hace de “Bahia”, “Jericho”, “Perdido” y “Funky Friday” son sensacionales, la cereza del pastel viene con “Caravan”, original de Duke Ellington. A diferencia de la versión de los 50, en esta no predomina el bebop, ni siquiera el blues, hay más bien un sonido rockero, entre ácido y psicodélico.
Es por todo lo anterior que The super guitar of Lightnin’ Red, más que un disco de covers o de versiones diferentes, es un álbum de reinterpretaciones en que las piezas ya conocidas son un mero pretexto para lograr un sonido nuevo, diferente.