Hay gente a la que lo único que le gusta es que no le gusta nada y van por la vida quejándose de todo, atorándoseles todo. Estos últimos días, a niveles local y nacional, hemos visto tantas tormentas de arena que en algunos casos ya se formaron dunas, y eso es porque hay un montón de gente sintiéndose superior a otro montón de gente.
Que si el gobernador le puso un helicóptero a Belinda para que viniera a ver al Papa, que si cuánto costó, que si se debe auditar, que si son recursos públicos, que si esto, que si lo otro. Ante esto yo me pregunto: ¿Y? Ya lo hizo, eso no desestabilizó más al gobierno, eso no nos sumió más ni nos sacó de la crisis; ¿entonces qué afán tienen los políticos de oposición para estar chingando?, ¿y cuánto cinismo más hace falta para seguir defendiendo a Silvano cuando la incompetencia en algunas áreas es palpable?
Y no digo que esté bien, pero creo que hay cosas más urgentes en el estado como para preocuparse por a quién pasea Silvano y a bordo de qué. Y es que en chismes de política no hay mucho margen y me pasó hace tiempo, cuando critiqué las tómbolas de Morena para elegir candidatos: algunos morenistas me llamaron priísta (los más educados), pero otros de plano me hicieron carcajear al decir que seguramente a mí me pagaba Peña Nieto para difamar al amo y señor AMLO y que, por extensión, yo era un asesino #FueElEstado #TodosSomosAlgoLoQueSea #43ComoMantra, yaketi yak… Pero entonces, si escribes algo criticando al gobierno, específicamente a Peña Nieto o Silvano, serás tachado de chairo, quejosito y arenoso. ¿Qué hacer ante esto?, sólo se me ocurre comer pasta.
Los mexicanos en el Oscar y un actor adoptado como connacional: “Leo, hermano, ya eres mexicano”. El Ángel de la Independencia y Las Tarascas como mudos testigos de una celebración sui géneris, casi surrealista. Unos, justificando el detergente en Las Tarascas y las vueltas en el Ángel como un simple buen rato entre amigos, juntarse para echar un poco de desmadre, básicamente para burlarse de que DiCaprio ahora sí ganó el Oscar.
Por el otro lado, gente indignada, molesta ante tal festejo, sintiendo mancillado el orgullo nacional por festejar a un actor que de buenas a primeras resultó racista… ¿qué dijo?, ah, sí, dicen que dijo algo sobre preferir besar a un cerdo que a una mexicana, lo mismo que El Rey, a quien se le atribuye aquello de haber preferido besar a dos negras que a una mexicana (de ser cierto tendríamos que haber visto a las negras y a la mexicana en cuestión).
En fin, un montón de gente encabronada por festejar de relajo, casi de broma, a un actor gabacho. Repaso las fotos, veo a unos celebrando de lo lindo, sin cruda moral, y a otros refunfuñando y haciendo chisme; a unos que, dado que en este país no hay mucho qué celebrar en colectivo, decidieron tomar cualquier pretexto, y a otros que, habiendo cosas más serias qué criticar, pierden su tiempo en futilidades. Veo hacia ambos lados y sólo puedo pensar en el terrible antojo que en este momento tengo de comer pasta.
Dicen que cuando alguien es feliz no le queda tiempo para estar chingando y el panorama actual me da una idea de cuánta gente infeliz hay en el mundo, y aunque no se trata de crearse un landia como los que nos ofrecen los gobernantes, sí hay que reconocer que pese a todo aún existen cosas que podemos disfrutar: el arte, el vino, los amigos, la familia, el sexo y la comida, y no estamos atentando contra nadie al vivir contentos. Por eso prefiero seguir los “Realmente preferiría que no” del Monstruo del Espagueti Volador, que enuncio de forma resumida:
- Realmente preferiría que no actuaras como un imbécil santurrón que se cree mejor que los demás.
- Realmente preferiría que no usases mi existencia como un medio para oprimir, subyugar, castigar, eviscerar, o ser malo con los demás. Yo no requiero sacrificios y la pureza es para el agua potable, no para la gente.
- Realmente preferiría que no juzgases a las personas por su aspecto, o su forma de vestir, o de hablar o… mira, sólo sé bueno, ¿va?
- Realmente preferiría que no te satisficieras con conductas que te ofendan a ti mismo o a tu compañero amoroso mentalmente maduro y con edad legal para tomar sus propias decisiones.
- Realmente preferiría que no desafiaras las ideas fanáticas, misóginas y de odio de otros con el estómago vacío. Come, luego ve tras los malditos.
- Realmente preferiría que no construyeras iglesias, templos, mezquitas, santuarios multimillonarios a mi tallarinesca santidad cuando el dinero podría ser mejor gastado en (tú eliges):
a) Terminar con la pobreza.
b) Curar enfermedades.
c) Vivir en paz, amar con pasión y bajar el precio de la televisión por cable.
Puedo ser un ser omnipresente de carbohidratos complejos pero disfruto de las cosas sencillas de la vida.
- Realmente preferiría que no fueras por ahí contándole a la gente que hablo contigo. No eres tan interesante, madura ya. Te dije que amaras a tu prójimo, ¿no entiendes las indirectas?
- Realmente preferiría que no le hicieses a los otros lo que te gustaría que te hiciesen a ti si te van las… ejem… las cosas que usan mucho cuero, lubricante, Las Vegas. Si a la otra persona también le gusta (según el 4), entonces disfrútenlo, tómense fotos y, por el amor de Mike, ¡usen un preservativo!
En fin, comamos pasta, bebamos cerveza, disfrutemos con amigos y familia que no sabemos de cuánto nos perdemos por vigilar a los demás, dejemos por un momento que sean los de Proceso quienes se encarguen de estar jorobando y creando tormentas de arena. Salud, ramen.