Con el 55 Festival Internacional de Órgano de Morelia “Alfonso Vega Núñez” (FIOM), se cierra un mes repleto de eventos culturales. Del 26 de noviembre al 8 de diciembre, además de conciertos presenciales, se llevarán a cabo una serie de actividades para formalizar el hermanamiento de las poblaciones de Morelia, Pátzcuaro y Quiroga.
También hay extensión en Madrigal de las Altas Torres, localidad perteneciente a la provincia de Ávila, en España. Este protocolo servirá para honrar la memoria de Vasco de Quiroga, quien nació dicha en localidad española y fue posteriormente una de las figuras más influyentes en los primeros años del virreinato.
El viernes, largas filas serpenteaban en el atrio de la catedral desde temprano. De acuerdo al programa general la inauguración sería a las 20:00 horas, pero una boda y algunos problemas técnicos, no se sabe si cuestiones de sonido o de la transmisión en vivo para televisión, fueron las que retrasaron casi una hora el inicio del evento. Hubo quienes se hartaron por el retraso y de plano abandonaron el lugar.
Una vez dentro de la Catedral, resultaba obvio el sobrecupo. Cada rincón del recinto fue tapizado de sillas que ocuparon decenas de personas que llegaron sin boleto. Lo triste del caso es que para cuando se escuchaban las últimas notas del Aleluya, de Händel, una cuarta parte del público ya se había retirado. ¿Tanto esforzarse para entrar y luego salirse a los 15 minutos de concierto?
Los invitados especiales fueron los españoles Francisco Javier López, organista titular de la catedral de Ávila y la soprano Sara Mantarraz Sanz. Por la parte local estaba la Orquesta Sinfónica de Michoacán, dirigida por el maestro Román Revueltas, así como el Ensamble Coral “Alfonso Vega Núñez” y el Octeto Vocal de la UMSNH.
El programa del concierto estuvo conformado por Morelianas, un tema compuesto especialmente para la inauguración por el organista invitado; Liras a María, del nacido en Puruándiro, Alfonso Vega Núñez, así como Tiento de V tono, del compositor renacentista español Antonio de Cabezón.
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El resto eran composiciones populares, muy conocidas por el público, es decir, los organizadores jugaron a lo seguro. “Jerusalem”, parte del oratorio Paulus, del compositor romántico Felix Mendelssohn; “Aleluya”, la parte final del oratorio El mesías, de Georg Friedrich Händel, una de las obras corales más conocidas en el mundo occidental. Se agregó Tercera canción de Ellen de Franz Schubert, lied que erróneamente se conoce como Ave María, pero que originalmente fue concebida como una canción basada en el poema épico “La dama en el lago”, de Walter Scott.
Mención aparte requiere la interpretación del Adagio de Albinoni, atribuido al compositor veneciano del siglo XVIII, pero en realidad una pieza escrita en 1945 por el musicólogo italiano Remo Giazotto, quien alegaba haber encontrado la obra en la biblioteca de Dresde tras la Segunda Guerra Mundial. Nunca reconoció su autoría, pero la fama del adagio debió ser suficiente recompensa para Giazotto, quien murió en 1998. Extrañamente el programa del FIOM, consigna como compositor del tema a Tomaso Albinoni.
Hubo un evidente sobrecupo y un pésimo sistema de sonido en la Catedral que apenas permitió entender las palabras inaugurales. Además, hay que consignar un par de errores garrafales del FIOM. ¿Cómo es que se programó una boda justo antes del concierto inaugural? Tal vez habría que culpar de ello a quienes administran la iglesia, pero en todo caso es una vergonzosa falta de coordinación entre las partes. No hubo aviso ni disculpa sobre la causa del retraso, una falta de respeto no solo para los músicos y los invitados, sino también para la gente que estuvo de pie más de una hora esperando el ingreso.
Pero lo peor de la noche fue el Coro de la Paz, de la Universidad Lasalle, con una cosa llamada Himno por la paz, compuesta por su director Jesús Estupiñán. Un tema cursi hasta la saciedad, digno de los más atroces retiros católicos juveniles, con todo y pandereta incluida. Una mancha negra para el que se ostenta como el festival cultural más antiguo de América.
Imagen: FIOM