En el siglo XVI, las primeras ferias del libro eran encuentros muy reducidos, visitados más por profesionales de la edición, amanuenses, nobles y representantes de órdenes religiosas. No eran eventos destinados a la promoción de la lectura.
Ahí, se podía encontrar un número limitado de libros, ya que la producción de la época no daba para más. Era un lugar donde comprar tinta, tipos diferentes de papel, tipos móviles y nueva maquinaria.
Por lo tanto, las primeras grandes ferias del libro en Europa fueron las de Frankfurt y Leipzig, en Alemania, destacando las de Medina del Campo en España, y la de Lyon, en Francia. Además de elementos relacionados con el libro, también se comerciaba con objetos de lujo, intentando aprovechar el nivel económico de los visitantes. Así pues, no era raro encontrar pieles, sedas o artesanía de alta calidad.
La Feria del Libro (FIL) de Guadalajara nació en 1987, consumada por la Universidad de Guadalajara, convirtiéndose en la feria de la lectura más importante del mundo de habla hispana, y la segunda a nivel mundial tan sólo detrás de la alemana de Frankfurt.
Los bibliófilos no necesariamente son visitantes ideales para las ferias del libro. La vista de los libros que se extienden en todas las direcciones, hasta donde alcanza la vista, puede llenar de pavor al amante de los libros más ardientes, ya que una sola vida no es suficiente para leer ni una fracción en lo que descansan los ojos errantes.
La Feria del Libro de Frankfurt, la más grande del mundo en número de expositores, atrajo a 280,000 visitantes el año pasado. En comparación, la Feria del Libro de Calcuta tuvo más de dos millones de visitantes y la Feria Mundial del Libro de Nueva Delhi, 1,2 millones.
Informan que los precios en la FIL 2019 están por las nubes, y que muchas de las ediciones son viejas, algunas maltratadas. Ese es el problema con las ferias. Una feria era un colectivo de comerciantes que ofrecían buena mercancía a precios populares. La FIL es una convención. Si el arte y la literatura tuviesen una función -y el condicional, digo yo, aquí lo es todo- sería el de empujar los límites de la inteligencia y la moral un milímetro más allá.
Es una fantasía bibliográfica romántica, sin duda, pero que puede ser merecidamente exagerada como un contrapunto a las transacciones impersonales y sin rostro del mundo en línea. Es el tipo de fantasía que se recordará cuando ya no se pueda practicar, su valor se hará evidente solo en su ausencia.
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