Ya muchos están de vacaciones o a punto de hacer las maletas, así que un destino obligado es ir a la playa. Sí: aunque sea invierno.
Quienes elijan Michoacán podrán vivir la experiencia de admirar el desove o el nacimiento de tortugas marinas. También podrán probar la rica gastronomía que produce el mar en esa región o recorrer los malecones y numerosos esteros que ofrecen una vista hacia la riqueza de vida en los ecosistemas michoacanos.
Quienes disfrutan el deporte, la ciudad de Lázaro Cárdenas cuenta con un malecón idóneo para la actividad física, con ciclopista de 700 metros y vistas hacia el Puerto, la Torre de Control, el Obelisco y el Teatro de la Cultura y las Artes.
Igualmente destaca el puente Albatros, que se ubica sobre uno de los muchos esteros y humedales de la región, en donde es posible admirar cocodrilos en su entorno natural, desde un espacio seguro, así como infinidad de aves y especies de flora endémica.
Por otro lado, cerca de la ciudad se ubican diversos campamentos tortugueros, que durante el mes permiten al visitante conocer el fenómeno natural de la arribazón, desove y nacimiento de las diversas especies de tortugas marinas que llegan a las playas de Michoacán, como son la tortuga negra, golfina y laúd, también llamada “tortuga gigante”, que entre las ocho especies que existen en el mundo, es la de mayor tamaño.
A comer rico
Para el paladar, la recomendación es probar las tradicionales empanadas costeñas, así como los diversos caldos con pescados y mariscos frescos, obtenidos de las aguas michoacanas.
Y para quienes gustan de practicar el surf, Michoacán cuenta con dos playas de renombre internacional: Nexpa y La Ticla.
La característica que ofrecen para esa práctica deportiva es que reciben olas de un punto, es decir, que las olas que arriban a la playa no vienen de diversas direcciones, no se cruzan en el camino. Provienen de un solo punto del horizonte y por lo tanto, permiten que una tabla se deslice desde el interior del mar hacia la playa.