El segundo día de actividades del 37 Festival de Música de Morelia Miguel Bernal Jiménez (FMM) comenzó con la inauguración de los tapetes florales de Patamban en la Calzada Fray Antonio de San Miguel, justo en ese momento y a unos cuantos metros de distancia, iniciaba una manifestación que llegaría hasta lo que queda del Palacio de Gobierno. Cabe mencionar que ambos eventos se realizaron simultáneamente y sin mayores contratiempos.
En el primer concierto del sábado 15 de noviembre se presentó el quinteto de alientos estadounidense WindSync. El recital inicialmente estaba programado en la Biblioteca Pública de la UMSNH, en el antiguo templo de la Compañía de Jesús. Sin embargo, desde hace unas semanas se avisó del cambio de sede al edificio del Palacio Municipal, aunque en el programa de mano que entrega el festival no se hizo la modificación. El lugar lucía repleto, al grado de que tuvieron que agregarse más sillas en los pasillos laterales para brindar un asiento a las personas que llegaron al final.
La primera sorpresa de la tarde es que el quinteto de alientos se convirtió en cuarteto. La agrupación está integrada por Garret Hudson (flauta), Noah Kay (oboe), Graeme Steel Johnson (clarinete) y la talentosísima Kara LaMoure (fagot), la ausente fue Anni Hochhalter (trompa), quien fue sustituida para la última parte de este concierto por una intérprete tapatía.
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La ausencia de una de las integrantes obligó a hacer unas modificaciones en el programa, pero pudimos escuchar piezas de autores contemporáneos con arreglos de Kara LaMoure así como la Serenata en do menor, K. 388, de Mozart, una pieza compuesta inicialmente para un octeto de vientos. De nada sirvió que la fagotista anunciara al inicio de cada obra el número de movimientos, la mayor parte del público interrumpía con aplausos al final de cada uno de ellos.
Los talentosos músicos estadounidenses cerraron el concierto con dos temas latinoamericanos, el conocidísimo Tico-Tico, del brasileño Zequinha de Abreu y una animada versión de El cascabel, huapango compuesto a principios del siglo XX por el veracruzano Lorenzo Barcelata.
Apenas unos minutos después iniciaba el concierto de Bach in the jungle, proyecto de la violinista española Leticia Moreno y un grupo de talentosos músicos internacionales: Andreas Rokseth en el bandoneón, Freddy Adrián González en el contrabajo y Matan Porat en el piano.
Bach in the jungle gira alrededor del célebre compositor alemán. Una de las piezas favoritas de la violinista española es la Chacona, que originalmente forma parte de la Partita para violín solo no. 2 BWV 1004. Generalmente se piensa que Bach la compuso en memoria de su esposa, quien falleció mientras él se encontraba lejos de casa. Es célebre gracias a su expresividad y complejidad técnica, al grado que suele incluirse como parte de concursos de violín. La chacona tiene su origen en las danzas populares españolas y hay quien afirma que dichas danzas estuvieron influenciadas por la música que provenía de las colonias, de ahí la asociación de Bach con el exotismo sudamericano.
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El resto del programa estuvo conformado por otra sonata de Bach, un anónimo boliviano del siglo XVIII, la Sonata chiquitiana no. 4, así como la Bachiana brasileira de Heitor Villa-Lobos y una potente interpretación de las Cuatro estaciones porteñas de Astor Piazzolla. La noche terminó con otra de las piezas más conocidas del compositor argentino, Oblivion.