Acudir a un concierto con puras bandas locales equivale a unas 100 personas; si a éstas las acompaña alguna agrupación más o menos conocida la cifra podrá subir a 300, pero no más. En Morelia tampoco es que haya tanto público ávido de conciertos con nuevas propuestas, o tal vez los relevos generacionales provocan que los hoy treintañeros ya no anden asomándose a los toquines, dejando la estafeta a sus hermanos más chicos. Incluso, festivales de pretensiones masivas como La Yoshokura (que reúne a decenas de bandas nacionales, ninguna local) no han congregado a tanto público como se calcularía, pese a presencias de bandas como Molotov, Kinki, Silverio y Nortec Collective.
Y como bien lo apuntan los promotores y propietarios, los fans no quieren pagar mucho, siempre optarán por ahorrarse el cover y gastarse el presupuesto en cerveza, porque el rock sin chelas, pues como que no se lleva.
Quinta parte: Las bandas, los proyectos…