El mundo cambia y las personas evolucionan. Hace ya siete años que el entonces prometedor grupo Zoé pisaba tierras morelianas para presentar su disco Rocanlover, show que tuvo como escenario una pequeña discoteque de la ciudad.
El acceso era sencillo y los fans estaban a unos cuantos metros de los músicos, cosa muy distinta a los grandes escenarios que ahora caracterizan a la banda más popular del pop rock en México. La cosa era tan sencilla, que hasta pudimos entrevistar como si nada al hoy inalcanzable Leon Larregui. Aquí les compartimos algunas de sus declaraciones:
“…Fobia y Soda Stereo nos inspiraron a decir: ‘oye, creo que se puede hacer una banda de rock diferente’. Y en realidad nosotros no calculamos lo que vamos a hacer. No dijimos: ’Vamos a hacer una rola que suene a brit-pop’. Simplemente empezamos a tocar y así sale, y es un poco por las influencias que tenemos…”
“No nos sentimos rockstars, para nada. Tenemos unas vidas totalmente normales. Creemos en la música pero no a la manera de rockstar. Esto es una serie de mitos, creo que no existe. Es una onda más glamorosa de los 80, creo que le pasó más a Depeche Mode, los Rolling Stones. Ahora la onda es hacer música por gusto. Obviamente nos encanta tocar en conciertos y que a la gente le guste, pero más allá de eso nuestras vidas son completamente normales”.
“En México apenas tenemos tres o cuatro años de democracia, entonces tenemos que todo mundo está peleando por el bolillo. Si tuviéramos ya cien años de vida democrática creo que todo el mundo estaría más tranquilo”.
Y para aquellos que fueron a tan genuina tocada de Zoé en el famoso antro X´O, aquí revivimos la crónica original publicada en el número 12 de Revés, que por cierto, tuvo al mundo de los Espías como tema de portada…
EL CONCIERTO
Después de más de un mes y medio de publicidad, misma que prometía una incumplida sesión de autógrafos en Mix-Up, los integrantes de Zoé pisaron por fin territorio michoacano para deleite de sus fans, quienes llegaron muy temprano a la reconocida discoteque X´O. Desde las 4 de la tarde había gente en espera de algún autógrafo o fotografía con la banda originaria de Cuernavaca.
Eran las 18:40 horas cuando las puertas se abrieron para el ingreso de unas 300 personas, la mayoría jóvenes menores de 25 años, quienes en esta ocasión no debieron rogarle a Charlie el cadenero para que los dejara pasar, además de que el acceso no condicionaba las clásicas medidas de los antros de moda, como “NO tenis, gorra o camisas mal fajadas”.
El concierto inició justo a las siete de la noche, aunque con el pequeño detalle de que arriba del escenario estaba una banda que nadie conocía, que nadie quería oír y que finalmente tocó cinco canciones sin que nadie pidiera su regreso. De esto a la aparición de Zoé transcurrió una hora y 20 minutos, tiempo que el dj del antro aprovechó para programar algunas canciones de sus grupos favoritos (ochenteros y de tendencias heavy metal), provocando el enfado e impaciencia de muchos adolescentes quienes no tenían intenciones de disfrutar canciones de los Guns and Roses.
Después de una espera que parecía interminable, aparecieron por fin en el austero escenario los integrantes de Zoé, quienes sin decir palabra comenzaron a tocar. Fue hasta después de las primeras dos canciones que el vocalista, León Larregui, saludaría a la fanaticada: “Hola Morelia, un saludo para la prepa 2”, para de inmediato comenzar el slam con Peace and love. La cerveza costaba 15 pesos y la noche continuaba a ritmo de Miel, uno de los temas más coreados por el público. “¿Alguien trae un tabaco?”, preguntaba el vocal, petición de inmediato atendida (y festejada) por el respetable.
Pero había más: Love, Solo y Tarántula, entre otras rolas, daban vida y un aspecto rocanrolero al antro más longevo de esta ciudad de tamaleros asesinos. Con el acostumbrado adiós engañoso (sabiendo que los fans no iban a abandonar el recinto sin pedir otra) Zoé regresó para interpretar tres canciones más y a petición del respetable cerraron con Asteroide.
La banda dejó así una respetable presencia de música un tanto más sofisticada y sobre todo alejada del ya agonizante “rock mexicano”. Terminado el concierto intenté encontrar la puerta de salida, pero una horda de adolescentes tapó los accesos para conseguir un autógrafo. Tuve que conservar la calma, ya que me dejaron varios minutos atrapado en el pasillo que daba al improvisado camerino, cuestión que aproveché para, con toda calma, enterarme del próximo concierto en X´O: Luis Montoya, el doble oficial de Luis Miguel, en lo que se anunciaba como “el evento más esperado del año”.