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¿Voto femenino para Josefina?

Hilda Sotelo

La situación en México no está para promover el abstencionismo o cruzarse de brazos y ver pasar robos, impunidades, saqueos, asesinatos, corrupción y gente nice ocupar Los Pinos. Mientras Obrador, Peña Nieto y Josefina contienden por la silla presidencial, usted y yo estaremos sumidos en nuestras tareas cotidianas, siendo presos del miedo, la inseguridad, el alto costo de la vida, el desempleo y los rostros desencajados en la guerra que se sigue viviendo en Ciudad Juárez.

Pensaremos tal vez que nuestra voz y voto no cambiará nada, absolutamente nada. Con justa razón navegaremos en las fauces del desencanto, la rabia y la impotencia al ver un México caótico y por demás absurdo. No existe tal guía de pasos a seguir ni fórmula mágica. Pero si a Usted realmente le interesa que la situación mexicana perfile hacia mejores horizontes, entonces infórmese sobre los candidatos y vote por el menos peor.

Las mujeres hemos avanzado sin duda en campos propios de los hombres sin olvidar que somos delicadas, cuidadosas con el vestir, nos parecemos a una rosa perfumada que debe ser pulida en un salón de belleza hasta rayar en la frivolidad. A las mujeres también nos toca mejorar la especie, educar y alimentar bien a los hijos; para lograr eso elegimos al hombre con más defectos, el mantenido, o el rudo que juega deportes y tiene diez novias, tal esposo de Josefina, y en una réplica del cuento de hadas o Romeo y Julieta iremos en contra de nuestros padres porque muy en el fondo confiamos en que aquel varón finalmente corregirá el camino y nos ayudará a cumplir el cometido.

En otras situaciones lejos de las historias fantásticas que se niegan a perecer; la mujer ha iniciado movimientos de pro a pro y en contra en contra. La mayoría de las causas de los movimientos femeninos en México son sin duda loables, auténticas. He seguido muy de cerca las agrupaciones de mujeres en Ciudad Juárez que van desde mujeres profesionistas y de negocios hasta mujeres defendiendo y protegiendo a víctimas de crímenes, violaciones y atrocidades. Ellas tienen algo en común: el trabajo, la valentía, la entrega, la vocación de servicio, la esperanza de una sociedad más justa y lo más importante, los resultados.

Josefina Vázquez Mota puede ser una mujer con las cualidades anteriores, posee una ininterrumpida motivación por empoderarse, empoderar y que lata con el poder, manifiesto en su libro Dios mío, hazme viuda por favor, y a lo largo de su carrera. Va al pie de la letra aquello de que no escuches las voces de nadie, sólo escucha tu voz interior, sigue tu verdad, de lo contrario, te convertirás en un robot. Vaya que es ampliamente congruente con sus notas, ahora logra lo que se ha propuesto, ser candidata del PAN por la presidencia, tener una familia modelo, ir a misa los domingos, y contar con el incondicional apoyo de Calderón. ¿Usted qué opina? ¿Necesitamos una presidenta con tan alto sentido de la moral y los valores? ¿Alguien quien se ha movido justo en dirección a sus anhelos particulares? Ella ha dicho que no es de pensamiento ultra conservador y que está abierta a las propuestas liberadoras ¿Le creemos? o, si llega, ¿seguirá la línea de Calderón y sus tintes Neo Nazis? Esas estructuras de pensamiento infiltradas sigilosamente en nuestro país que justo saltan a la vista en las frases , -hay que aniquilar a todos los delincuentes, por eso amanecen despedazados los jóvenes en las calles de Juárez, fotografía a todos los que tengan aspecto de malandros y considéralos sospechosos, hay que portar un arma para defendernos del mal. Frases que Usted y yo empezamos a escuchar más seguido poco después del 2006, casualmente.

No dudo de la buenas intenciones de los integrantes de las filas panistas, lo que realmente me preocupa es que siguen promoviendo la idea de que el fin justifica los medios, apoyan a Calderón y sus estrategias sin detenerse a reflexionar en las estadísticas que hablan por sí solas. Aquí el problema no es Josefina ni sus modelos clase El Secreto. Aquí la gravedad son los resultados que ha arrojado el partido que representa y el fervor con que lo defiende. La contienda electoral del 2012 debe tomar como enemigos a la ignorancia, el terror, la intolerancia, las armas, la indiferencia social, y si a Josefina le es favorecido el voto esperemos que para entonces sus voces interiores se hayan expandido a las voces de la gran parte del pueblo que vive inmerso en el miedo, el subdesarrollo, la pobreza, la división, el desempleo y la amenazas, específicamente Ciudad Juárez.

Y créanme que no es porque no tengamos deseos de superación, ni limitada lucidez de consciencia, es simplemente que pertenecemos a una ciudad devastada, en guerra constante donde nuestros proyectos personales, de trabajo y activismo se ven truncados al ser víctimas o testigos de atracos e impunidades. Una ciudad donde los miedos a veces tienen que ser enfrentados en la escena del crimen sin tener opción de huir a otro lugar más seguro o leer libritos que pudieran promover la viudez al temor.

¿El voto femenino se verá influenciado por el género de la candidata? En México existen mujeres preparadas con un alto sentido de pertenencia y amor, mujeres que trabajan intentando sanar las heridas que está dejando el hambre, la guerra y la pobreza. Mujeres que se moldean en el día a día y no se fabrican en las arcas ni bajo las alas de ningún partido o grupo. Ignoro si esas mujeres se sentirán representadas por esta candidata.

La mayoría sabemos que Peña Nieto es un hechizo bonito tipo novelas de Televisa, Josefina también lo es, la fabricaron sus sueños de escalar en la política, un pueblo indiferente y harto de lo mismo que no interviene, ni vota, ni se informa y permite que se le encimen candidatos de agotadas imágenes.

¿Es pecado tener un aspecto armonioso y saber cuidarlo o escribir contenidos motivacionales? Claro que no, en todo caso el desacierto será coquetear con el poder del pueblo y conquistarlo porque luce bien o habla bello en frase hecha y llegar a la presidencia. Y lo peor de todo es que Usted no vote o sufrague desinformado dejándose llevar por el velo de la propaganda, su feminismo o machismo, que para el caso es lo mismo.

 

 

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