Revés Online

10 años de gorra

Por Salvador Munguía

Me deprime escribir acerca de algo que ocurrió hace diez años. Me hace sentir viejo y cansado. Pareciera tan lejos y tan cerca. Pareciera tan cerca porque las cosas no han cambiado mucho, el país sigue igual de jodido, la diferencia es que hace 10 años, en lugar de un borrachín, nos gobernaba un payaso. Las cosas no parecerían tan lejanas, si no fuera porque yo era un joven soltero codiciado, con abundante cabellera, físicamente delgado y vigoroso. La venganza del tiempo ha sido inevitable. El tiempo debería ser medido por las deudas y los achaques del cuerpo, no por la suma de los días.

Hace diez años, si la memoria no me falla, descubrí una revista sentado en el retrete de la casa de mi abuela.  Era una revista que decía, Revés, la revista que se ve”, la portada era doble, en una aparecía la cara de un marciano y en la otra unos platillos voladores, ambas en blanco y negro. En el contenido, un grupo de «investigadores» escribían «seriamente» del asunto, mientras que otros se burlaban. Cada texto mantenía un humor sarcástico y mordaz. La revista se complementaba con algunas reseñas de libros y discos que se salían de lo convencional, el final de la revista era una serie de recomendaciones de películas del santo y marcianos en la sección “Retina”, que dignamente escribía Armando Casimiro. En una sentada en el baño me había chutado toda la revista, había quedado intrigado. Cuando le pregunté a la abuela cómo era que había llegado a su baño aquel panfleto, contestó: dos marihuanos tocaron a la puerta y me la regalaron, yo creo andaban bien pasados.

Conocí a Francisco en la Marimba, una cantina de viejillos y ficheras.  Estaba recargado sobre la barra, en aquellos años, Francisco era un joven delgado, erguido, de cachetes sonrojados y sonrisa jovial. Debajo del brazo llevaba un paquete de revistas, a una distancia corta alcancé a leer: Revés, visiones emergentes. Me le acerqué y le invité un tequila. Conversamos sobre cantinas, mujeres, norteños, libros, pero de la revista nada. La plática fue interrumpida por una gorda que se acercó a querer bailar con nosotros, Francisco, me confío que no traía dinero, le solté un billete de 200 pesos, a cambio me regaló un ejemplar de la revista, enseguida comenzó a bailar con la susodicha. Después de la bailada y con muchos tragos encima, no dejó de presumirnos que él era el director de una revista importante, que pronto sería reconocido en cada rincón de la ciudad y la juventud entera le rendiría pleitesía. Nos despedimos a la salida de la cantina. No lo volví a ver.

La siguiente ocasión que nos encontramos fue meses después en una fiesta del Festival Internacional de Cine de Morelia, yo iba acompañado con dos chicas hermosas, una en cada brazo. Al verme entrar, Francisco, vino a nuestro encuentro, nos presentamos, bebimos unas copas, bailamos, y con unos tragos encima soltó la misma cantaleta a mis acompañantes; él era el director de una revista importante, patrocinador del festival, mantenía contactos con los ovnis, pronto sería reconocido, bla, bla. Al final de la fiesta el cabrón se salió con la suya, una de mis compañeras se creyó el cuento y se largaron juntos. Cuándo le pregunté por qué se iba, contestó: Francisco, tu amigo, el director, me ofreció un puesto en la revista y ahorita me va a explicar cómo es el asunto. Joder.

Los «reporteros» Salvador Munguía (sombrero) y Luis Manuel Paz, en una fiesta VIP del Festival de Toronto.

No recuerdo en qué bar le reclamé su importunismo y terminamos a golpes. A mí no me podía engañar con el cuento de “promotor cultural”. Un gorrón es capaz de todo, hacer una revista, por ejemplo, era la entrada gratuita a festivales de música y cine, a cócteles y comidas, a conciertos, a funciones de teatro, a beber sin pagar ni un centavo en algunos bares. Ese tipo de personas se aprovechan del prójimo, son mitad humanas y mitad sanguijuelas, se la pasan engañando a la gente. Había que ponerle un alto, hacerle conocer la humildad y la verdad. La manera no fue la correcta, pero hay personas que sólo a golpes entienden, tampoco quiero entrar en detalles de la golpiza que le propiné, pero así fue como surgió, primero, un intercambio de colaboraciones, mientras yo escribía para la revista, Francisco era colaborador ocasional del programa de radio que aún conduzco, y después, una amistad sólida, verdadera y entrañable.

Mi “trabajo” en Revés, consistía en escribir lo que se me viniera en gana; cuentos, relatos, crónicas, reseñas de música, de conciertos, lo que fuera, el chiste era participar. Y así como yo, existía mucha gente que estaba ávida de colaborar, ya fuera escribiendo, corrigiendo, fotografiando, diseñando, dibujando, vendiendo, repartiendo.

Con gran tino, Revés combinó textos de escritores nacionales que empezaban a despuntar junto con escritores locales, pero la gran mayoría eran jóvenes desconocidos y hambrientos de expresarse. Revés les abrió la puerta y la oportunidad de ver sus letras impresas, esta combinación nutrió la calidad de la revista e incentivó a otros jóvenes artistas a querer contribuir. Otro acierto importante era el humor y la temática de las ediciones. Mes a mes, cada publicación fue mejor que otra; mejores diseños, mayor número de páginas,  mejores contenidos, un mayor número de anunciantes, mejor calidad en el papel. Se abordaron todos los temas; temas serios y absurdos; alcohol, lucha libre, vampiros, días del niño, futbol, poder, cine, fotografía, vacas sagradas, sexo, etc. No había precedente de una revista local con esa línea. Era sin duda una revista diferente. No era aquella revista cultural convencional que publicaba aburrida poesía o que alababa a los personajes de siempre. Era una revista provocadora, irreverente, morbosa, insolente. Una revista contracultural que no tenía tapujos o doble moral. Revés se imprimía con absoluta libertad y desparpajo.

En cuestión de meses, una revista underground comenzó a ser conocida y reconocida. Revés se presentó en universidades públicas y privadas, recorrió importantes ferias de libro en el país, participó en un sin fin de encuentros literarios y de revistas. Se repartía en cafés, bares, cantinas, lugares de mala muerte. Francisco se estaba saliendo con la suya, un harem de reporteras trabajaban gratis y la revista era conocida en ciertos rincones de la ciudad y en algunos estados del país con críticas favorables.

Habrá que destacar que Revés sirvió como plataforma no sólo de escritores, reporteros, fotógrafos, diseñadores o dibujantes, se le dio una divulgación importante a una incipiente escena musical que se gestaba en la capital de Michoacán; se llevaron a cabo conciertos y compilados musicales para divulgar aquellos grupos y solistas independientes. Un dato curioso fueron las fiestas de aniversario de la revista, marcaron un sello propio, representaron una novedad en una ciudad mojigata y conservadora acostumbrada a más de lo mismo. Eran fiestas que incluso sirvieron como tribuna para artistas que después probarían fortuna, Amanditita, por ejemplo, que vino a tocar a la ciudad por unos ridículos pesos, un hotel de paso y unos cuantos polvos espirituosos.

Varios colaboradores deberán estar agradecidos con Revés. Yo no, “estamos a mano y en paz”. Considero que siempre merecí eso: emborracharme gratis en los festivales de cine y de música. Yo escribía y mi premio era una acreditación que decía “todo incluido”. Es verdad, si llegué a mandar 3 reseñas en 5 años acreditados en los festivales de cine de Guanajuato y de Morelia, estoy exagerando. Quisiera aclararle a Francisco que no era falta de seriedad o de profesionalismo, se trataba de algo más profundo, vivía tiempos oscuros y de experimentación, probaba nuevas formas de escritura inspirado en la destrucción, en los excesos, en el periodismo Gonzo… ya lo sé, fue en vano, nunca pude redactar desde una cantina. Si hay algo que agradecer a Revés, es el hecho de haberme ahorrado unos cuantos euros en una estancia corta que viví junto a Francisco en el  viejo mundo, el gafete de Revés nos dio la oportunidad de visitar museos gratis, de acudir a exposiciones, y sobre todo, la oportunidad de haber visto y escuchado a figuras como John Mayall y al mismísimo Lou Reed. En fin, parte del anecdotario.

Habrá que mencionar a gente importante, sin su ayuda, tiempo y paciencia no hubiera sido posible la publicación de Revés, una es Yunuén Guzmán, encargada durante un tiempo de la publicidad y distribución de la revista, nada fácil en una ciudad en que la cultura es tema irrelevante, además, fue figura clave como enlace con escritores foráneos, otro es  Jorge Arreola, diseñador –entre otras funciones-, y Armando Casimiro, responsable de la sección “Retina”, una sección constante, precisa, altamente recomendable.

Son 10 años, y al final creo que Francisco ha logrado salir airoso. Es cierto que ha  dejado de imprimirse pero goza de buena salud en ese mundo inmenso de la red. Existen nuevas y jóvenes reporteras que colaboran con intensidad, nuevos integrantes que refrescan la revista con calidad y compromiso. Son 10 años y sinceramente creo    que será el último, desafortunadamente para Francisco y otros gorrones, el fin del mundo se aproxima. Mientras tanto, empecemos a festejar.

PD:

Francisco está loco si cree que alguien le rinda reverencia, pero podrá morir más o menos en paz, Revés ha marcado un precedente en las publicaciones de esta ciudad.

Tampoco el mundo entero lo conoce y dudo que eso llegue a suceder. Lo que sí me consta es que en el bajo mundo en el que se desenvuelve, nadie sabe su nombre de pila y ni mucho menos sus apellidos, todos lo conocen como Paquito Revés.

@chavamunguias

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