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11 años después: la despedida a Noches de Cine

Para Claudia Álvarez Medrano, por creer.
Para (casi) todos los que fueron parte.
Y los que siguen escuchándonos.

Tener 27 años en México y en Morelia es como sentirse Jim Morrison o Amy Winehouse sin ser famoso y con cervezas victoria en vez de viajes al desierto o shots de heroína. No porque en México no se pueda viajar al desierto o inyectarse heroína, pero nuestros rockstars son pocos y la gente reconoce más fácilmente a los políticos que a los cantantes.

Ser rockstar detrás del micrófono en una radio FM es algo imposible. No es Nueva York en los años 70; la radio en la provincia mexicana es más comunidad y compañía y muchos, demasiados merolicos. Por eso hacer radio no era intención de ganar fama y mucho menos de dinero: un proyecto que jamás sería remunerado -salvo en dos ocasiones que tuvimos la beca del Sistema Estatal de Creadores- y que inició en los laboratorios radiofónicos de la Universidad Latina, dirigidos por la apasionada, férrea y maternal Marivel Ortega.

Haber escuchado un documental radiofónico sobre campanas de Europa durmió a muchos de mis compañeros, pero para mí el badajo quedó resonando al interior y con un grupo de amigos y compañeros de la carrera hicimos Días de Cine (en homenaje a Woody Allen) y después, en marzo del 2006, llevé Días de Cine a Claudia Álvarez Medrano, quien era directora de radio en el Sistema Michoacano y por fortuna dijo que sí. El 25 de mayo iniciamos, en jueves a las 9 de la noche. ¿O era martes? Luego creo que miércoles, luego otra vez jueves y al final Lunes. Como judíos errantes yendo de un desierto a otro, nos quedamos finalmente en el inicio de la semana, en la hora en que los noticiosos ya no son odiosos y la noche deja que los grillos y algunos programas arrullen antes de ir a dormir.

El primer invitado fue mi querido amigo y colega Alberto Zúñiga. Fue tan grata la dinámica que se quedó por varios años como co-conductor. Luis Guzmán (el que ahora es tan buen fotógrafo) echaba sus leños creativos al fuego y cada semana incendiábamos o al menos hacíamos una fogatita radial. Una vez lo mandamos a China, otra vez viajamos en el tiempo, otra vez un escucha nos dijo que estaría bueno que profundizáramos más y mandamos a Luis a transmitir desde un submarino. Todavía vivía Abel Membrillo, todavía habían buenos podcasts, todavía no habíamos sido invadidos por Facebook y la inmediatez hegemónica de los smartphones.

Parecía los 90, segunda parte. En cada aniversario habían fiestas memorables. Fuimos del Limbo al Cactux, del Cactux al Jeudi 27, del Jeudi a la Ronería y al final terminamos en Bestial Haus. Siempre había una nueva cruz de marcador en el mapa de las emociones. Siempre había un nuevo chisme. Todavía los hay. Morelia da para poco arte y mucho chisme. Sin embargo, saber desde atrás cómo funciona el cine promueve más aún la frustración y el desencanto. Uno sigue en esto por necedad o estupidez. Nos enteramos, por ejemplo, que los jurados de la sección michoacana no se reúnen físicamente para discutir. Nos enteramos de decenas de chismes que, algún día, contaremos. Los que estaban frente al micrófono cambiaron de posiciones.

Morelia es una ciudad que expulsa talento y tal vez por eso no crece. No por el hecho de irse son talentosos, claro está. Hacia la mitad de la vida de Noches de Cine vinieron Francisco Valenzuela, Dorian Vázquez y Valentina Carrete. Valentina se fue y vino Doyca. Doyca se fue y luego Dorian se enamoró y consiguió trabajo al fin y por consecuencia lógica también se fue. Al final quedamos dos, como al inicio. Uno viejo, Francisco, y uno más joven (yo, obviamente). Uno periodista, el otro cineasta. Las ganas de compartir, criticar y opinar fueron las mismas, pero también de indagar en quiénes hacen cine, cómo se hace cine, para qué y qué películas podemos ver además de la cartelera. Con Paco volvimos a hacer viajes en el tiempo, pero también trajimos una ouija radiofónica e hicimos una conversación con el otrora Juan Ramón Sáenz (qepd), fuimos al funeral de Abbas Kiarostami y entre tanto muerto hasta Juan Gabriel se nos fue.

Francisco Valenzuela, Adrián González Camargo, Valenthyna Carrete y Dorian Vázquez durante el séptimo aniversario.

Empezamos el programa con Amores Perros, Babel y 21 Gramos y terminamos con el Revenante. Empezamos sin Oscar para Di Caprio y terminamos con uno para él. Cuando empezamos, Xavier Dolan no había filmado nada y terminamos con 7 películas suyas. Woody Allen y Roman Polanski siguen vivos y Amat Escalante sigue filmando en Guanajuato. Pasamos de Expresión en Corto a Guanajuato International Film Fest y Short Shorts dejó de ser Short Shorts para ser solo Shorts y aprovechó su marca (como Guadalajara) para seguir mostrando cortos.

Llegamos a superar el número de películas mexicanas producidas en la historia, pero no de exhibidas y mucho menos aplaudidas o recordadas. Se murió el cine, una y otra vez. Falleció Blockbuster y nació Netflix y con Netflix Amazon Prime, HBO Go, Hulu, Claro, etc. El cine comenzó a verse en teléfonos celulares y los celulares sin cine empezaron a invadir las salas. En 11 años aprendimos a insultar mejor, a no argumentar, a seguir la luz y no preguntarnos de dónde viene. Revés cumplió 15 años y recordamos que siempre, siempre habrá algo que celebrar. Y así… entre huracanes, despedidas y bienvenidas, el cine -como la nave de Fellini- va.

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