El mejor momento de la cinta es la secuencia de apertura. Ahí se muestra un compendio de imágenes de archivo en donde los presidentes franceses de los últimos 50 años advierten con voz grave a sus gobernados: “este será un año difícil”. Por lo visto, la frase se ha convertido en una muletilla que utilizan los gobernantes cada vez que se dan cuenta de que serán incapaces de cumplir con las expectativas que ellos mismos fijaron.
En Un año difícil (Une année difficile, 2023), Olivier Nakache y Éric Toledano nos sitúan en uno de esos periodos difíciles que tanto pregonan los presidentes. Los protagonistas son dos hombres endeudados, que ante sus dificultades financieras se acercan a una asociación ecologista dirigida por una entusiasta joven. Este acercamiento no es desinteresado, los deudores van en busca de los bocadillos gratuitos y los objetos donados que puedan sustraer. Pero entre más cercana es la interacción y el trato diario, más fácil es encontrar puntos en común.
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Albert (Pio Marmaï) trabaja en un aeropuerto parisino. Para complementar su exiguo salario, se dedica a hacer pequeños robos y ante la necesidad, se ve obligado a dormir en las salas de espera. Cactus es el nombre de guerra de Ségolène (Noémie Merlant), una joven que proviene de una familia adinerada y que ha dedicado su corta vida a las causas ambientales. El primer encuentro entre ambos es ante las puertas de una tienda departamental en las vísperas de un Black Friday. Ella busca hacer conciencia ante el consumismo y él busca una pantalla plana a buen precio con la intención de revenderla.
El tercio se completa con Bruno (Jonathan Cohen). Es un hombre que ha perdido a su esposa e hijo debido a su manía de comprador compulsivo, una adicción que lo ha endeudado de forma insalvable. Cínico y campechano, simplemente se deja arrastrar por las circunstancias para actuar como el personaje simpático de la historia.
Este es el octavo largometraje de la dupla Nakache/Toledano. Los directores están acostumbrados a trabajar siempre con base en sus propios guiones y se han especializado en la comedia desde su debut con Prefiero que seamos amigos (Je préferè qu’on reste amis, 2005). Sin embargo, fue hasta unos años después con Amigos (Intouchables, 2011) que alcanzaron fama mundial. La cinta que retrata la estrecha relación que surge entre un millonario tetrapléjico y su cuidador, llegó a tener una versión Argentina y por supuesto, una en Hollywood.
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Los directores no han alcanzado el mismo nivel de éxito desde entonces, pero han pulido su técnica con guiones sólidos, mejores niveles de fotografía y edición. Salvo Samba (2014), una comedia dramática inspirada en la migración, el resto de sus trabajos son comedias ligeras dirigidas a grandes audiencias.
Un año difícil no arriesga y no se sale de la estructura de la comedia tradicional. Incluye los personajes humorísticos que siguen líneas narrativas paralelas a la principal, la caída provocada por el villano que termina en una inevitable redención del protagonista y por supuesto, el romance entre opuestos.
Pero no seamos tan severos, la película cumple en su campo y lo hace muy bien. En todo momento resulta entretenida y logra arrancar varias sonrisas gracias al gran elenco con el que cuenta. No da para la reflexión, no es para tanto, pero resulta adecuada para para olvidarnos por un instante de los tiempos difíciles que nos tocó vivir.