CARTELERA RETROSPECTIVA
Dado que la presencia de cine paraguayo en las salas de cine de nuestro país es prácticamente nula, 7 cajas (2012), largometraje debut de la pareja de cineastas Juan Carlos Maneglia y Tana Schémbori, es una buena oportunidad para darse una idea de lo que se está haciendo en aquel país sudamericano.
La cinta hizo un extenso recorrido por el circuito de festivales, destacando su participación en San Sebastián y Toronto, además de su nominación a los Premios Goya en la categoría de Mejor Película Iberoamericana.
Asimismo, la ópera prima de la dupla Maneglia-Schémbori ha sido la cinta más taquillera en la historia de la cinematografía guaraní y ahora, a tres años de su estreno sigue recorriendo el mundo, tocó el turno de México donde se exhibe con poco menos de treinta copias. Es bueno aclarar que está hablada en yopará (una peculiar mezcla entre guaraní y español, muy popular en Paraguay), por lo que se exhibe con subtítulos.
El guion, coescrito por el propio Maneglia, cuenta la historia de un agitado día en el Mercado 4, un enorme conjunto de locales comerciales y puestos ambulantes en pleno centro de la capital paraguaya, muy al estilo de los que podemos encontrar en cada ciudad mexicana. Víctor es un joven cargador que sueña con salir en la televisión, su vida transcurre con normalidad hasta que se obsesiona con la compra de un celular con cámara.
El alto costo del aparato lo obliga a tomar un peligroso encargo, la custodia de siete cajas cuyo contenido atrae por igual a una parvada de enfurecidos cargadores, un grupo de despistados delincuente, así como a la campechana pero eficiente policía de Asunción.
Desde que en 1991 Maneglia hizo un reportaje del mercado, pensó que era un buen lugar para rodar una película. Pero fue hasta el 2004 cuando retomó el tema y empezó a escribir el guion (es por ello que el filme está ambientado en 2005, cuando recién salían los teléfonos con cámara en Paraguay). Es después de que su socia Schémbori hace una revisión del texto y agrega nuevos elementos, que finalmente se decidieron a buscar financiamiento.
7 cajas sabe sacar provecho de su limitado presupuesto: las escenas diurnas fueron hábilmente retratadas, a pesar de que buena parte del rodaje fue en horarios nocturnos pudieron aprovechar la escasa iluminación del lugar, además de que contó con la participación de más de seiscientos extras anónimos que derrocharon entusiasmo (suponemos), al igual que su personaje principal, con tal de verse unos segundos en la pantalla.
¿Es cine comercial?, Schémbori prefiere definirlo como cine taquillero (“¿de que serviría hacerla, si nadie la va a ver?”, se defiende). Si bien se le agregan un par de subtramas, las cuales se integran no si ciertos trabajos al relato principal, no deja de ser una premisa sencilla, incluso ingenua. A eso hay que sumarle lo caricaturesco del personaje de Nico, un calvo forzado y de dentadura claramente postiza, una actriz de 26 años que interpreta una quinceañera (Lali González, aunque a decir verdad sale bien librada), así como una deficiente musicalización, todos ellos elementos que hacen menos efectivo el conjunto del filme.
7 cajas hace a un lado los cuestionamientos, los apuntes sociales (salvo aquel incesante incremento de la cotización del dólar), para concentrarse en el entretenimiento, intenta mantener su ritmo frenético en sus prácticamente dos horas de duración y casi lo consigue. A pesar de sus fallas se erige como una muestra digna y rescatable de la incipiente cinematografía paraguaya.