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Adiós a mi vida gorda

Pon cuchillo a tu garganta si eres hombre de mucho apetito.

Proverbios 23:2

 

Hay llamadas de atención que se deben atender y eso me ha quedado claro en las últimas semanas. Resulta ser que todo empezó con un dolorcillo de cabeza que fue creciendo, creciendo y creciendo hasta que se volvió sumamente molesto, lo que me orilló a acudir al médico. El resultado de la consulta fue el que me imaginaba: presión arterial alta, no mucho, pero para alguien a quien nunca le había subido, sí descontrola el organismo. De ahí, lo conducente: estudios de esto, de aquello y de lo otro no para saber qué temía, sino, como suelen decir muchos médicos, para descartar cualquier cosa.

En la imagen, nuestro columnista imaginando que el doc era una guapa doctora

En fin, llegué al consultorio con mi sobre en mano, el médico parecía haberme estado esperando porque, como no tenía más gente, alzó la vista y desde el fondo del consultorio gritó un cordial “¡pase!”. Me senté frente a él, le extendí el sobre cerrado.

Después de que me tomó la presión, la ceremonia con la que se puso los lentes que llevaba en la bolsa de camisa, cómo abrió el sobre, la suavidad con que desdobló las hojas y una a una fue poniéndolas sobre el escritorio para tomarlas por separado, me hizo sentir más consternado aún.

–¿Usted tiene familiares diabéticos? –preguntó.

En la madre, pensé al escuchar esa pregunta, porque sí, en mi familia hay esa enfermedad. Le contesté que sí de la forma más escueta que pude, como diciendo “al grano”.

–Tiene que cuidarse porque es propenso, por fortuna sus niveles de glucosa están bastante bien. El ácido úrico también está bien –mis dos preocupaciones principales– y el colesterol está normal.

–¿Entonces?

–Los triglicéridos. ¿Cuántas veces a la semana come carne?

–Todas.

–¿Hace ejercicio?

–Camino.

–No, hablo de ejercicio de verdad, como correr, jugar futbol, básquet, el gimnasio.

–No desde 1998.

–De la carne que come, ¿es roja, blanca, pescado?

–De toda: si corre, nada o vuela, se va a la cazuela.

–¿Consume verduras?

–A veces, en el caldo de res, y bueno, la salsa, usted sabe.

Su semblante se puso duro, como a punto de aventarme un zapato. De ahí vino el discurso aleccionador sobre el daño que me estoy haciendo, lo que está pasándole a mi torrente sanguíneo y lo que ello puede provocar: desde un alza en la presión hasta un infarto o un derrame cerebral. Mientras el médico me anotaba en una receta el medicamento que tomaría y todo lo que debía comer, mi vida alimenticia y mis placeres culinarios pasaron frente a mis ojos como una película al tiempo que mi esposa me apretaba la mano. “Ya valí madre”, pensé, “nada de lo que me está anotando me llena a la hora de comer, voy a necesitar dos dietas porque con una no me lleno”. Pero también me vi gordo como los de Discovery Chanel viendo en streaming a mi hija graduarse, casarse, etcétera.

Esta vaquita no imagina que pronto será devorada por nuestro columnista

 

Y es que no hay forma de tomarse esto a la ligera, considerando que México tiene el mayor número de muertes por sobrepeso en América Latina, según la Organización Mundial de la Salud, y 14 por ciento de las muertes en el país se deben a la diabetes, enfermedad directamente asociada con la obesidad y el sobrepeso.

Además, la gente gorda es más propensa a sufrir el desamor, ya lo dijo El Bronco sobre las niñas, pero con los hombres adultos no tiene por qué ser diferente, así que me propuse bajar los terribles 340 miligramos/dl a los normales 140 o 150mg/dl para perder al menos diez de los 83 kilos que cargo, eso si es que quiero volver a probar la carne roja; por lo pronto la arrachera que tenía contemplada para el día del padre tendrá que esperar al menos tres meses.

Lo anterior no significa que me volveré vegano y andaré mamón pregonándolo hasta en el baño, no; lo que sí es que es necesario ser conscientes a tiempo de lo que ciertos excesos nos pueden acarrear antes de sentir pasos en la azotea, como le ha sucedido a este escribiente. Pero tampoco me haga mucho caso, sólo necesitaba desahogarme.

 

El tren del mame

El Congreso ya le dio la Presea Melchor Ocampo al grupo aquel de Tierra Caliente y no piensan pedírsela de regreso, Salvador Ginori ya dijo que todo es cultura y no se retractó de lo que interpretaron los reporteros. ¿Estar duro y dale con el tema resolverá la violencia por el narco en Michoacán o el país? Ya esos chismes ni TV y Novelas los tiene y lo único que se está haciendo es dar más popularidad a un grupo que antes no la tenía a nivel estatal. Además, damas y caballeros, seamos francos: la molestia fue que se asumió que Salvador Ginori dijo que el narcocorrido también es cultura, ahí estuvo el error, mira que llevar a un vulgar grupo de narcocorridos al plano cultural, si este sector ya tiene sus propias estrellas. Es todo lo que diré al respecto, allá ustedes si siguen haciéndole el caldo gordo a un grupo al que se supone es políticamente correcto y deseable –es más, hasta cool– vetar. Voy por mi pollo al mercado, salud.

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