Por Lenin Cardozo
Entre los meses de junio y septiembre se produce en el Amazonia la llamada “estación seca”, que trae consigo el aumento de intensidad de los incendios que ininterrumpidamente a lo largo de cada año no cesan en esa subregión.
Estas permanentes e “inadvertidas” quemas se han establecido deliberadamente para “limpiar” los bosques y darle paso así al uso de nuevas tierras para ganadería y cultivo. Se estima, según cifras oficiales del gobierno brasileño, que esta práctica solo en el 2010 ha consumido más de 15 mil kilómetros cuadrados de selva.
Los expertos señalan que hasta un 20% de los 1.6 millones de kilómetros cuadrados de bosque tropical ya han sido destruidos por el desarrollo a explotación forestal y la agricultura. Y estiman que para el año 2030 la mitad de la Amazonia estará gravemente dañada, producto de los incendios o tala.
La “noble” legislación brasileña permite a los propietarios de las haciendas en la Amazonia que pueden mantener hasta el 80 por ciento de sus tierras en los bosques. Y con esta patente de corso o licencia para matar y ayudados por el truco de los incendios, sus empalizadas o cercas, anualmente se desplazan selva adentro y en la mayor impunidad.
La vorágine de los hacendados brasileños no tiene límite. Aniquilan a todo aquel que se oponga a sus proyectos expansionistas: hombres, mujeres, animal o planta. Actúan al estilo del Kukuxklán norteamericano (organización que asesinaba en el fuego, a centenares de personas de color). Sus hogueras devastan el centro de Sudamérica, a razón de ocho mil incendios por día, según lo siguen constatando las fotografías tomadas por los satélites.
Un placer inservible porque tienen en llama a la Amazonia con el objeto de obtener tierras cultivables y para pasto de ganado, a pesar de llamados de los estudiosos de los suelos, que reafirman que es un sacrificio terrible e inútil, puesto que el suelo en esa región es casi improductivo por ser muy ácido para la siembra común; los hongos que habitan la capa de humus son totalmente inofensivos para la homogénea vegetación de la jungla, pero son una plaga irremediable para las plantaciones que el hombre programa. En realidad, sólo el tres por ciento de esta región es cultivable, el resto es suelo ácido tropical que no es útil sin su protección arbórea.
El resultado de esta agresiva y persistente deforestación es que ha colocado a Brasil en la lista de los 10 mayores países emisores de CO2 por bombear cada año cerca de 200 millones de toneladas métricas de gas a la atmósfera. Paradójica realidad la del Brasil: el gran país verde, con la mayor biodiversidad y a su vez, uno de los principales contaminadores y destructores de la flora y fauna del planeta.
Lenin Cardozo (1960) Ambientalista venezolano. Director Ejecutivo de los noticieros ambientalistas Canal Azul 24 (www.canalazul24.com), Blue channel 24 (www.bluechannel24.com) y ANCA24 Agencia de noticias ambientales para las Américas. Fundador de la ONG AZUL Ambientalistas (www.azulambientalistas.org). Léanlo en http://lenincardozo.blogspot.com/